1996-12-01.ABC.EL ESCOLLO DE LA GRAN MENTIRA AGT.1
Publicado: 1996-12-01 · Medio: ABC
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DOMINGO 1-12-96 CULTURA ABC ¡65 «El escollo de la Gran Mentira» Dentro de unos días, editado por Espasa-Calpe, saldrá el nuevo libro de Antonio García Trevijano, del que anticipamos hoy un fragmento La izquierda ha abrazado la democracia so cial, como una ideología del saber sobre la democracia, para dejar campo libre al mise rable oportunismo de su ideología de poder bajo un régimen oligárquico. «El mal de nuestro tiempo, la enfermedad de todas las épocas de restauración, o de transición a un régimen de libertades otorga das, es la confusión. Sin descartar la igno rancia de los gobernados como abono de una próspera cosecha de confusión, son las clases dirigentes quienes la siembran y la cultivan, con una mixtura de lo nuevo y lo viejo, para asegurar la continuidad de su señorío cuando dejan de creer en las ideas y valores que lo legitimaron. Sin producir confusión moral, las clases y categorías sociales que sostuvieron con en tusiasmo las dictaduras no habrían podido continuar controlando el Estado de partidos que sucedió en toda Europa al de partido único. Sin producir confusión política, los partidos de izquierdas no habrían conse guido medrar cómodamente instalados en el Estado de la oligarquía financiera y mediá tica. Sólo una extrema confusión moral y polí tica pudo hacer triunfar ayer, y mantener hoy, la gran impostura de las personas, los valores y las ideas de la «democracia de par tidos». La mayor de todas ellas ha consistido en llamar democracia a una forma de go bierno que, sin ser representativa de la socie dad, electiva del gobierno ni divisoria del po der estatal, asienta las libertades gobernadas y el orden público sobre el crimen de Estado, la extorsión de partido y la sistemática irres ponsabilidad de los gobernantes. Un deber de claridad en la expresión, una necesidad lógica de distinción en el trata miento de las ideas, un serio coriipromiso con la verdad exigen llamar a las cosas políti cas por sus nombres propios. Cambiar arbitrariamente el significado de las palabras equivale a introducir moneda falsa en el mercado de la lengua. Del mismo modo que la mala moneda desplaza del mer cado financiero a la buena, una falsa noción ideológica sobre la voz democracia ha despla zado del mercado político a la buena idea que se expresaba con ella. Mallarmé nos lo advir tió con precisión. No entender sobre las pala bras acarrea equivocarse sobre las cosas. Y la corrupción del idioma traduce la del hom bre. Las palabras se pervierten, porque han muerto o porque no han nacido. El primer responsable de la confiísión A menos que lleguemos a un acuerdo defi nitivo sobre el sentido de la palabra demo cracia, seguiremos sumidos «en una inextri cable confusión de ideas, para beneficio de demagogos y déspotas», como lo expresó pa radójicamente el primer responsable de la confusión entre democracia política y demo cracia social, Tocqueville, el ideólogo de la democracia moderna. Antes de él, la demo cracia no era una ideología, sino una forma concreta de gobierno. Frente a la democracia directa de los atenienses surgió, en el mundo moderno, la democracia representa tiva. Pero desde la revolución de la libertad a fines del XVIII, hasta los totalitarismos del XX, el término ideológico que simbolizó el «La palabra ideología se usa hoy para designar esas cosas que antes se llamaban ideas, teorías o concepciones del mundo» La democracia como ideología se ha con vertido en el más formidable obstáculo que han construido las clases dirigentes euro peas, y especialmente los partidos de iz quierda, contra la posibilidad de la democra cia política como forma de gobierno, contra la democracia institucional. Esta afirmación, que deduzco de datos irrebatibles de la expe riencia histórica y personal, me obliga a pre cisar con rigor el sentido en que utilizo aquí la palabra y el concepto de ideología. Las personas cultas conocen que «logia» proviene de legein, el acto de decir. Pero po cas recuerdan que «ideo» viene del aoristo del verbo ser, eidon, yo he visto. La idea es lo que he visto. La ideología es el discurso de lo que he visto. Pero al logos que se apoya en la idea para cumplir la proeza de hacer visible a lo invisible se le llamó lisa y llanamente filo sofía. Fue Napoleón, que había sido adicto al Instituto de los ideólogos, quien dio a la voz ideología el sentido despectivo con el que ha llegado hasta nosotros: ideas vacuas o falsas del adversario, como los ídolos de la tribu y el teatro anunciados por Bacon. En la ideología alemana, Marx y Engels atribuyeron a una huerta parte de la filosofía la función de ocultar el dominio político de la burguesía, mediante un «velo intelectual», y un «aroma espiritual», que justificaban su paladina dominación del Estado en nombre del valor universal de «sus» ideas liber.ales. Ideología y utopía Desde Demóstenes se sabía que general mente «se piensa como se vive». Pero es a partir de la sociología del conocimiento de Mannheim cuando se generalizó una atmós fera de sospecha sobre el valor de moralidad, o de verdad, que pueden expresar las ideas abstractas, indefectiblemente infectadas por nuestras proyecciones de clase, o por el «con dicionamiento existencial» del pensamiento. La clave de su originalidad descansa, sin em bargo, en una grave confusión terminológica sobre las palabras ideología y utopía («Ideo logía y utopía», 1929), a las que consideró ex presivas de ideas realizables pero incon gruentes con la realidad. Con la única dife rencia de que la incongruencia de la utopia tiende a destruir el orden existente, mientras que la incongruencia de la ideología tiende a conservarlo, A pesar de que estos gratuitos significados de ideología y utopía han sido generalmente aceptados en el lenguaje vulgar de nuestros días, aquí seguiremos entendiendo rigurosa mente la utopía como una idea irrealizable, que sólo vale como crítica de la realidad; y la ideología, como una idea pretenciosa que le gitima, con su valor de verdad universal y abstracta, el dominio particular y concreto de una parte de la sociedad sobre el todo so- (Pasa a la página siguiente) «La palabra democracia designa ya un sistema demagógico de representación igualitaria del mundo social» Antonio García Trevijano ideal de convivencia ciudadana no fue la voz democracia, sino la palabra República. Las exigencias de propaganda en la guerra fría, y la necesidad de distinguir ideológica mente a los bloques adversarios que se atri buían la posesión en exclusiva de la demo cracia, crearon la costumbre de ponerle ape lativos. Al sistema parlamentario se le llamó, en Occidente, democracia liberal. La dictadura comunista se apodó, en el Este eu ropeo, democracia socialista. Y acabada la confrontación con el derrumbamiento del muro de Berlín, las ideologías calificadas con «La democracia como ideología es el más formidable obstáculo que han construido las clases dirigentes europeas, y especialmente los partidos de izquierda, contra la posibilidad de la democracia política como forma de gobierno» los adjetivos liberal y socialista siguen im pregnando de confusión al sustantivo demo cracia. Al ideologizar y sublimar la democracia con los valores del liberalismo y del socia lismo, no sólo se realizó una amalgama fu nesta de ideas abstractas con una forma con creta de gobierno, sino que dos ideologías del poder incompatibles entre sí, la liberal y la socialista, llegaron a fusionarse para produ cir una vaga idea socialdemócrata, «palabra sin pensamiento», que nos impide acéeder al conocimiento de la democracia. Dos ideo logías del poder se han convertido así en una ideología del saber, o sea, en un no saber ofi cial sobre lo que es democracia. Un sistema demagógico El prejuicio ideológico que se antepone al conocimiento real de la democracia ha lle gado a ser tan avasallador, tras la rápida de cadencia de las democracias socialistas, que incluso la palabra democracia no designa ya, en el lenguaje cultural del continente euro peo, una forma específica de gobierno dis tinta de la forma oligárquica del régimen de partidos, sino un sistema demagógico de re presentación igualitaria del mundo social. ABC (Madrid) - 01/12/1996, Página 65 Copyright (c) DIARIO ABC S.L, Madrid, 2009. 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