1995-03-27.EL MUNDO.EL ERROR AZNAR AGT

Publicado: 1995-03-27 · Medio: EL MUNDO

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EL ERROR AZNAR
EL MUNDO. LUNES 27 DE MARZO DE 1995
ANTONIO GARCÍA-TREVIJANO
LAS personas que presiden el espacio público tienen un sentido cultural distinto del que les da el sentido de la historia, que está determinado por movimientos de mayor amplitud social. El sentido de las figuras políticas engarzadas en formas toscas de Gobierno no depende de sus capacidades, imágenes o programas. Hagan lo que hagan, parezcan lo que parezcan, su acción política pone de manifiesto el espíritu de una época corta de inteligencia social y el de una generación larga de ambiciones sin fuero. Suárez encarnó el espíritu oportunista de la corta inteligencia social del olvido de  ha dado cuerpo al espíritu cínico de la larga culpa de la ambición sin motivo. La culpa de  animará el espíritu agonístico de un corto error. El de todo trayecto final de régimen. Punto final a las esperanzas de responsabilidad por el pasado y a un régimen de irresponsabilidad ante el futuro. Lo característico de estos tres espíritus sin franqueza es que no hay entre ellos la más mínima solución de continuidad. El olvido suarista de la represión franquista abrió la avenida de la corrupción felipista para dar paso a la solución final aznarista. Cada figura de la transición prefigura y engendra la siguiente. 
Lo que hay que decir ahora, antes de que otra frustración moral abata a la sociedad en una apatía política irreversible, es que la necesidad histórica del Gobierno Aznar no viene determinada por la necesidad social de que un demiurgo, alma del universo, ponga a España a trabajar (suponiendo con benevolencia que se refiera a los parados), ni por la ilusión política de que un taumaturgo ponga en aplicación la excelencia de un programa (suponiendo que lo tenga, a pesar de la insolente vacuidad de sus declaraciones a EL MUNDO). La necesidad de un Gobierno Aznar, que es cosa distinta a la de un gobierno de Aznar, perfectamente innecesario, está predeterminada por la necesidad de la clase dirigente de ocultar la verdad de la transición, poniendo entre leyes del olvido de la represión al Gobierno de la corrupción, que abrió la dimisión inexplicada de Suárez y cerrará, también inexplicadamente, el Gobierno Aznar, para liberar de toda culpa al de González. «Que duerma tranquilo. No tengo deseos de inculparlo penalmente por el GAL» (Diario l6). Sin la imperiosa necesidad de expulsar del Estado, cuanto antes y «como sea», al peligroso factor, y sin el ansia de vivir enseguida como si los crímenes y la corrupción no hubieran existido, Aznar no tendría la menor oportunidad de convertirse en un error político. 
Se equivocan los que delatan su falta de talento y de programa. Son precisamente esas dos cualidades las que le hacen precioso para el brillante triunfo de tan necesario y prometedor error. La solución final que González no podrá conseguir con todo el poder del Estado a su servicio, a causa de la entropía felipista denunciada a la vez por el cálculo económico de una gran banca internacional (Barclays) y, más precisamente, por la imaginación creadora de un gran escritor (Umbral), nos la servirá a los demócratas en bandeja de plata la asombrosa ignorancia social de un dios menor. El error Aznar, a diferencia del error Berenguer aclarado por Ortega, es un enorme error moral que lleva en sus entrañas el germen de una explosión política. Aznar, volviendo a los orígenes, cerrará el círculo vicioso de la falsedad de  leyes del olvido olvidan una ley más poderosa que todas las del Estado. La que nos obliga a saber y proclamar la verdad sobre los crímenes contra  la foto de unos huesos torturados hace diez años o la angustiada confesión de un antiguo torturador, para que los restos de humanidad que aún perduran en la sociedad española reduzcan a cenizas la función histórica del error Aznar. Ni Dios puede perdonar sin confesión del pecador, ni el propio Aznar podrá dormir tranquilo con su solución-error.