1991-02-10.EL INDEPENDIENTE.DOS PLATOS INCOMESTIBLES AGT
Publicado: 1991-02-10 · Medio: EL INDEPENDIENTE
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DOS PLATOS INCOMESTIBLES EL INDEPENDIENTE, 10 FEBRERO 1991 TOM PAINE = ANTONIO GARCÍA-TREVIJANO En un medio cultural como el de nuestra sociedad hedonista, tan refractario a conocer certidumbres morales y que pone en duda hasta la posibilidad del conocimiento de lo real, estalla de repente un conflicto, a causa del petróleo, entre creencias absolutas, entre dos teologías, entre la Biblia de Bush y el Corán de Sadam. La razón universal de la libertad, que no está en peligro como lo estuvo en la última guerra mundial, se resiste a ser utilizada como instrumento de dominación universal de un pragmatismo revestido de trascendentalismo, de un destino manifiesto en el que hay que «creer para ver», al que hay que seguir para «ser» y, en el caso de Irak, para «existir». La moral y la inteligencia civilizadas no pueden digerir una dieta intelectual cocinada con ingredientes tan «crudos» que resultará, seguramente, indigesta incluso para las tragaderas de la razón de Estado. En un plato se nos sirve, demasiado caliente para el paladar occidental, la emoción apasionada de la guerra santa, basada en una injusticia, para calmar la sed de justicia de la frustración musulmana ante el apogeo de la razón técnica, simbolizada en la existencia preponderante de Israel. En el otro plato se nos ofrece, lista para el consumo de masas, la fría determinación de una guerra legal que aprovecha el desorden causado por un dictador para colmar el deseo conservador de orden, imponiendo al mundo la hegemonía manifiesta de Estados Unidos en el momento final de su régimen de condominio con la Unión Soviética. Las necesidades de orden de la vida internacional han de reconciliarse con las urgencias de los deseos nacionales como los sentimientos de justicia individual tienen que acomodarse, aunque sea de forma tosca, a un orden social abierto. Pero la guerra actual, a causa de la desproporción entre los medios universales empleados y los fines regionales perseguidos, no podrá fundamentar el nacimiento de un «nuevo» orden mundial abierto a la igualdad entre las naciones. Norteamérica asume la responsabilidad que tuvo el imperio británico bajo el colonialismo. Europa le ha traspasado lo peor de su propia personalidad histórica. Aunque muchos se consolarán pensando que, con esta guerra, avanzamos un paso más hacia el gobierno del mundo, del mismo modo que lo imaginaron, con la Sociedad de Naciones, al final de la guerra del 14 y, con la ONU, después de la última guerra mundial.