1974-06-25.INFORMACIONES.DON JUAN
Publicado: 1974-06-25 · Medio: INFORMACIONES
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DON JUAN DE BORBÓN: «GUARDO SILENCIO PORQUE SIENTO QUE ES MI DEBER» DECLARACIÓN ñores Soto Domecq y Gil de Santibáñez. Entre las perso- nalidades oficiales se encon- traban el agregado de Pren- sa de la Embajada de Espa- ña en Lisboa, don José Luis Herrero Tejedor y don José Luis Echarri. Por Lorenzo CONTRERAS (Enviado especial.) LISBOA, 25.—«Mi silencio no debe ser interpretado como falta de interés por los problemas de España, que sigo y ob- servo con la más profunda atención. Tampoco mi silencio puede ser tergiversado con interpretaciones arbitrarias ni con irresponsables profecías sobre mi conducta futura. Pro- cedo así porgue siento que es mi deber en estos momentos de crisis general.» Estas palabras fueron pro- nunciadas ayer en su resi- dencia de "Villa Giralda" por don Juan de Borbón, conde de Barcelona, ante "los españoles que vinieron a fe- licitarle a Estoril con moti- vo del día de su santo", se- gún reza el epígrafe de la declaración. Con esta decla- ración, leída en los Jardines de su residencia ante un cen- tenar de personas, en su ma- yoría aristócratas, don Juan de Borbón ha puesto fin a las especulaciones sobre el alcance político del mensaje que preparaba. Precisamente las palabras alusivas a sus silencios parecen reflejar las tensiones registradas en los medios monárquicos respec- to a dicho texto. Determina- das aspiraciones s o b re su contenido se han venido atri- buyendo durante las últimas semanas a don Rafael Cal- vo Serer, quien no ha esta- do presente en el acto de "Villa Giralda" ni en la ce- na celebrada en el hotel Es- toril-Sol el pasado sábado. Infructuosa fue, en semejan- te sentido, al parecer, la fu- gaz presencia en Estoril del abogado don Antonio Gar- cía-Trevijano, hace ya va- rios días. Desde hace mucho tiempo, los portugueses me brindan su cálida hospitalidad. No os extrañará, por tanto, que mis primeras palabras sean hoy para hacer públicos mis de- seos de que este noble pue- blo culmine venturosamente su nueva singladura. Estoy seguro de que compartís con- migo sinceramente estos sen- timientos. "Queridos amigos: Mucho agradezco vuestra presencia aquí en el día de mi santo, pues la considero una prue- ba de fiel amistad y afecto constante, al que muy sin- ceramente correspondo. Todos mis actos y palabras en el pasado han estado ins- pirados en el más puro pa- triotismo y en la más limpia intención de servir a Espa- ña. La declaración de don Juan de Borbón dice textualmen- te: Don Juan de Borbón reci- bió a sus invitadas en el in- terior de su residencia, acom- pañado de su esposa, doña María de las Mercedes; su luja doña Margarita y el es- poso de ésta, doctor Zurita, participaron también en la recepción. Entre los asistentes al ac- to de "Villa Giralda" figu- raban el conde de Montar- co, e1 duque de Medinaceli, don Basilio Martín Patino, don Leopoldo Lovelace, don Ramón Rato y su hijo, don Jaime Miralles, don Luis Ma- ría Ansón, don Hipólito Ji- ménez; Coronado, don Juan Becerril, don Miguel Orte- ga Spottorno, don Luis Ro- sales, don Carlos Ollero, don Joaquín Satrústegui, don Jo- sé María Fernán, don Anto- nio Fontán, don Pedro Sainz Rodríguez, don Fernando Chueca, don Félix Cifuentes, don Vicente Piniés y los se- Esto me da autoridad mo- ral para exigir respeto y con- fianza ante mi conducta ac- tual. Mi silencio no debe ser interpretado como falta de interés por los problemas de España, que sigo y observo con la más profunda aten- ción. Tampoco mi silencio puede ser tergiversado con in- terpretaciones arbitrarias ni con irresponsables profecías s o b re mi conducta futura. Procedo así porque siento que es mi deber en estos momen- tos de crisis general. También para España se avecinan d í as cargados lie graves problemas políticos y económicos. Espero de los es- pañoles que sabrán hacerles frente con serenidad y deci- sión. Me parece oportuno repe- tir en estos momentos pa- labras por mí pronunciadas en ocasión igual a la que hoy nos reúnen. Dije así: "Des- de que acepté la sucesión de mi padre y la irrennunciable jefatura de la dinastía, he procurado siempre encarnar con dignidad la institución monárquica para que llegara un día en el que ésta pudie- ra ser útil al interés gene- ral de la nación. Siempre he afirmado también que no de- seaba que mí persona fuese motivo de discordia entre los españoles, lo repito. Pero eso no quiere decir que yo no continúe, como siempre, a la disposición y al servicio del pueblo español.' Yo jamás he sido ni seré un conspirador movido por la ambición, pero contra lo que muchos pueden pensar, tengo irrenunciables deberes que cumplir. He de velar por- que la Monarquía cumpla su función arbitral y pacifica- dora en servicio de España y también por la dignidad con que debe afrontar el juicio de la Historia. Sólo tengo que añadir que si un día mi conciencia, solo mi conciencia, me señalase la conveniencia de cambiar de actitud, no habrá poder hu- mano que me impida cum- plir con mi deber." INFORMACIONES