1996-09-12.LA PROVINCIA.DEMOCRACIA SOBRE EL VOLCAN MIGUEL ANGEL DE LEON

Publicado: 1996-09-12 · Medio: LA PROVINCIA

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DEMOCRACIA SOBRE EL VOLCÁN
LA PROVINCIA. 12 SEPTIEMBRE 1996
MIGUEL ÁNGEL DE LEÓN ARRECIFE. LANZAROTE
En una jugosa entrevista televisiva con el periodista tinerfeño Carmelo Martín realizada en la isla volcánica por naturaleza y por excelencia, el escritor José Saramago, que a partir de ahora ya puede ser llamado como un conejero de Portugal en tanto que va a ser declarado oficialmente (en tardía, pero en buena hora) como hijo adoptivo de Lanzarote, resumía en apenas una frase casi todo lo que uno había pensado decir con respecto a esta coja democracia que disfrutamos o sufrimos actualmente: “No nos engañemos a nosotros, mismos por más tiempo. Estamos ante una democracia que sólo funciona como fachada de otra realidad mucho peor”. A lo que el mago conejero apostillaría con aquello de “¡se dijo, cristiano!”. Por mi parte, bien sabe el Cielo que no digo nada nuevo porque llevo años repitiéndome al respecto: tenemos una democracia únicamente formal y viciada en esencia. Pero hay que tener cuidado además para que no nos la vuelvan a dar con queso los que ahora han caído en la cuenta (un poquito tarde y con sol, en cualquier caso) que con la simple y cuasi simplona varita mágica de las listas abiertas se arreglan todos los problemas y los males o carencias democráticas como por ensalmo. ¡A otro perro con ese hueso! Lo de las dichosas listas abiertas, al fin y al fallo, no deja de ser también una mera anécdota: algo así como el chocolate del loro con el que ya sabemos que más pronto o más tarde transigirán todos los partidos políticos por aquella razón de peso que advierte que a la fuerza ahorcan y si así se calla la prensa y se acalla al populacho, pues “p’alante”: es una buena forma y un inmemorable golpe de efecto para aparentar que se cambia todo... para que todo siga igual. Y si la gente pica y se traga el anzuelo, pues miel sobre hojuelas. Pero ese cambio ni sería tan profundo como aparenta ni solucionaría las verdaderas carencias democráticas: sencillamente las maquillaría. Ya les digo, una vuelta enterita para llegar al mismo sitio de partida. Está muy bien y hasta puede resultar divertido, de acuerdo, pero eso de que sean los propios electores (los que todavía tienen ganas de perder el tiempo acudiendo a votar) los que coloquen a los candidatos más arriba o más abajo en las listas, aunque la confección de éstas siga en manos de los partidos, con lo cual la maldita partitocracia de la que abomina con sobrada razón don Antonio García Trevijano seguiría siendo la misma perra con distinto collar. Pero, en fin, si con eso se contentan los menos exigentes, allá cada cual con sus ingenuidades y autoengaños. Sin embargo, me temo que no es por ahí por donde hace aguas (o al menos ése no es el agujero más grande) la todavía joven democracia española. Mucho más grave que lo de las listas cerradas o entreabiertas es, por poner apenas un ejemplo a modo de botón de muestra, ver a diario cómo los distintos grupos de la oposición en las respectivas instituciones públicas se las ven y se las desean no más que para que los grupos de gobierno cumplan con lo que debería ser algo principal y básico: la total transparencia en la gestión, hasta el punto de que no exista una peseta cuyo gasto no haya sido justificado y explicado al detalle. En buena lógica y en buen gobierno mínimamente democrático, la oposición nunca debería pedir cuenta: el presidente, el alcalde, el consejero o el concejal en el gobierno han de adelantarse a aquélla mostrándoselas desde un principio (ad initio/ab ovo, como diría un amante de los latinajos). Eso es transparencia y lo demás cuento chino. Me hago la misma pregunta que el maestro Eduardo Haro Tecglen: “¿Creemos que con la democracia que tenemos vamos a salir adelante? ¿Tenemos, que arreglarnos con media democracia, con los ojos entornados y la espalda medio vuelta? Y coincido igualmente con Javier Ortiz: “La verdadera democracia no es sino un sistema para organizar la desconfianza que el pueblo debe sentir hacia los que ejercen el poder”. La lista/ristra de carencias democráticas es infinita. Otro (mal) ejemplo: los nombramientos digitales (dedo-cracia) de asesores de la nada y otros enchufados mil. O cambiamos este mal estado de cosas, o seremos muchos las que empezaremos a desconfiar del menos malo de los sistemas políticos conocidos hasta hoy. Porque una cosa es la democracia, caballero, y otra cosa	es el relajo que tenemos montado ahorita mismo.