2001-11-26.LA RAZON.DEJACIÓN ANTE EL HORROR AGT
Publicado: 2001-11-26 · Medio: LA RAZON
Ver texto extraído
OTRAS RAZONES 16 LA RAZÓN LUNES, 26 - XI - 2001 OTRAS RAZONES DEJACIÓN ANTE EL HORROR ¿LA UNIVERSIDAD BAJO CONTROL? S on muchos los Si es mayúscula y afecta a mu- chos, la estupi- dez puede ser un cri- men. Me asalta este pensamiento siem- pre que oigo decir: primero acabemos con Eta, luego ha- blaremos de autode- terminación. La es- tupidez consiste en creer que se puede acabar con el efecto (Eta) sin acabar con la causa (autodeterminación) que lo crea y mantiene. Como las ideas no se pueden encarcelar con las personas que las por- tan, ni se agostan silenciándolas, habrá te- rrorismo mientras que en la sociedad ci- vil no se abra un debate capaz de anular la idea que lo legitima ante sí mismo, y los partidos del Estado mantengan la cri- minal esperanza de dar paso, aunque sea teórico, al federalismo o la secesión. Dos fenómenos igualmente necesitados de previo derecho a la autodeterminación. Dejando de momento la dimensión cri- minal de la estupidez, debo recordar que en la Transición al Estado de Autono- mías no se debatió la idea de autodeter- minación. Y los partidos la afirman o la aceptan a regañadientes, como si el dere- cho de los pueblos a la secesión fuera una evidencia no necesitada de demostración. Salvo en mi «Discurso de la República», nadie se ha molestado en explicar en qué consiste y a qué pueblos se aplica. Y na- die se atreve a negarla hoy como derecho, pese a no estar fundada en la libertad co- lectiva del pueblo español y carecer, ade- más, de la substancia propia de los dere- chos políticos. Es bastante fácil, con libertad de pen- samiento y rigor de expresión, destruir las creencias que provienen de raciocinios o datos equivocados. Se puede dialogar con quienes, no siendo nacionalistas, defien- den el derecho de autodeterminación co- mo derecho natural o como expresión de la libertad política. No será difícil, si son cultos o inteligentes, sacarlos de su error. Sin embargo, no es posible mantener es- te diálogo con un nacionalista. La fe que profesan Eta y partidos nacionalistas en SU derecho a la Independencia no ha si- do fruto de un razonamiento ni de una pa- sión de libertad, sino del sentimiento nar- cisista de amor a la comunidad autóctona y envidia del Estado. Los sentimientos no entienden de razones. Sólo se superan con otros sentimientos. El objetivo de un debate nacional sobre la autodeterminación no es diluir en ra- zones el sentimiento separatista, sino mostrar la irracionalidad que implica apoyar, por razón de la libertad, las me- tas del nacionalismo narcisista sin estar embargado por tal sentimiento. Se puede comprender que un vasco nacionalista crea por necesidad sentimental, en el de- recho a la Independencia. Pero hay extra- vío de la razón en los que defienden ese derecho sin ser vascos o si, siéndolos, no están emocionalmente dominados por el ardor del sentimiento nacionalista. No es concebible que una persona de- cente llegue a pensar que más vale con- ceder la Independencia que soportar el terrorismo, a sabiendas de que eso es una injusticia mayor y más sangrienta de la que se desea huir. Si Eta viola los dere- chos vitales de miles de personas, la Inde- pendencia violaría los de millones. Quienes en busca de seguridad o tranqui- lidad hacen abando- no de derechos y libertades, aparte de que no los merecen, no saben que por ese camino encontrarán mayor inseguridad y menor libertad de la que tienen. La lógi- ca de los acontecimientos históricos, que muchas veces hace triunfar la perfidia de la traición, nunca premia la comodidad de la cobardía ni de la pereza de la deja- ción. Si Eta, impulsada por un sentimiento nacionalista que la enajena, no tiene de- recho a desgarrar las entrañas de la so- ciedad vasca ante el altar de la Indepen- dencia, mucho menos lo tienen aquellos que, por temor personal o por falta de en- tereza ante el terrorismo, estarían dis- puestos a desgarrar la entera sociedad es- pañola en aras de una ilusión quimérica. Pues lo que habría sido conquistado por dejación ante el terror, sólo el terrorismo lo podría conservar. AAnnttoonniioo GGAARRCCÍÍAA TTRREEVVIIJJAANNOO puntos en que el proyecto de Ley Orgánica de Uni- versidades ofrece se- rias deficiencias, pero hay un dominio en que, además de acu- sarse tales defectos, se manifiestan rotunda- mente las intenciones que inspiran el intento legislativo. Se trata del que se refiere al gobierno de las Universida- des. En el cual se hace meridianamente claro el propósito de despojar a la colectividad aca- démica de su capacidad de autogobierno. La constitución de los Claustros Universi- tarios, con amplia representación electiva de los diversos sectores, como órgano funda- mental de gobierno de la Universidad consti- tuyó una realización de las aspiraciones por una Universidad democrática, formuladas ya en la lucha contra la dictadura. Y las periódi- cas reuniones de este colectivo, con amplios debates, permitían orientar los problemas de la vida universitaria. He sido miembro del Claustro Universitario, desde su creación hasta mi jubilación, en la Universidad Autó- noma de Madrid, que fue avanzada en esta lí- nea, y mi experiencia es altamente positiva. Pero, en lugar de potenciar esta realidad, el anteproyecto de ley la desvaloriza: califica al claustro no ya como órgano de gobierno, si- no con el nebuloso término de «órgano re- FÁBULA POLÍTICA A znar es como una hormiguita. Trabaja- dor, consciente de su papel, traza y si- gue su camino con la persistencia de quien sabe lo que quiere y la forma de lograrlo. Además, tiene la paciencia para ello. Acaba de lograr que le elijan presidente de una renovada Internacional Demócrata Cristiana que ha cam- biado su nombre para incluir la palabra Centro. Mucho tiene que ver el propio Aznar en la reno- vación de ideas de esta Internacional que agru- pa a casi 90 partidos políticos de todos los paí- ses. Su elección, por tanto, es un reconocimiento claro de su peso político internacional, cosa que, por otra parte, ya todo el mundo sabía. Excepto González, Felipe, que tanto le ha despreciado in- tentando ridiculizarle. Y aho- ra, se ha quedado como la ci- garra, agostada y desafinada, dedicando sus últimos ester- tores a enredar en su maltre- cho partido y a hacerse el loco en asuntos como los fon- dos reservados. Nadie se explica como ha podi- do defender que sus colaboradores eran hones- tos en el reparto de fondos asegurando a la vez que él no sabía nada de los mismos. Así que mientras la hormiguita levanta 60 veces su pro- pio peso, la cigarra no soporta el frío lejos del poder. Tenía que pasar. LLuuiissaa PPAALLMMAA REBOREDO Y SAÑUDO presentativo», sus fun- ciones se reducen a elaborar los Estatutos, así como a «convo- car» las elecciones a Rector y, para evitar desmadres, se prescri- be en su composición una mayoría de «fun- cionarios doctores», que debe alcanzar «al menos el 51 % de los miembros». La elección del Rector no se realiza ya por el Claustro, al modo en que los Parlamentos eligen a los Presidentes de Gobierno, sea el central o los autonómicos, sino por un proce- dimiento, que es designado como «sufragio universal y directo» en toda la comunidad universitaria. Expresión con la cual el pro- yecto de ley realiza un curioso juego de pala- bras y prestidigitación. Pues no se trata de que cada elector o electora cuente como un voto. En tal caso el Rector sería el elegido por el estudiantado, dada su aplastante superiori- dad numérica, y los otros colectivos podrían quedarse en casa. En evitación de ello el voto de los distintos sectores es «ponderado» di- ferencialmente, aunque en todo caso, se ase- gura la preeminencia de los funcionarios doc- tores, los resultados de cuya votación habrán de tener el «valor de al menos el 51 % del to- tal». Con este recurso se elude el absurdo de una elección unilateral, pero no la falacia ter- minológica: el sufragio deja de ser universal y directo, sería más bien censitario, aunque se le presente capciosamente como un avance democrático. Pero lo más grave, si se lee atentamente el anteproyecto, viene dado –jun- to a una composición muy torpe de la Junta de Gobierno, ahora llamada «Consejo», en que absurdamente no están todos los Deca- nos– por la transferencia del poder a órganos no académicos. Tal ocurre con el Consejo So- cial y la llamada Agencia Nacional de Eva- luación y Acreditación. Si la existencia de los Consejos Sociales es un hecho positivo, en la medida en que conec- tan a la Universidad con su entorno, es tam- bién claro que su función debe ser de diálogo y asesoramiento. Sin embargo, el texto del ante- proyecto desorbita este órgano y lo convierte en auténtica y nueva Junta de Gobierno, ya que le corresponde nada menos que fiscalizar el rendimiento y la calidad de los servicios uni- versitarios en relación con la Agencia Nacio- nal de Evaluación y Acreditación. Y, por ma- yor escarnio, el Rector, Secretario General y Gerente forman parte del Consejo Social, pero desprovistos de voto. ¿Cómo se pretende que el Rector o el Secretario General en un órga- no de gobierno universitario carezcan del de- recho a voto? Y en la culminación de este despojo de la Universidad aparece la Agencia de Evaluación y Acreditación. El término «Agencia» sugiere la designación con que la CIA es muchas ve- ces mentada. Y realmente se convierte en un poder parecido dentro de la vida universitaria. Hasta ahora los profesores aspirantes a una nueva plaza eran presentados por un escrito de la Universidad en que trabajaban. Mas si el proyecto prospera, será la Agencia quien in- formará. ¿Se volverá a los Certificados de Ad- hesión al Movimiento? Y la Agencia evaluará desde su suprema sabiduría las Universidades. El Gran Hermano anuncia su gobierno sobre nuestra Universidad. CCaarrllooss PPAARRÍÍSS