2003-12-04.LA RAZON.DEÍSMO EUROPEO AGT

Publicado: 2003-12-04 · Medio: LA RAZON

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DEÍSMO EUROPEO 
LA RAZÓN. JUEVES 4 DE DICIEMBRE DE 2003
ANTONIO GARCÍA TREVIJANO 
Ninguna Constitución menciona los factores que determinaron el desarrollo del espíritu de unidad en la sociedad política que constituye. La pedantería de Giscard d Estaing antepone a la Constitución de la UE un Preámbulo que, además de no tener valor constituyente, evidencia la ignorancia cultural de sus redactores. Aunque algún historiador genial tuviera la osadía de intentarlo, no podría sintetizar en unas pocas frases los elementos materiales y espirituales que, en 25 siglos de continuo acontecer, han formado la conciencia europea. 
   España y Polonia no piden la supresión de ese ridículo y falso Preámbulo. Quieren acercarlo a la realidad histórica incluyendo al cristianismo entre los componentes que menciona. Tal reivindicación, justa pero incompleta, desconoce que el proceso de secularización y separación del Estado, frente a la Iglesia, no lo desencadenó el ateísmo ni el cristianismo, sino un fenómeno espiritual que la Ilustración puso de moda en toda Europa. El deísmo. Una religión sin iglesia. La de la francmasonería de las Luces. La de Bolingbroke y Pope. La de Voltaire y los enciclopedistas. La de Lessing y la «Aufklärung». La que Robespierre hizo religión de Estado. ¿Se comprendería el espíritu europeo sin los deísmos francmasón, inglés, francés y alemán? 
   Los estudiosos de la filosofía del poder y la estética saben que las ideas y valores de Bolingbroke y Lessing ocupan los estratos superiores de la sabiduría política y artística. En mi opinión, lo propio del espíritu europeo en la civilización occidental, lo que lo distingue del espíritu norteamericano, se debe al deísmo. Si el Ser Supremo no tiene poder efectivo sobre lo humano, lo humano no puede legitimar el dominio de unos hombres sobre otros. Esto justifica en las conciencias la oposición, incluso violenta, a todo tipo de poder no derivado de la libertad. Europa produce oposiciones disgregadoras, como la anarquista, que son inéditas en otros continentes. Ésa es su peculiaridad cultural y espiritual. 
   La oposición denunciadora de las mentiras y crímenes del poder, la ironía deísta de Voltaire, originó la función del intelectual europeo. El deísmo de Bolingbroke inventó la oposición parlamentaria como sistema. El de Lessing fundó la estética en la oposición sistemática a las convenciones del clasicismo. Lo que le llevó a separar la poesía de las artes plásticas, a negar la validez del teatro francés (Corneille) y a derivar de esta oposición la necesidad de fundar una poesía alemana y un teatro alemán. Schiller y Goethe lo escucharon. 
   El deísmo de Bolingbroke elaboró el extraño concepto de oposición leal a Su Majestad, para hacer admisibles sus violentas diatribas contra la corrupción del partido gobernante (Walpole), confundido con los intereses de la Corona. De Bolingbroke procede la idea de que los partidos políticos «son intrínsecamente perversos». Palabras que se incorporaron, fuera del contexto liberal donde nacieron, a la propaganda fascista contra el sistema de partidos. El deísmo de aquel portentoso Lord, primer ministro desterrado a Francia, tomó esta divisa: «La verdad de existencia, verdad de conocimiento». El hecho, y sólo el hecho, rige el conocimiento y conduce a la verdad. Su fiel discípulo, el famoso Pope, puso en verso la filosofía deísta de Bolingbroke, a quien dedicó este verso: «¿Ven ahora, mi amigo! ¿Mi Genio! ¿Ven al instante! ¿Oh maestro del poeta y del sueño!» 
   Sin el cristianismo es imposible comprender la formación del espíritu europeo, pero sin Locke, Hume y Kant, que fueron deístas, tampoco. No es lugar ni ocasión para tratar del deísmo, de sus sutiles diferencias con el teísmo y con la religión natural. Sólo reivindico aquí su papel principal en la filosofía y la estética propias de Europa. La separación de Iglesia y Estado, de Revelación y Razón, de Poder y Oposición, no son explicables sin el optimismo deísta.