2003-12-04.LA RAZON.DEÍSMO EUROPEO AGT
Publicado: 2003-12-04 · Medio: LA RAZON
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OTRAS RAZONES OTRAS RAZONES OTRAS RAZONES OTRAS RAZONES 22 16 18 16 LA RAZÓN LA RAZÓN LA RAZÓN LA RAZÓN SÁBADO, 20 - IV - 2002 SÁBADO, 20 - IV - 2002 JUEVES, 4 - XII - 2003 JUEVES, 4 - XII - 2003 DEÍSMO EUROPEO TERRIBLES REALIDADES OTRAS RAZONES bras que se incorpo- raron, fuera del con- texto liberal donde nacieron, a la propa- ganda fascista contra el sistema de parti- dos. El deísmo de portentoso aquel Lord, primer minis- tro desterrado a Fran- cia, tomó esta divisa: «La verdad de existencia, verdad de cono- cimiento». El hecho, y sólo el hecho, rige el conocimiento y conduce a la verdad. Su fiel discípulo, el famoso Pope, puso en ver- so la filosofía deísta de Bolingbroke, a quien dedicó este verso: «¡Ven ahora, mi amigo! ¡Mi Genio! ¡Ven al instante! ¡Oh maestro del poeta y del sueño!» Sin el cristianismo es imposible com- prender la formación del espíritu europeo, pero sin Locke, Hume y Kant, que fueron deístas, tampoco. No es lugar ni ocasión para tratar del deísmo, de sus sutiles dife- rencias con el teísmo y con la religión na- tural. Sólo reivindico aquí su papel princi- pal en la filosofía y la estética propias de Europa. La separación de Iglesia y Estado, de Revelación y Razón, de Poder y Oposi- ción, no son explicables sin el optimismo deísta. AAnnttoonniioo GGAARRCCÍÍAA TTRREEVVIIJJAANNOO N o hay que darle más vueltas. Los norteamericanos han perdido la guerra que provocaron en contra de la legalidad inter- nacional. No tienen legitimidad ni para transmitir el poder a «sus» iraquíes. Nadie aceptará la licitud de esa transmisión. Es como las raíces del árbol podrido. Todo el árbol está podrido. Sus frutas son veneno- sas. El pueblo iraquí no aceptará jamás la legitimidad de lo que decida USA. Hasta que se retire completamente del territorio iraquí, sin dejar ni un solo soldado, ni una sola estructura de mando, y sean otros pa- íses, bajo el mando de Naciones Unidas, los que transmitan el poder a un Gobierno provisional, incluidos los baasistas. Los usacos han perdido la guerra y han lleva- do a la derrota a sus aliados. Ellos también participan de la podredumbre de la causa. Tampoco sirven para otra cosa que para marcharse cuanto antes. Por primera vez ha dicho algo inteligente Ana Palacio. La situación es peor que cuando mandaba Sa- dam. Puede hacerse más terrible aún. Tie- nen que marcharse todos y cumplir sus obligaciones básicas. Entre ellas, pagar la reconstrucción de lo que destruyeron vio- EL MEJOR ZAPATERO G anó el debate. Así de sencillo. Supo dar con el tono y la forma, sensato, creíble y moderado, y supo darnos la razones. La responsabilidad de iniciar la gue- rra de Iraq no le es en absoluto atribuible, pero entiende que ahora no se puede dejar aquel pa- ís a su suerte. Si desatar la furia de un terrible avispero fue un disparate y la peor y más estú- pida forma de combatir lo que ahora se dice combatir, el terrorismo, desentenderse ahora sería la culminación del crimen por parte de la comunidad mundial. Zapatero supo transmitir esa constructiva opción y ofreció su apoyo. Az- nar no tuvo respuesta. Sigue encastillado, to- zudo, firme en su convicción y decidido a se- guir hasta el final por un camino que, por más que él no quiera verlo, los demás, y cada vez más, perciben como un cúmulo de trágicas equi- vocaciones. Los hechos, día a día, con dolorosa contundencia, son aún más tozudos que él. Fue el del martes en el Congreso, y después de muchos vaivenes en sen- tido contrario que tanto le han erosionado, el mejor Zapatero, el del sentido de Estado y de la prudencia sin renunciar a las propias ideas y a los principios. Ayer recobró, espero que para siempre, su mejor faceta. Este Zapatero sí que es un peligro. Para el PP, claro. AAnnttoonniioo PPÉÉRREEZZ HHEENNAARREESS REBOREDO Y SAÑUDO N inguna Constitución menciona los factores que determi- naron el desarrollo del espíritu de unidad en la sociedad políti- ca que constituye. La pedantería de Gis- card d’Estaing ante- pone a la Constitu- ción de la UE un Preámbulo que, además de no tener valor constituyente, evidencia la ignorancia cultural de sus redactores. Aunque algún historiador genial tuviera la osadía de intentarlo, no podría sintetizar en unas pocas frases los elementos materiales y espirituales que, en 25 siglos de continuo acontecer, han formado la conciencia eu- ropea. España y Polonia no piden la supresión de ese ridículo y falso Preámbulo. Quieren acercarlo a la realidad histórica incluyen- do al cristianismo entre los componentes que menciona. Tal reivindicación, justa pe- ro incompleta, desconoce que el proceso de secularización y separación del Estado, frente a la Iglesia, no lo desencadenó el ateísmo ni el cristianismo, sino un fenó- meno espiritual que la Ilustración puso de moda en toda Europa. El deísmo. Una re- ligión sin iglesia. La de la francmasonería de las Luces. La de Bolingbroke y Pope. La de Voltaire y los enciclopedistas. La de Lessing y la «Aufklärung». La que Ro- bespierre hizo religión de Estado. ¿Se comprendería el espíritu europeo sin los deísmos francmasón, inglés, francés y ale- mán? Los estudiosos de la filosofía del poder y la estética saben que las ideas y valores de Bolingbroke y Lessing ocupan los es- tratos superiores de la sabiduría política y artística. En mi opinión, lo propio del es- píritu europeo en la civilización occiden- tal, lo que lo distingue del espíritu nortea- mericano, se debe al deísmo. Si el Ser Supremo no tiene poder efectivo sobre lo humano, lo humano no puede legitimar el dominio de unos hombres sobre otros. Es- to justifica en las conciencias la oposición, incluso violenta, a todo tipo de poder no derivado de la libertad. Europa produce oposiciones disgregadoras, como la anar- quista, que son inéditas en otros continen- tes. Ésa es su peculiaridad cultural y espi- ritual. La oposición denunciadora de las men- tiras y crímenes del poder, la ironía deísta de Voltaire, originó la función del intelec- tual europeo. El deísmo de Bolingbroke in- ventó la oposición parlamentaria como sis- tema. El de Lessing fundó la estética en la oposición sistemática a las convenciones del clasicismo. Lo que le llevó a separar la poesía de las artes plásticas, a negar la va- lidez del teatro francés (Corneille) y a de- rivar de esta oposición la necesidad de fun- dar una poesía alemana y un teatro alemán. Schiller y Goethe lo escucharon. El deísmo de Bolingbroke elaboró el ex- traño concepto de oposición leal a Su Ma- jestad, para hacer admisibles sus violentas diatribas contra la corrupción del partido gobernante (Walpole), confundido con los intereses de la Corona. De Bolingbroke procede la idea de que los partidos políti- cos «son intrínsecamente perversos». Pala- lando las leyes inter- nacionales y humani- tarias. Manos sucias, fuera. Fuera también la borrachera de po- der. La codicia del corazón y la impudi- cia de la sangre asesi- nada. Comparto el dolor por nuestros militares muertos. Más lo siento que los caimanes condecorados y los ministriles de cargo adosado. Mucho más. Han muerto en el vacío más insoportable, por una causa que se les presentó como no era. No se han po- dido acostumbrar con la muerte. Cerradles con urgencia. Que no vean por qué murie- ron. Que no se vuelvan a morir aún más espantados y asqueados de lo que murie- ron. Todas las guerras son enfrentamien- tos sucios entre poderosos y pobres. Todas se libran por codicia de riqueza, poder y territorio. Todas son deshonrosas e inicuas. No hay guerras honorables. Pero si, enci- ma, se provocan pisoteando la legalidad internacional y el derecho humanitario, son criminales, genocidas y odiosas. De- cir que, mediante una guerra genocida, se defiende la paz, la seguridad o la libertad es defecarse en el género humano. Humi- llarlo y ofenderlo. Decir que la imposición de la democracia será el resultado de una guerra es insultar a la democracia. Afirmar que es preciso luchar contra el terrorismo mediante otro terrorismo más intenso y brutal es un crimen contra la humanidad. Llamar terrorismo a defender el propio te- rritorio ocupado por los agresores es una infamia. Cuando sólo vale la fuerza, cuan- do el Derecho únicamente sirve para ben- decir al más fuerte y darle la razón en to- do caso y permitirle decir que actúa en nombre del Estado de derecho, que invo- can todos los Estados totalitarios y violen- tos, se está incitando al terror social e in- dividual. Cuando la ley internacional es vejada y humillada por conspicuos repre- sentantes de la comunidad de naciones, es- tamos al cabo de la calle. En el mismo campo de batalla donde han muerto los pobres soldados de la «inteligencia» espa- ñola. Parece una obra de Norman Mailer. «Espías en el campo de batalla». ¿Qué ha- cían allí? ¿Quién les había ordenado que pasaran por allí, sin defensa ni informa- ción, observados con odio por los ciuda- danos iraquíes que los veían circular? ¿Ocupantes de un territorio ajeno y partí- cipes de una guerra que no era suya ni por asomo? ¿A muchísima distancia de su tie- rra y de la integridad y libertad de los su- yos? ¿Dónde están los asesinos? Se han muerto para siempre, como to- dos los muertos de la tierra, pero sus ge- midos acompañan el frío de nuestra san- gre. Gabriel Celaya lo decía muy bien hablando con Vicente Aleixandre. «Pero el hombre no existe / nunca ha existido, nun- ca, / pero el hombre no vive, como no vive el día / pero la luna inventa sus metales fu- riosos». Son metales enfurecidos por sie- te muertes inútiles y terribles que no me- recía la condición humana de nuestros soldados. Metales que lloran gritando su dolor a todos los dioses que conocen. JJooaaqquuíínn NNAAVVAARRRROO