1996-05-13.EL MUNDO.DECORADORES DE LA IRRESPONSABILIDAD AGT
Publicado: 1996-05-13 · Medio: EL MUNDO
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DECORADORES DE LA IRRESPONSABILIDAD EL MUNDO. LUNES 13 DE MAYO DE 1996 ANTONIO GARCÍA-TREVIJANO El triunfo del ánimo de gobernar a toda costa personal, sobre el de eludir responsabilidades a todo costo social, ha llevado por la fuerza de la cosa institucional a la síntesis gubernamental de simpatía con de Estado, la irresponsabilidad ha tomado cuerpo en la composición y en los primeros actos del nuevo Gobierno. El ministro de Defensa, que algún tipo de responsabilidad tendrá en las escuchas ilegales del CESID durante su obediencia felipista, se libera de toda tacha futura por la índole real del anillo que lo exonera. La ministra de Justicia vuela sobre el nido de víboras del Poder Judicial para estampar el sello de la irresponsabilidad suprema en la página negra que se quiere pasar. El pragmatismo de la visión europea de Matutes despierta al de Rato, pero la primacía de la verdad oficial sobre la real, que el cargo le recuerda, pronto le devuelve al redil de la irresponsabilidad de la política de Estado de ministro del Interior se remite también a ella en la lucha antiterrorista. Y la lógica de esta irresponsabilidad alaba y condecora al deshonor desahuciado por los crímenes de Estado. En la investidura se puso de manifiesto que Aznar y González se identifican como dos gotas de agua en todo lo que sea política de Estado. O dicho de forma equivalente: en todas las maneras de hacer posible la irresponsabilidad política. La indescifrable retórica de Felipe ha hecho escuela en el Gabinete Aznar. Nadie quiere considerarse ya simple gobernante, sujeto a los errores o dolos de los que se puedan derivar responsabilidades políticas o jurídicas. Todos los ocupantes de cargos públicos, incluso en agricultura y deporte, son hombres y mujeres de Estado que hacen políticas de Estado. En los estadistas no hay lugar para el yerro o no preguntéis qué es política de Estado. Nadie lo sabe. Sobre todo desde que las políticas de Estado se invocan en plural. ¿Cual es su denominador común? Antes se entendía por política de Estado la que no obedecía a razones de partido, de sectores sociales o de regiones. Pero desde que los partidos y las regiones se hicieron estatales, y los sectores se integraron en estadísticas generales, las políticas de Estado se basan en la repentina inspiración que la amoralidad del cargo comunica a sus titulares. Cada política de Estado, con su secreta razón de Estado, excluye por principio todo atisbo de equivocación y de responsabilidad. ¿Quién tendrá la osadía de disentir de las políticas de Estado? Se trate de la OTAN o de Maastricht, de la lucha antiterrorista o de cuestiones autonómicas, de temas militares o de materias judiciales, de la circulación monetaria o de la seguridad social, de la desregulación del mercado, de la cuantía de la reducción del déficit o de las privatizaciones de empresas públicas, de la educación o de la salud, las políticas de Estado siempre tienden a imponer en la opinión, al modo de las religiones monoteístas, un consenso dogmático, una ausencia de oposición que no sea satánica y una divina irresponsabilidad de la Autoridad. ¡Cómo hemos retrocedido en lo fundamental! ¡Cuán lejos de la libertad de pensamiento y de expresión de la verdad! La invocación a las políticas de Estado entontecen a los gobernados, culpabilizan a la libertad de crítica y meten a los gobernantes en el reino de la irresponsabilidad sistemática. Menos mal que ya son dos los jueces que encuentran responsabilidades penales en las políticas de Estado de los gobernantes gratuitamente condecorados por los irresponsables decoradores de la irresponsabilidad.