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Publicado: 2004-02-23 · Medio: LA RAZON

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OTRAS RAZONES
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LA RAZÓN
LA RAZÓN
LA RAZÓN
LUNES, 23 - II - 2004
LUNES, 23 - II - 2004
LUNES, 23 - II - 2004

OTRAS RAZONES

DEBILIDAD OPERATIVA

EL VELO ISLÁMICO

RAZÓN,  21/2/04),
llamé la atención so-
bre los efectos contra-
dictorios  que  com-
porta 
nueva
la 
complejidad política
del «terror suspendi-
do».  En  el  segundo
decía que  ETA esta-
ba  obligada  a  nego-
ciar una estrategia co-
mún con los nacionalistas vascos, para ser
consecuente con la suspensión del terroris-
mo en Cataluña. Mi análisis ha sido confir-
mado por la propia ETA en el diario "Gara",
con la advertencia de que no se interprete su
actitud negociadora como signo de debili-
dad operativa. 

Publico este artículo, antes de aquel se-
gundo inédito, porque la debilidad operati-
va depende del tipo de violencia a que se re-
fiera. Pues una cosa es la posible deficiencia
en comandos de terror y otra la eficiencia
para mantener o aumentar los movimientos
«violentatarios» y «violatarios» que, sin ser
propiamente terroristas, dan a ETA base po-
pular y esperanzas revolucionarias. Aclararé
las realidades vascas designadas con esos
vocablos, derivados de violentar y de violar.  

AAnnttoonniioo  GGAARRCCÍÍAA TTRREEVVIIJJAANNOO

T ras  largo  con-

flicto,  surgido
ya en 1989, so-
bre el uso del velo por
parte  de  las  alumnas
islámicas asistentes a
las escuelas públicas,
la Asamblea Nacional
Francesa ha tomado la
acertada decisión, ro-
deada, además, por di-
versas cautelas, de prohibir dicha práctica. La
razón aducida para tal medida es el carácter
laico del Estado, que resultaría violado con la
introducción de manifestaciones religiosas en
el espacio público, de modo que cualquier
símbolo religioso, sea el indicado de carácter
islámico o la exhibición de cristianas cruces
queda vetado. Sin embargo, a mi modo de
ver, la problemática planteada en este conflic-
to es más amplia y debe ser abordada sin in-
hibiciones. Son tres los grandes problemas
que se entrecruzan en el conflicto sobre el ve-
lo. Uno de ellos es ciertamente el manteni-
miento del espacio ajeno a lo religioso propio
de un Estado laico, al cual se ha constreñido
la prohibición de la Asamblea Francesa. Y que
en España habría tanto terreno que ganar. Pe-
ro a semejante motivación es necesario aña-
dir el carácter represivo que la obligación im-
puesta a las mujeres en las culturas islámicas

LA FACTURA

C arod-Rovira pacta indecentemente con

ETA para que no mate en Cataluña y
Maragall le premia poniendo en manos
del independentismo catalán de ERC la Jefatu-
ra de la Generalitat que había perdido cuando
se conoció la entrevista con los etarras. Rovira
presume de tener la llave y, efectivamente, no
sólo la tiene sino que tiene cogido a Maragall y
al PSOE por donde todos sabemos. Y encima
algunos dicen que es un tontorrón ingenuo. Ma-
ragall, a quien el ansia del poder le ha destapado
su verdadero yo, se permite ningunear a Ibarra
cuando éste le pidió que rompiera «ipso facto»
con ERC. También a Bono por lo mismo. De
paso ha dejado a Zapatero sin autoridad y ha
puesto en evidencia su falta de liderazgo. Está
claro que ni Maragall ni Zapatero ven el tamaño
de la carga de profundidad que Rovira le ha me-

tido al PSOE. Al primero,
desde  luego,  le  importa
poco, pues sólo ve la pol-
trona, pero a Zapatero sí
debería  preocuparle  que
su partido quede minado
y dividido. Son muchos
los socialistas que piensan
como Bono e Ibarra y están que trinan con los
«Zeta Panolis» de su actual dirección. Cierto
que no tienen más remedio que callar en víspe-
ras electorales, pero preparan factura. Carod-
Rovira  está  haciendo  daño  a  Cataluña  y  al
PSOE, pero nada de todo esto podría hacer si
los socialistas no hubieran aceptado pactar con
él «contra natura». Y ése sí es el problema.

LLuuiissaa  PPAALLMMAA

REBOREDO Y SAÑUDO

S in  conocer  las

interioridades
de una organi-
zación  clandestina,
que lleva tantos años
manifestando el senti-
do  de  su  existencia
por  medio  de  accio-
nes terroristas, no se
puede saber con certi-
dumbre si su inespe-
rada decisión de suspenderlas en Cataluña
obedece a una nueva esperanza en la estra-
tegia política, a una desesperanza de la vie-
ja táctica del terror o a un disimulo idealista
de su impotencia operativa. El comunicado
de ETA muestra indicios de estas tres posi-
bilidades. El valor de mis análisis no tras-
pasará,  pues,  el  de  la  incertidumbre  que
marca las fronteras de lo indiciario.     

Aunque sólo sea por su novedad, el ele-
mento que más interés ofrece es el hecho
sustantivo de que un grupo terrorista, auto-
legitimado en la creencia de que al inde-
pendentismo vasco sólo puede desarrollar-
lo la violencia, exprese su voluntad de no
atentar en Cataluña por respeto al avance
pacífico del independentismo catalán. Es
imposible que ETA manifieste a sus mili-
tantes y simpatizantes una contradicción tan
patente, sin la concurrencia de una causa
objetiva que la determine. Mi reflexión pre-
tende averiguar si la causa de semejante in-
congruencia, venga o no de una debilidad
operativa, conducirá a corto plazo a la sub-
ordinación de la violencia etarra al Plan Iba-
rreche o a la autodestrucción de ETA. 

El hecho de que dos afanes colectivos
persigan el mismo objetivo no asegura que
la oposición en los modos divergentes de al-
canzarlo esté llamada a resolverse en una
convergencia estratégica, cuando la meta les
parezca cercana.  El anarquismo y el comu-
nismo pretendían lo mismo. La disolución
del Estado. Pero su enfrentamiento nunca
fue más encarnizado que en los momentos
definitivos (Comuna de París, Revolución
de Octubre, Guerra Civil española). Entre
PNV y ETA no sólo hay diferencias de tác-
tica para lograr la independencia nacional,
eso podría superarse, sino un enfrentamien-
to irreconciliable respecto de la naturaleza
burguesa o revolucionaria del futuro Esta-
do. 

La violencia terrorista obedece a la doble
necesidad de vencer al Estado español fuera
del País Vasco y a la burguesía vasca dentro
de Euskadi. La experiencia en la lucha por
el poder enseña que el modo de alcanzarlo
determina su posterior naturaleza. La opo-
sición al Régimen anterior sabía que la Re-
forma daría paso a un poder liberal donde
prosperarían los partidos y la Ruptura a un
poder democrático donde imperaría la li-
bertad política de los ciudadanos. ETA no
puede desistir de la violencia dentro de Eus-
kadi, como acaba de anunciar respecto de
Cataluña, sin renunciar a su ideal revolucio-
nario en Euskal Herria.  

Al día siguiente del comunicado de ETA
advertí a la dirección de este periódico de
que ahí se anunciaba un cambio inminente
en la estrategia del terrorismo ante los par-
tidos independentistas que se desarrollan
dentro de la legalidad en el País Vasco. En-
vié dos artículos de urgencia. En el prime-
ro, titulado «Inteligencia del Terrorismo» e
insertado  en  las  páginas  de  opinión  (LA

de cubrir sus cabellos o
incluso su rostro y todo
su  cuerpo  implica. Y,
aquí, surge el amplio y
muy  actual  tema  del
debate entre las cultu-
ras, con el intento de
justificar determinadas
prácticas  como  parte
de una tradición cultu-
ral,  que  se  considera
con derecho a ser respetada por culturas aje-
nas. De modo que criticar o combatir dicha
práctica constituiría un acto de imposición
imperialista de una cultura sobre otra. En es-
ta línea habría que situar las manifestaciones
de protesta que, curiosamente, protagoniza-
das por manipuladas mujeres islámicas se han
producido, así como las reclamaciones de to-
lerancia que, desde fuera del Islam, algunas
voces occidentales han pronunciado. Así co-
mo  la  inhibición  para  pronunciarse  clara-
mente sobre este tema en muchos medios,
movidos por la conciencia de culpabilidad de
nuestro imperialismo o más utilitariamente
por conveniencias políticas. 

¿Es realmente un gesto de prepotencia oc-
cidental, un atentado contra los derechos de
las culturas islámicas, denunciar la situación
de la mujer dentro de ellas? ¿Extender los de-
rechos a la igualdad y la no discriminación
que en la cultura occidental moderna los mo-
vimientos feministas han conquistado? Porque,
rompiendo superficiales alegatos, la obliga-
ción del velo forma parte de una estrategia de
ocultación de la mujer, de un amplio ritual de
custodia y exclusión Como los calzados si-
lenciosos, las celosías. También, si conduci-
mos las cosas a sus últimos extremos, el lai-
cismo sería una imposición occidental, ya que
es en el interior de su cultura donde la creación
de espacios laicos se ha conquistado.

Vivimos un mundo pluricultural, estrecha-
mente interrelacionado por nuestro desarro-
llo técnico. ¿Con qué criterios debemos en-
focar  la  coexistencia  o  convivencia  de
culturas? Indudablemente, el pluralismo cul-
tural es un patrimonio de nuestra sociedad
planetaria que debe ser conservado, sin que
las culturas dominantes, como desgraciada-
mente está ocurriendo, ahoguen a las menos
poderosas. Y por supuesto, condenando el ac-
tual imperialismo bélico de Bush, que atiza el
enfrentamiento de culturas, así como el des-
igual reparto de riqueza y la discriminación
de los inmigrantes.

Entre las culturas es de desear un diálogo
enriquecedor. Pero ello no excluye la crítica
tanto de la cultura propia como de las ajenas,
por encima de las cuales se encuentran los va-
lores que el progreso moral ha ido descu-
briendo, aunque en la práctica estamos lejos
de su realización. Nuestra admiración por la
cultura griega no puede llevarnos a pensar co-
mo Aristóteles que la mujer es un ser inferior
o que la esclavitud es una institución natural.
La cultura occidental explotadora de la natu-
raleza ha de aprender de otras a respetarla y
hemos de criticar junto al colonialismo la mi-
tología del enriquecimiento capitalista, y la
competitividad insolidaria de la ideología que
en nuestro medio nos invade. Y en las cultu-
ras islámicas es preciso repudiar y combatir
su sexismo represivo. Y el velo, forma parte
de él. No tengamos reparos en condenarlo ex-
plícitamente.

CCaarrllooss  PPAARRÍÍSS