2017-08-22.CONFIDENCIAL DIGITAL.DE JUAN LUIS CEBRIAN Y EL SECTARISMO JOSE APEZARENA

Publicado: 2017-08-22 · Medio: CONFIDENCIAL DIGITAL

Ver texto extraído
De Juan Luis Cebrián y el sectarismo

José Apezarena | Confidencialmente

Confidencial Digital | 22 de agosto de 2017

Con un poco de retraso, lo admito, acabo de leer, aprovechando los días de
verano, el último libro de Juan Luis Cebrián, “Primera Página. Vida de un
periodista 1944-1988”. Me ha parecido apasionante, bien escrito y con
aportaciones novedosas.

Paso por alto los interesantes datos personales que aporta, incluyendo esa
vocación sacerdotal que, según cuenta, le duró unos pocos años juveniles, para
centrarme sobre todo en lo periodístico.

La creación y puesta en marcha de El País constituye, sin duda, el gran éxito
profesional de Juan Luis Cebrián, y así está reconocido. Directamente, y a través
del diario, protagonizó buena parte de la historia periodística y política de España,
en tiempos decisivos en los que andaba en juego nuestro destino democrático.

Evidentemente, suele ser inevitable, Cebrián se deja llevar por algunas de sus
filias y fobias, y aprovecha también para pasar factura a personajes con los que
trató o trabajó en esos años. Uno de los que salen peor parados es José María de
Areilza, y su adlátere Darío Valcárcel, a propósito de las distintas conspiraciones
que protagonizó, singularmente las dirigidas a hacerse con el mando absoluto de
El País.

Y desvela cómo logró Jesús Polanco la mayoría accionarial, por el sistema de
comprársela a García Trevijano, que había ido adquiriendo paquetes con el
objetivo de convertir El País en el instrumento para instaurar en España la Tercera
República, con él como presidente.

A Polanco le acompañó en ese movimiento Ramón Mendoza, que se mostró
dispuesto a facilitar el dinero para los pagos (en dinero negro, por supuesto), a
cambio de quedarse con el 5% de la empresa. Siempre he creído –añade Cebrián–
que parte de las comisiones que le generaba la venta del petróleo ruso las
destinaba Mendoza a financiar el Partido Comunista. Las maletas repletas de
dinero que llegaban desde Moscú no son ninguna invención: Manuel Azcárate “me
confesó que él mismo había sido correo de varios envíos de ese género”.

Tampoco queda muy bien Pedro J. Ramírez, en el relato sobre la tarde del 23-F,
cuando Cebrián decidió que había que sacar a la calle una edición especial de El
País en defensa de la Constitución. Le llamó por teléfono para que Diario 16 se
sumara y, ante las dudas de Ramírez, con la excusa de que no tenía medios, le
respondió: “Lo que no tienes es huevos”.

A propósito del 23-F, el hoy presidente de Prisa transita de puntillas sobre una
realidad que para nada figura en las páginas del libro. La participación de El País
en la llamada “operación Armada”, dirigida a colocar un militar en el Presidencia
del Gobierno como “solución” a los graves problemas de España, una iniciativa

apoyada abiertamente desde las páginas editoriales de su periódico. Algo que
omite convenientemente. Debe de ser un problema de memoria selectiva.

Ilustrativo resulta el relato sobre cómo El País publicó la exclusiva de la
desarticulación de la “Operación Galaxia”, anticipo del 23-F. Se lo contó en
persona el presidente del Gobierno, Adolfo Suárez. Y a destacar el comentario
inmediato de Cebrián: “Para mí fue una vez más la demostración de que el
periodismo de investigación era y es, en gran medida, un periodismo de filtración,
como ya había quedado de manifiesto, por otra parte, en el caso Watergate”.

El ex director de El País reconoce también algunas prácticas de juego sucio
profesional. Por ejemplo cuando relata cómo consiguió el sumario del 23-F, que
había empezado a publicar en exclusiva Europa Press. Un par de redactores de
esa agencia se mostraron dispuestos a robar un copia y entregársela, “a cambio
de la promesa, que cumplí, de incorporarlos a nuestra plantilla”.

Como en aquella época yo trabajaba en Europa Press, creo que podría citar los
nombres de esos dos periodistas venales. Basta con comprobar cuándo fueron
fichados por El País.

Y la incógnita final. ¿Por qué cito la palabra sectarismo en el titular de esta
columna? Porque pienso que es la adecuada para calificar cómo se formó la
redacción de El País desde sus comienzos. Cebrián explica los límites ideológicos
que le marcó entonces el presidente, José Ortega, a la hora de seleccionar
redactores. Yo conocía la historia, y cómo a muchos de los candidatos se les
formuló, entre otras, esta comprometida pregunta: “¿Eres laico?” De la respuesta
dependía ser o no admitido.

Asumo que, quienes ponen en marcha un proyecto periodístico, tienen todo el
derecho del mundo a fijar el perfil de sus colaboradores. Por supuesto. Pero
también me gusta la claridad. Y que se conozca que, en un diario que siempre ha
pretendido presumir de liberal, quedaron excluidos por decreto personas de
ámbitos ideológicos y sociales que no eran vistos con simpatía. Por tanto, muy
liberales no son.