1995-07-15.ABC.CURSO AEPI. AGT.REVOLUCION FRANCESA Y OPINION PUBLICA

Publicado: 1995-07-15 · Medio: ABC

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SÁBADO 15-7-95

CULTURA

ABC  Pág.  43

Clausurado con enorme  éxito el curso de la
AEPI,  «Literatura,  Prensa y Poder»
Intervinieron Martín Ferrand, Trevyano y Gala

Con  la  entrega  de diplomas  acreditativos, ayer
se clausuró en el Teatro Infanta Isabel de Madrid
el I Curso de verano de la Asociación de Escrito-
res y Periodistas  Independientes  (AEPI), que ha
reunido a quinientos alumnos en lo que se con-

Madrid. Jesús García Calero
sidera  el  curso  de  verano  que  ha  despertado
más  interés  en  los  últimos  años.  En la jornada
de clausura participaron Manuel Martín Ferrand,
Antonio  García  Trevijano  y  Antonio  Gala.  El
curso  ha  estado  dirigido  por  Pablo  Sebastián.
res están  separados  o es tonto o
miente», añadió.  Pasó después a
comparar el proceso revolucionario
con la transición española. Dijo que
en España no tenemos democracia
política sino social. En su opinión,
las derechas prefieren la guerra civil
y la dictadura de clase antes de un
gobierno  con controles  públicos y
las izquierdas  sacrifican  la demo-
cracia política al sueño de la demo-
cracia  social.  «Nada  nos  impide
que  seamos  el  primer  país  que
conquista la democracia política en
Europa», proclamó.

Pablo Sebastián

opinión pública, dijo que «La Cons-
titución de Robespierre y la nuestra
no tienen división de poderes». «El
que diga que en España los pode-

Para Trevijano, la gran mentira de
la transición es el legalismo, que la
Constitución fue «un pacto para re-
partirse el poder contra  la libertad
de los españoles a elegir  la forma
de Estado y de Gobierno». «En Es-
paña sólo hay opinión institucional,
es decir propaganda», concluyó.

Martín Ferrand: «En cuestión de
libertades, estamos peor que antes»

Manuel  Martín  Ferrand  realizó
un  lúcido  diagnóstico  de  la es-
tructura  de la información en Es-
paña, de la que se desprende que
el  Estado domina  los  medios  de
comunicación  directa  o indirecta-
mente. El periodista, que tuvo una
de  las  más  brillantes  intervencio-
nes  del curso,  advirtió  que  1995
ha visto nacer dos periódicos pú-
blicos, «algo que no se veía desde
que el PSOE cerró  la Prensa del
"Movimiento"».

De  la Televisión  pública,  ase-
guró que sus canales  «son abso-
lutamente iguales estén en manos
del partido que estén, lo que ocu-
rre es  que  TVE ha  alcanzado  la
perversidad que hoy tiene en sus
largos  años  de  historia,  mientras
que los canales autonómicos han
desarrollado  la  misma en  mucho
menos tiempo».

Para Martín Ferrand, está claro,
después  de  conocer  los  datos,
que «existe una competencia des-
leal» y  que  «el Estado  es  la pri-
mera  empresa  de  comunicación
del país, la más concentrada, una
máquina que se queda con el 40
por  100 de los ingresos publicita-
rios totales,  que  ingresa  también
el Estado, porque el Estado es el
principal anunciante del país».

En cuanto  a la deuda  de TVE
dijo  que  «es un disparate»  y que
las  cifras  oficiales  no  incluyen
multitud  de  partidas,  de  las  que
puso  numerosos  efectos.  Ase-

guró  que  se  puede  cifrar  en
600.000  millones,  más  de  la mi-
tad  del  billón  de  deuda acumu-
lada por los medios de comunica-
ción públicos. Para este profesio-
nal  el  Estado  «ha  cometido  un
grave error con la transferencia en
materia de frecuencias» porque el
control de las comunicaciones es
una de sus responsabilidades.

«El  Estado  sí  edita  -afirmó
Martín Ferrand- y en democracia
esa no es una función del Estado,
con  lo  que  podemos  decir  que
estamos siendo estafados y mani-
pulados».

Martín  Ferrand  tuvo  también
duras palabras para la política au-
diovisual del  PP, poniendo  como
ejemplo  la televisión  gallega  y el
nombramiento  del nuevo director
general de Telemadrid,  «un hom-
bre  que  viene  del  mundo finan-
ciero, y por ello no creo que tenga
el mejor perfil para defender  la li-
bertad de expresión, al margen de
que  proviene  del  grupo  PRISA».
Para el periodista,  «en materia
de  libertades  estamos  peor  que
estábamos». Afirmó  que  lo  peor
del felipismo  «es  el  magma  cre-
ado al unir el poder político, el cul-
tural y el económico».

Por  último, aseguró  que la en-
dogamia  universitaria  «ha creado
unos  claustros  impresentables,
con  la docena de excepciones y
ha dado nido a los más tontos del
periodismo en las facultades».

Antonio  García Trevijano  dedicó
su  conferencia  a  la  «Revolución
Francesa y opinión pública». Para el
que fue uno  de  los  protagonistas
de la transición, «la opinión pública
no es un concepto  sociológico, ni
una idea psicológica, sino algo que
legitima y deslegitima». Considera
asimismo que «es una fuerza y no
un juicio  de  condición»  y  «sólo
pudo  nacer  cuando  se rompió el
consenso  del Antiguo  Régimen».
«La revolución no es posible sin una
opinión pública previa», dijo.

Trevijano  abordó  la  Revolución
Francesa desde un punto de vista
político, «como lucha por el poder»
y estableció tres momentos de opi-
nión  en ella, el ilustrado  y  refor-
mista, el popular y el reaccionario.
Para él la toma de la Bastilla no es
la fecha más significativa de la Re-
volución, que sitúa en lo que deno-
mina «la gran mentira», cuando la
Constituyente  decreta  que  el rey
francés ha sido secuestrado en lu-
gar de decir que ha huido. Trevijano
añadió  que la opinión  pública  se
confundió con el espíritu público y
más tarde  con el orden  público.
Cree, además,  que la  Ilustración
apenas influyó en la opinión pública
durante la revolución, o mucho me-
nos que  la literatura  panfletaria y
marginal.  «Lo que  ocurrió  es que
los  revolucionarios  pensaron  que
realizaban los  ideales de la ilustra-
ción», dijo.

Para Trevijano, la «alta Ilustración
crea la mentalidad timorata de la
Constituyente»  y  la «baja Ilustra-
ción, que proporciona talentos re-
volucionarios,  una mentalidad au-
daz, la de la Comuna». «La Revolu-
ción no devora a sus criaturas, sino
a sus enemigos», aseguró el jurista,
«a los que quisieron detenerla cre-
yendo que había desarrollado sus
virtualidades». «La verdadera Revo-
lución fue la del pueblo contra sus
representantes políticos -aseguró-,
y es la nuestra».

«Alfonso  Guerra  tenía  razón
-añadió- Montesquieu desaparece
en los  primeros  momentos  de la
Revolución y su espíritu ya no está
en la Constituyente». A partir de en-
tonces, Trevijano distingue la opi-
nión legal de la legítima y opina que
«la opinión pública surge contra el
consenso  constitucional».  Recor-
dando los días siguientes a la «gran
mentira», el jurista relató cómo La-
fayette fusila en el Campo de Marte
a  los que firmaban  un manifiesto
contra el rey. Aunque afirmó que «a
través de /a acción de Robespíerre
la opinión  popular  vuelve a ser la

Antonio Gala:  «Desconfío
de toda revolución que
se nos quiera imponer»

Madrid. J. G. C.
Antonio  Gala puso ayer  el bro-
che final  al curso  de la AEPI con
una  muy  hermosa  conferencia.
Con palabra de dramaturgo y voz
de poeta habló a los alumnos de su
visión del teatro, «el de ayer, el de
hoy, el de mañana», que no se con-
virtió sino en su visión del arte, su
visión  de  la sociedad y  la cultura
por ende, y en su visión del hom-
bre.

Siguiendo  la tradición dramática
española  desde  el siglo  de Oro,
presentó  la  depresión  del  teatro
como  un  reflejo  de  la sociedad.
Para  él,  un  reproche  que  se  le
puede hacer  al teatro del siglo de
Oro es que se entrega a su público
y no a su pueblo, teoría que ejem-
plificó con algunos casos, como la
ocultación de la violación cometida
por el comendador de «Fuenteove-
juna» porque «así puede acabar en
boda. El español es matrimonial de
manera obsesiva».

Para Gala, el teatro es una vía de
conocimiento intelectual y emocio-
nal,  que amplifica todo. Pero el pú-
blico ya no es hoy el pueblo, y el
teatro se ha hecho burgués. «Hoy
el público es más amorfo».

El autor cordobés considera que
no es el teatro el que sufre una cri-
sis,  sino sólo un tipo de teatro. «Y
la crisis del teatro es la de la socie-
dad -dijo-.  Hoy y  mañana predo-
mina la sociabilidad sobre la indivi-
dualidad, y eso es también un re-
torno al origen: los actores parece
que han vuelto a ponerse la más-
cara del teatro  griego o  la del ka-
buki y el no». Una convulsión simi-
lar  detecta Gala en  los autores y
escenarios:  «Vamos hacia el autor
colectivo, que colabora con el mú-
sico, con el director. Y lo haremos
cada vez más en los garajes, en la
calles y, por supuesto, en los tea-
tros».

En el  mañana del teatro^  el del
hombre que lucha contra la socie-
dad,  visto por  Gala -«no  soy pro-
feta»-  el autor  buscará en los te-
mas  «el último  sentido de nuestra
forma de expresar el amor y la tris-
teza».  «Se ha conseguido  que la
persona tema  quedarse  sola, se
nublan las conciencias críticas, yo
me pregunto  si quedará  una torre
de marfil, o aunque sea de plástico,
donde  pueda vivir un poeta, y me
pregunto ¿A quién cantará?»

«Desconfío  de las  revoluciones
culturales, de toda revolución que
se nos quiera imponer». Son pala-
bras de un hombre que piensa que
«el teatro o es un hecho social o no
es nada, y sólo si se hace desde la
libertad culta y no desde un sentido
gregario. De cada uno de nosotros
depende que esto se haga para las
generaciones venideras. Yo sólo os
propongo una cosa: que lo penséis
muy seriamente», concluyó.

ABC (Madrid) - 15/07/1995, Página 43
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