1976-09-07.ABC.CUMBRE OPOSICION

Publicado: 1976-09-07 · Medio: ABC

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ABC.  M A R T ES  1  DE  SEPTIEMBRE  DE  1976.

PAG.  4.

ms  vamos  tt, extendernos  en  ejemplos.  Sí
Que  merece,  sin  embaído,  la  pena  meditar
sobre  la  referida  huelga  de  controladores.
Caben  dos Interpretaciones:  o la  norma  de
seguridad  establecida  es  correcta  y  debe-
ría  respetarse  siempre,  o  por  el  contrario
es  superfina  y  tendría  por  tanto  que  ser
modificada:

Nos  queda  la  tremenda  duda  de' si,  en
otras  normas  de  seguridad  tan  autoensal-
zadas  por  las  compañías  aéreas,  c a b en
.también  huelgas  de  celo,  siendo,  por  tan-
to,  dichas  normas  papel mojado. Por  ejem-
plo,  en  lo  referente  a  despegues  y  aterri-
zajes  con  determinadas  condiciones  atmos-
féricas,  revisión  periódica  de  motores  e
instrumentos,  control  físico  y  psíquico  del
personal  de  vuelo,  etc.

Ojalá  no  se  estén  quebrantando  siste-
máticamente  normas  eficaces  de  seguri-
dad  por  un  afán  de  lograr  mayores  ren-
dimientos  de  los  Que  humanamente  sean
posibles.-—Francisco  HERRERO.

Gratitud
Señor  director:  No  ma  ha  pasado  inad-
vertido que, tanto c n A BC  como en  «Blan-
co  y  Negro»,  ha  aparecido  generosamente
—en  las  últimas  semanas—  originales  de
]a campaña  de propaganda  de las  Herman-
dades  de  Donantes  de  Sangre,  además  de
periódicas  informaciones  y  noticias  sobre
su  quehacer.  Muchísimas  gracias.

Gracias  a  JDios  y  al  esfuerzo  que se  des-
pliega,  vamos  creciendo.  Ya  tenemos  en
funcionamiento  53  Hermandades  de  Do-
nantes  de  Sangre  y  confiamos  lograr  en
1976  cerca  de  ciento  cincuenta  mil  litros
de  sangre  donada  v  transfundida  genero-
samente.
Posiblemente  ya  representarán  el  60  por
100  de  las  necesidades  hemoterápicas  de
los  hospitales  de  España.  En  casi  todos  los
de la  Seguridad  Social el  problema  se viene
cubriendo.totalmente.
Si  es  verdad  que  el  clima  es.  en  general,
materialista  e  insolidario,  también  es  cierto
que  existe  una  minoría  a  la  que  se  va  lo-
grando  «encuadrar»  al  servicio  de esta  hu-
manísima  y  cristiana  labor.—José  María
GARCÍA  DE VIEDMA

Plan  de  huelgas
Sr.  Director:  Muchos  españoles  se  pre-
guntan  si  los  políticos  de  la  llamada  opo-
sición  desean  realmente  el  bien  del  país.
Es  importante  saberlo,  porque  algunos  de
ellos,  más  o  menos  tarde,  van  a  tomar  las
riendas  del  Gobierno,  e  interesa  conocer  si
son  dignos  de  un  mínimo  crédito.

En  estos  días,  el  iíder  de  una  agrupa-
ción  socialista  ha  asegurado  que  ellos.
Quieren  cooperar  para  que  España  salga
del  atolladero,  en  tanto  aue  los  grupos
sindicales  de  la  misma  cuerda  anuncian
una  oleada  de  huelgas  para  el  otoño...  Se
diría  que  entre  esas dos  declaraciones  exis-
te  flagrante  contradicción.  Hasta  ahora,  la
experiencia  nos  ha  enseñado  que  las  huel-
gas  generalizadas  no  corrigen  las  crisis
económicas,  sino  que  las  agravan.  Enton-
ces  resulta  que  esos  políticos  están  dis-
puestos  a  perjudicar  al  país  aumentando
la  inflación  y,  en  consecuencia,  desgra-
ciando  a  las  familias  económicamente  dé-
biles.

¿Qué  persiguen  con  este  proceder?  Crear
dificultades  al'pueblo  no  es  el  mejor  ca-
mino  para  obtener  sus  votos.  Varí' a  tirar
piedras  sobre  su  propio  tejado.  Porque
cuando  con  esas  torpes  medidas,  combi-
nadas  con  el  fomento  del  descontento
popular  y  de  las  Ideas  federalistas,  estu-
vieren  a  punto  de  conseguir  el  hambre,  la
anarquía  y  la  disgregación  del  país,  irre-
misiblemente  entrarían  en  juego  las  ins-
tituciones  que,  por  imperativo  lesral.  vie-
nen  obligadas  a  impedirlo.

Por  eso  conviene  a  los  mencionados' po-
líticos  realizar  en. sus  planas  mayores  uña
movilización  general  de  células  grises  (las
del  cerebro,  no  las  otras)  para  llegar  a
comprender  que  su  propio  Interés  estriba
en  no  estorbar  las  medidas  correctoras  de
la  economía,  sino  por  el  contrario,  como
leal  y  patriótica  oposición,  contribuir  a  la
recuperación  del  país. — Julio  PRENDES
ESTRADA.

APUNTE  POLÍTICO

«CUMBRE»  DE !

Por  José  María  RUIZ-GALLARDOM

Por  grandilocuencia,  que  no  queds:
«Cumbre  de  Madrid»,  «reunión  histórica»,
«paso decisivo», etc..  A la fraseología  uti-
lizada  para  designar  lo acontecido el  día 4
en  el  hotel  Eurobuilding  no  le  faltan,  cier-
tamente,  tintes  triunfalistas.  Y lo  cierto  es
que me parecen  lógicos, justificados. Decir
otra  cosa,  minimizar el  hecho, sería, senci-
llamente,  pura  inconsciencia.

A  trancas  y barrancas,  la  oposición  se
une.  Se  une  «hoy», aunque  sea  para devo-
rarse  unos  a  otros  en  cuanto  se  tercia. Y
se  une  para  desmontar  al  Estado.  No  es
expresión  mía:  se  deduce  de  las  palabras
del  primer  orador  de  la sesión,  señor Ruiz-
Giménez:  «Estamos  ante  una  crisis  de Es-
tado.»  Fíjese  bien el lector que no se habla
de  situación  crítica  del  Gobierno. Se habla
de  crisis  de  Estado. Y la  forma  del  Estado
español  es  la Monarquía.  E! objetivo úHimo
de  Coordinación  Democrática  y de  las ins-
tancias unitarias —léase separatistas— que
aunan  con  eüa  su  acción,  es  sustituir  este
Estado  por  otro.  Ni más  ni  menos.  Eso  es
la  ruptura,  y quien  no  lo  entienda  así,  no
sabe  de qué va.

Alguien  ha  comparado,  con  acierto,  esta
reunión  con  el  famoso  pacto  de  San  Se-
bastián de 1930. Y ya sabemos lo que ocu-
rrió  después.

Bien,  io  lógico  es  que  la  oposición  se
una. Lo ingenuo es pensar que el hecho no
tiene importancia. La consecuencia  de iodo
ello es que, lo que  no es oposición,  lo que

es  «Estado»,  debe,  también,  unirse,  ahora
y para  e!  futuro  inmediato.

¿Para  qué?  Por  lo  pronto,  para  dem0s-
Erar ante  e! país y ante e? mundo -¿-de-mo-
crá-fi-ca-men-te—  que  soifces  muchos  más
los  que  no  estamos  dispuestos  a  que  e!
edificio  vuele  por  los aires.

¿Cómo?  Yendo,  cuanto  antes,  a  unas
elecciones  ubres. Antonio García Trevijano.
uno de los más, si no el más inteligente, (a
juicio  de  quien  esto  escribe),  de  los  reu-
nidos  el  sábado,  decía  a  la  Prensa  al  tér-
mino de  la  sesión:  «Lo que e! ¡tais necosi-
ta  ahora  son  libertades,  no  elecciones.»
Ahí les duele. Y ahí deben  vencer —repito:
en  tas  urnas—  los españoles  que  no quie-
ren  Estados desmembrados de !a Patria co-
mún, ni romper  con todo el pasado, ni par-
tir  de  cero,  ni  poner  en  discusión  en  unas
Cortes Constituyentes  nuestra  forma  de ser
política:  íiay  que  Hegar  y vencer  en  unas
elecciones  ubres, que, además, demuestren
quién  es  quién  y quién  vota  a  quién.

Pero la victoria electoral pasa  por la con-
ciencia  de  la  gravedad  del  momento  y de
la  organización  de  tas propias  fuerzas.

Por  lo  demás,  dialoguemos  con  la  opo-
sición  sobre  lo negociable,  que todo  no lo
es.  Advirtiendo que los movimientos de ma-
sas  que  nos anuncian  pueden  conducirnos,
precisamente,  a la ruina del país. Si es eso
lo que  quieren,  que  por  lo menos  lo sepa-
mos  todo.  Y  el  primero  el  Gobierno.—
J.  M. R. G.

SUBDESABROLLO,  SUPERPODER

Ün  juego  político  interesante  es  el
de  los  mapas.  Se  trata  de  tomar  dos
mapás-mundis  de  plástico  transparen-
te.  En  uno  de  ellos  coloreamos,  en
rojo,  los  países  industriales  de  más
de  2.G00  dólares  fie  renta  por  cabe-
za,  y  en  azul  lo?  agrícolas  de  renta
menor.

En  otro  mapa,  en  rojo  también,  los
li-

países  de  régimen  parlamentario 
beral;  en  azul.  los  autoritarios.

Superpuestos, 

los  colores —casi  en
su  totalidad—  coinciden.  Industrializa-
ción  y  desarrollo  suelen  traer  de  la
mano  parlamentarismo  y  democracia.
Agricultura,  y  subdesarrollo,  dictadura
Enseña  la  experiencia  que  esa  coin-
cidencia  no  es  sólo  de  hoy.  El  parla-
mentarismo  na«e  en  Inglaterra,  pri-
industrial  del  mundo.  Se
mer  país 
aclimata  en  Francia  en  1816;  en  Ita-
lia  {Piamonte,  entonces),  en  1850;  en
los  países  nórdicos,  en  1&14.  Siempre,
contemporáneo  de  la  industrialización.
Y  de  su  brazo.

A la  inversa,  los  ensayos  de  régimen
parlamentario  en  países  sufodesarrolía-
dos  y  agrícolas  se  euentan  por  fraca-
sos.  Y  no  sólo  en  América  Central  y
del  Sur, y  en  África.  También  en  Euro-
pa  del  centro  y  del  Este  los  regímenes
democráticos  montados  artificiosa  y
apresuradamente,  después  de  la  guerra
del  14, cayeron  uno  a  ano  eomo  fichas
de  dominó.

En  España-,  la  República  del  31  fue
quizá  frota  demasiado  temprana,  he-

lada  tanto  por  su  radicalismo  ideoló-
gico  como  por  estructuras  económica-
débiles,  subdésarrolladas  y  arcaicas. 

i

Claro  «ue  hay  excepciones.  Los  Es-
tados  Uníaos  fueron  país  democráti-
co  (aunque  con  Presidencia  autorita-
ria)  en  1800,  cuando  la  renta  per  cá-
pita  era  de  230  dólares  y  sólo  el  6 por
tOO de  la  población  vivía  en  «ciudades»
mayores  de  2.500  habitantes.  I/a  In-
dia,  ciento  setenta  y  cinco  años  des-
pués,  se  encuentra  en  situación  aná-
iogra.  Aunque  ese  parlamentarismo  he-
redado  de  los  ingleses  podría  bascular
no  difícilmente  hacia  la  dictadura.  Co-
mo  ya  ha  sucedido  en  Pakistán  v
Bfangadesh.

En  todo  caso,  es  claro  que  cuando
más  personas  tienen  más  cultura  y más
riqueza  acaban  consiguiendo  mas  po-
der.

Xo  mismo  en  el  Estado,  que  —salva-
das  las  distancias—  en  la  empresa  y
en  la.  familia.

Fácilmente  fracasan 

los  regímenes
democráticos  en  países  subdesarrolla-
dos,  agrícolas  y  analfabetos.  Igualmen-
te  fracasan  los  regímenes  autoritarios
en  países  desarrollados,  industriales  y
cultos.  Y  España  va  siendo  de  éstos.

Si el  eauiptí  Suárez,  desairado  por  la
oposición  y falto  de apoyo real,  cae  an
tes  de  las  elecciones  generales,  eso  no
va  a  cambiar  las  estructuras  del  país.
Qtie seguirán  pidiendo, a  grites, no dic-
tadura,  sino  democracia.  —  Francisco
José  DE  SARALEGTJI.

ABC (Madrid) - 07/09/1976, Página 20
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