1993-07-19.EL MUNDO.CRITICA CONSTRUCTIVA Y OPOSICION LEAL AGT

Publicado: 1993-07-19 · Medio: EL MUNDO

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CRÍTICA CONSTRUCTIVA Y OPOSICIÓN LEAL
EL MUNDO. 19/07/1993. Página, 4
ANTONIO GARCIA-TREVIJANO
Las relaciones establecidas voluntariamente entre seres libres parecen de porcelana. Basta dejar de atenderlas para que se rompan. Lo mismo ocurre a las cosas hechas por el hombre. La tendencia de lo físico a igualar las diferencias de potencial hace más fácil destruir que construir. Quien destruye va a favor de la corriente. Quien construye, la desafía. Pero la fragilidad de las construcciones varía según la participación que haya tenido en ellas la razón humana. Cuanto más racionales, cuesta menos esfuerzo destruirlas. No por ser más endebles o articuladas que las construcciones emocionales (un edificio supera la solidez y articulación de la familia que lo ocupa), sino porque están más alejadas de la fuente de la vida, por ser artificiales. La razón es producto y no causa de la vida, como el instinto. La energía orgánica surge cuando la materia vence, por azar y necesidad, su propensión a la igualdad, produciendo diferencias, estableciendo jerarquías, creando una tupida red de relaciones involuntarias y necesarias entre individuos de una misma comunidad. Cambiar un poco este orden orgánico, hacerlo menos espeso, abrir pequeños espacios de libertad a los miembros del grupo, ha pedido a la humanidad esfuerzos milenarios de civilización. Mientras el individuo siga perteneciendo involuntariamente a una comunidad, como está inscrito en su naturaleza, será mucho más difícil destruir o cambiar el orden político que conservarlo. La crítica constructiva, en materias morales, es un claro contrasentido. O no es crítica o es superflua. Cuando es sincera no traspasa el umbral del consejo conservador o asesoramiento a la duración de lo establecido. 
La verdadera democracia está abierta a la crítica de sus enemigos. Tiene confianza en sí misma. Sucede lo contrario en las oligarquías, donde gobierno y oposición rivalizan en no dar lugar a' la crítica de su régimen particular de poder. Esta preocupación les hace confundir la naturaleza de la oposición constitucional. Dentro de su sistema político, también vale el dicho de que sólo destruye quien construye y que para construir se necesita antes destruir. Este principio de la experiencia late en la exigencia constitucional de que las mociones destructivas de censura vayan acompañadas de alternativas constructivas de gobierno. El anuncio de la oposición parlamentaria de que su crítica será constructiva es una confesión de que no podrá, o no querrá, gobernar durante la nueva legislatura. Esta negación de sí misma proviene de su confusión sobre lo que es «oposición leal». ¿De qué sospecha se defiende una oposición que necesita declararse leal? Esta feliz expresión fue acuñada por Bolingbroke, durante el gobierno de Walpole -unido a los intereses del nuevo titular de la Corona británica, para salir al paso de una creencia que le imputaba, a su feroz oposición al «government by corruption», la intención de derribar, con él, a la dinastía que lo apoyaba. La fórmula zanjó el tema: oposición destructiva al gobierno y «leal a Su Majestad». Después ha sido utilizada por los partidos sospechosos de que, llegados al gobierno, no serán leales a la Constitución. ¿De cuál de estas dos sospechas se quiere librar la «oposición constructiva» en España? 
La situación económica y moral de España es mas insana que la de los países de su entorno. Pero casi nadie quiere saber que es imposible ponerle remedio mientras sigan operando las causas subjetivas que no supieron prevenirla, y que ahora la acentúan. La responsabilidad del hombre que, por falta de carácter ante «los grandes», ha arruinado nuestra capacidad de producir, es menor que la de un régimen institucional avocado a defender las causas inferiores de la economía especulativa y a proteger la corrupción de los poderosos. Pecan de ingenuidad quienes imaginan que otros gobernantes, dentro del mismo Estado de partidos, habrían evitado la catástrofe. Como los árboles, cada forma de gobierno produce los frutos que le son propios. A los partidos oligárquicos, a la oligarquía de partidos, corresponde una política de reparto, especulación financiera y corrupción. Sólo la transformación de este régimen mezquino en democracia moderna puede abrir las puertas a la recuperación moral y a la economía productiva. Esta es la lealtad a la democracia y la crítica «constructiva» que debe hacer la oposición desde la sociedad, y fuera del Parlamento, al Estado de partidos. Para eso escribo.