2001-07-16.LA RAZON.CONSIGNAS QUE FAVORECEN A ETA AGT
Publicado: 2001-07-16 · Medio: LA RAZON
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OPINIÓN 22 LA RAZÓN LUNES, 16 - VII - 2001 OTRAS RAZONES CONSIGNAS QUE FAVORECEN A ETA M is opinio- EL RAPTO DE LA LIBERTAD nes sobre el terroris- mo de Eta no preten- den ser profundas ni originales. Están ba- sadas en lo que todo el mundo piensa y nadie se atreve a de- cir. Todo lo que se ha dicho en más de treinta años sobre Eta ha sido consciente- mente alejado de la verdad. Todos han de- cidido mentir por sistema porque todos han preferido creer que difundir la verdad, y discrepar de los Gobiernos, sería peor que propalar consignas como en casos de guerra. Sólo la compasión por los familia- res de las víctimas limitará mi libertad de expresión contra la falsedad de esta creen- cia, creada por la dictadura y continuada por los Gobiernos de la Transición, para consumo de la imbecilidad de las masas gobernadas, y que sólo favorece a Eta. Consigna para propagar la creencia de que cada Gobierno está a punto de lograr el fin de Eta, que lleva así un cuarto de si- glo dando sus últimos coletazos sangrien- tos. Consigna para hacernos creer que no hay método mejor para combatir el terro- rismo que el seguido a trompicones de apresamientos y negociaciones de tregua por cada Gobierno. Consigna para que la discrepancia de la acción gubernamental antiterrorista sea considerada por la opinión como crimen de colaboración o simpatía con Eta. Con- signa para excluir del bloque constitucio- nal a los partidos que se aparten de la lí- nea antiterrorista definida por el Gobierno de turno. Consigna para hacer del terroris- mo asunto de Estado, como pretende Eta. Consigna para elevar el terrorismo a pro- blema capital de España, reflejado en las encuestas, como quiere Eta. Consigna pa- ra magnificar los atentados terroristas has- ta el paroxismo histérico de las masas, co- mo desea Eta. Consigna para que la oposición y la prensa den carta blanca a los Gobiernos y lo apoyen incondicional- mente, como harían en caso de guerra, que es exactamente lo que pretende Eta. No se acepta la declaración del estado de guerra que hace unilateralmente Eta, para no mandar al ejército a combatir comandos ocultos, pero se piensa, actúa y siente co- mo si estuviéramos en estado moral de guerra. Consigna para disimular el fracaso de los gobiernos en materia de seguridad ciu- dadana. Consigna para echar sobre la so- ciedad el peso de la política antiterrorista. Consigna para culpabilizar a otros países de la propia impotencia. Consigna para confundir el nacionalismo vasco con el te- rrorismo. Consigna para hacer de Eta –pe- queña organización terrorista que asesina, secuestra y extorsiona, con la única finali- dad y la única mira de obtener la indepen- dencia del País Vasco, como fruto madu- rado por la desmoralización de una opinión manejada por los medios infor- mativos, y caída por las violentas y repe- tidas sacudidas al árbol español– nada me- nos que una gran potencia ideológica y militar capaz de atentar, como si esto fue- ra posible, contra las libertades políticas de la sociedad espa- ñola, y de doblegar la resistencia del Es- tado, confundiéndo- la con la de los Go- biernos. Consigna, en fin, de que los partidos y los me- dios consideren la política antiterrorista del Gobierno como algo sagrado. Ante este desolador panorama, la pre- gunta pertinente no es por qué dura tantí- simo tiempo Eta, sino por qué tarda tanto en triunfar frente a adversarios de gran pa- cotilla empresarial, pero obtusos de inteli- gencia, débiles de carácter, oportunistas de opinión, desespañolizados de ideales y so- berbios de ambición. No me refiero, como es obvio, a los partidos y gobiernos. Ellos seguirán los cambios en la opinión domi- nante. Y Eta sabe que el fruto maduro sólo puede caer, no por sus golpes directos con- tra el árbol estatal, sino por el vendaval de los «liberalísimos», que no se oponen a una independencia salida de las urnas vas- cas, cuando su número domine los medios fabricantes de opinión. Pero Eta no es efi- ciente. Con tanta sangre, hasta ahora sólo ha creado dos «liberalísimos» de peso en la opinión. AAnnttoonniioo GGAARRCCÍÍAA TTRREEVVIIJJAANNOO P arece mentira que la izquier- da haya caído en una trampa tan burda de la derecha como contraponer los ideales de libertad e igualdad. Aclararé que, al nombrar a la izquierda, me refiero al PSOE, en atención a su historia y sus bases, a pesar del atractivo que el centro produce sobre muchos de sus dirigentes y de la política seguida cuando se mantuvo en el poder, y, evidentemente, alu- do a la polvareda levantada por la insistencia de Rodríguez Zapatero, en su exaltación de la libertad que, tanto a miembros de su Parti- do como a comentaristas, ha podido dar la impresión de dejar en segundo plano el obje- tivo de la igualdad. Y es que ambos concep- tos están esencialmente unidos. Bien lo vie- ron los revolucionarios franceses, al proclamar como metas de la transformación histórica. la libertad e igualdad, a las cuales añadieron la «fraternidad» que da calor y sentido pro- fundo a la dualidad anterior. Aunque, si en- tendemos la «fraternidad» como hermandad de varones rivales en la guerra, no está de más recordar, completar y matizar tal con- cepto con el de «sororidad», formulado por los movimientos feministas y anticipado por escritos como los de Unamuno. ¿Se puede hablar de libertad en un mundo de diferen- RETRATO CÓMPLICE D e la mano de Eta, el 14 de julio será re- cordado como un sábado teñido de sangre y de horror por partida doble. A las imágenes de crueldad de los asesinatos del concejal de UPN y del ertzaina se agregan otras que adquieren una dimensión monstruosa, las del pleno del Ayuntamiento de la pequeña lo- calidad de Leiza regida por EH. Sus represen- tantes aguantaron impasibles los gritos indig- nados de sus convecinos y ni siquiera pestañearon cuando eran increpados como ase- sinos. Al contrario, hicieron gala de un depura- do cinismo y, como hemos visto a los de su cuerda otras veces, se negaron a condenar el atentado. Tan sólo lo «lamentaron» y está claro que no es lo mismo. No con- denar significa estar de acuerdo, ser cómplices, y quizá haya que empezar a decirlo alto y claro, tanto pa- ra estos ediles como para muchos otros políticos, por- que, como ha dicho Aznar, la sociedad no aguanta más la ambigüedad, las medias verda- des, la equidistancia. El sábado, la imagen de su siniestra palidez y su insolencia cobarde, mostrada esta vez en Leiza, nos ha dejado el retrato de lo que verdaderamente son: cadáve- res vivientes. LLuuiissaa PPAALLMMAA REBOREDO Y SAÑUDO cias abismales para el ejercicio de las posibi- lidades vitales? Poco antes de la II Guerra Mundial, en que pere- ció combatiendo, un intelectual francés, Paul Nizan, ante la re- tórica de la libertad preguntaba desafiante: «¿Qué libertad tiene un trabajador en una cadena de montaje?». Recuerdo que esta cita en un debate celebra- do en ABC durante una campaña electoral provocó gestos de desagrado en una parte ex- quisita del auditorio, al evocar la imagen de un obrero sudoroso tan ajena a la sala. Hoy parte de este trabajo la hacen robots. Pero no se trata sólo de la fatiga y la mecanización, sino de los límites del proyecto vital, de la es- casez económica que cierra entre muros sus derechos a realizar una vida plena. Y ¿qué di- remos de las bolsas de miseria en las socie- dades industriales? Y ¿qué del Tercer Mun- do? ¿De los niños que en Filipinas viven de recoger basuras? Son libres para recogerlas o morir de hambre. Y algo análogo podemos decir de la libertad de los pueblos y de los Es- tados en un mundo que se autoproclama de- mocrático y libre, pero en el cual las armas y la economía están en manos de unos pocos. Y éstos desencadenan tormentas de fuego sobre los no sumisos. O les bloquean y aís- lan económicamente hasta el genocidio. O condicionan, como tan recientemente en Yu- goslavia, la aceptación de los resultados elec- torales mediante subvenciones destinadas a reparar la devastación que ellos mismos han producido, llegando a exigir la entrega de los gobernantes, que han derrocado. El ideal de libertad ha guiado los procesos revolucionarios y la dinámica de la izquierda frente a la opresión ejercida por sistemas des- póticos o, más disimuladamente, pero con mayor eficacia, por los poderes de clase, por la dominación de sexo, de raza, de etnia. Ha impulsado las revueltas de los esclavos, las sublevaciones campesinas, las luchas de los primeros liberales frente al conservadurismo, los movimientos anticoloniales. Define la esencia misma del anarquismo, de la teolo- gía y la filosofía de la liberación. Y es clave. en el pensamiento de Marx. Desde sus pri- meros escritos en la Gaceta Renana contra el Estado Prusiano hasta su afirmación del «rei- no de la libertad» en «El capital». Así, en to- da esta larga trayectoria la libertad ha sido un «ideal», un concepto dinamizador, de la ac- ción histórica desde la conciencia crítica de su actual inexistencia; un horizonte. Son sig- nificativos los términos «liberación», «liber- tador», «libertario». Es esperanza activa ha- cia la «utopía concreta» de que hablaba Bloch, hacia la ciudad de los seres humanos liberados de la dominación. Pero el actual lenguaje oficial ha invertido el sentido del tér- mino, para convertirlo en baluarte del orden establecido. Bajo la invocación del capitalis- mo «neoliberal», de la «globalización», se pretende crear un espacio en que circulen los bombarderos, las mercancías, los capitales y los altavoces de los poderosos, invocando el derecho de libre circulación. Y se erigen mu- ros frente a los «espaldas mojadas» o los nue- vos y tristes Odiseos de las pateras hacia una imposible Itaca, nunca hollada. CCaarrllooss PPAARRÍÍSS