2002-09-06.LA RAZON.COARTADAS RAFAEL BORRAS

Publicado: 2002-09-06 · Medio: LA RAZON

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COARTADAS 
LA RAZÓN.  6 DE SEPTIEMBRE DE 2002
RAFAEL BORRÁS 
En un reciente artículo Periodistas del siglo 21 Iván Tubau plantea un tema más que sugestivo: el de quienes, según él, ejercen de coartada, de prueba del algodón de la tolerancia del medio. Para Tubau esta función la realizan José María Espinas en El Periódico de Catalunya, Javier Ortiz y él mismo en El Mundo, Francesc de Carreras en El País, y Gregorio Morán en La Vanguardia. Y añade: En el mismo sentido y con similares perspectivas que Rafael Borrás y sus deliciosas diatribas antimonárquicas en La Razón de Anson. Curiosamente, Tubau no cita los otros dos diarios que circulan con una cierta normalidad en Barcelona, desde donde escribe: ABC y Avui. No conozco sus razones para excluir al que fuera el diario de la familia Luca de Tena, defensora ejemplar de la Institución en horas difíciles con la Segunda República y en horas bajas con el régimen de Franco, con el que no dejó de colaborar como tantos monárquicos acomodaticios Juan Ignacio, hijo del fundador del periódico, fue embajador primero en Santiago de Chile y después en Atenas, aunque el único secuestro lo sufriera su diario, en tiempos del general y ya promulgada la Ley de Prensa e Imprenta de Fraga Iribarne de 1966, a cuenta de un artículo de Luis María Anson La Monarquía de todos en exaltación de Don Juan de Borbón; en cuanto al órgano oficioso de Jordi Pujol y su coalición gubernamental, financiado a través de generosas subvenciones de la Generalitat con el dinero de todos los contribuyentes, Tubau, en sus memorias (Matar a Victor Hugo, Espasa), afirma que no tiene lectores sino militantes, y supongo yo que resulta difícil que éstos admitan la menor disidencia, aunque, según Tubau un medio debe acoger disidentes para que funcione la coartada pluralista, entre otras cosas porque un pequeño segmento de sus lectores, oyentes o espectadores simpatizará con la disidencia, en tanto que el mayoritario tolerante considerará que también la disidencia debe tener voz. Pero sin pasarse. Ni en número ni en estilo. Dos o tres puntos rojos son excepciones entre cien negros; si hay cincuenta de cada, el espectador ya no puede distinguir la regla de la excepción. La disidencia debe ser tolerable, es decir respetuosa. No se puede apuntar a la linea de flotación de lo políticamente correcto; ninguna naviera paga para que le hundan el barco. El análisis de Tubau, como todo lo que escribe, me parece muy agudo, pero, aunque sea por alusiones, conviene puntualizar un par de cosas. Desde sus inicios, noviembre de 1998, colabora en LA RAZÓN, en una sección titulada, significativamente, Otras razones, una serie de firmas muy extensa, que alguna vez el presidente de la empresa editora, el citado Luis María Anson, ha calificado como la izquierda actual; todas estas firmas seguramente me aventajan desde Antonio García Trevijano a Joaquín Navarro, pasando por Dalmacio Negro, en la disidencia de sus planteamientos; la coartada a la que alude Tubau sería, pues, tan amplia, que cabría preguntarse si no desborda las previsiones de un simple cálculo, o si el cálculo no se planteó precisamente en esos términos. Por lo que a mí respecta, repetiré que nunca se me ha tachado ni una coma, y bien saben Tubau y los lectores, si es que los tengo, que no escribo precisamente sobre nubes o pajaritos. Creo que en tanto se nos permita decir lo que pensamos toda tribuna es válida, y legítima, en el marco de la común aceptación de las normas democráticas; y el ser utilizados o no como coartada es algo que, en definitiva, escapa a la voluntad de quien escribe. En el primer artículo que publiqué en estas páginas manifesté que, como republicano, puedo entender las razones de los monárquicos para serlo, pero mi comprensión de las mismas, en tanto no se me convenza de su bondad superior, no altera mis convicciones, de igual forma que deseo que ningún monárquico se apee de sus creencias, cuando dialoga conmigo, por el prurito de parecer tolerante, si cree que cuanto piensa él es más cierto que cuanto yo profeso. El espíritu auténticamente liberal de LA RAZÓN me permite escribir con independencia y sin falsillas. En tanto se mantenga, me mantendré. Y por lo que respecta a las deliciosas diatribas antimonárquicas que me atribuye Iván Tubau, no es que hoy no toque hablar de ellas, es que no cabe. Otro día será.