1993-06-28.LAVOZDEGALICIA.CARTAS AL DIRECTOR.ELSISTEMA DE PARTIDOS NUEVO CRITERIO.LUGO

Publicado: 1993-06-28 · Medio: LAVOZDEGALICIA

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64 / Buzón■ Cartas al Director-La reforma del ReglamentoHabitualmente leo la columna de opinión de Carlos Luis Rodríguez, pues me parece interesante por poner en pala­bras la opinión de muchos gallegos, con un agradable tono irónico, con una ' destacable visión de conjunto y con cierta imparcialidad, a pesar de su debi­lidad manifiesta por lo coruñés y un conservadurismo disculpable por la responsabilidad que debe tener toda persona que puede influir en la opinión de mucha gente. Pero hoy no puedo resistir el impulso de manifestar mi contrariedad al leer su columna defen­diendo lo indefendible, como es la preten­dida reforma del Reglamento del Parla­mento de Galicia, a pesar de las discul­pas que pretende utilizar del comporta­miento de uno de sus diputados, que en ningún caso justificaría dicha reforma. Luis Rodríguez Domínguez. Ames.Conflicto en el institutoSe trata de un par de alumnos. Cada uno está en un aula diferente. Su entreteni­miento consiste en tirar pupitres al suelo, sillas, dar golpes, decir groserías en alta voz. o imitar aullidos. La clase se ve alte­rada. Siempre surge un pequeño grupo de vacilantes que lo toman por héroe y lo aclaman. Cuando dicho alumno falta a clase, sus reducidos admiradores son correctos.La solución sería fácil: expulsándolos. Ese tipo de alumnos llegan en ocasio­nes a desafiar al profesor. Si éste los expulsa, tendrá que readmitirlos en breve, ya que penetrarán de nuevo en el aula en compañía del director, quien increpará delante de todos al profesor por haberlo echado, pues el incordiante ha dicho que no es culpable y sus compañeros no van a declarar ante sus narices que lo ha sido. Vendrían las represalias, ya que estos muchachos que, una y otra vez, suspen­den el curso y las dos pendientes, no tienen inconveniente en un ajuste de cuen­tas con delatores. AI fin y al cabo, están porque les obligan o porque no saben qué hacer, y les importa todo muy poco. En muchos institutos se tomarían medidas. Aquí, en el Calvo Sotelo, se les soporta hasta que se harten, con fines bien distin­tos a los docentes. Los alumnos que dese­an estudiar son los perjudicados. Jesús José Blanco Alvite. Vilagarcía.A «imposición» do ga/egoNunha carta publicada neste xornal atopo varios puntos eos cales non estou dacordo: en primeiro lugar se fai unha valoración do ensino do galego e en gale- go coma unha «imposición descabella­da», que vai en «perjuicio de la forma­ción personal y intelectual». Ben, supo- ño que a autora se decatará do ofensivo destas verbas para a maioría dos galegos (91,39%) que fala galego, segundo os datos do Instituto Galego de Estadísti­ca, datos que considera «gravemente manipulados» e «falsos»; si señora, é normal pensar así. Aínda que así fose, ¿realmente coida que coñecer unha Iingua pode ser prexudicial para a formación intelectual e persoal dalguén? Non coñe- cerá o número de academias, cursos e viaxes a Inglaterra, EE UU... que se orga­nizan para escolares. ¡Pobriños, que daño se lies está a faceren ós rapaces! Pero claro, non é o mesmo, o galego non che é o inglés, nin tan sequera o castelán; ogalego non debe ter a mesma categoría doutrás Iinguas, non.¿Sinceramente pensa que ós rapaces se lies impon «descabelladamente un idio­ma normalizado» que nin os galegos entenden? ¡ Veña muller, non se engane! Unhadúbida: ¿ós andaluces tamén se lies ensina unha Iingua normativizada que non entenden? «¡Ozú, mi arma, uté no ha estao en Zevilla ni en Madrí»... (Fágase o favor de aprende-la diferencia entre normati va-normalización).Fala do castelán (castellano, que non español, porque co seu permiso tanto o galego coma o catalán e o eúskaro son Iinguas españolas) coma un «patrimonio que ensancha sus límites y rompe fron­teras». Pregaríalle que me explicase por que o galego non ten esa capacidade e soamente é «impuesto». E normal.A razón principal pola que —desgra­ciadamente— o noso idioma está abasta­do na prensa é porque aínda hai xente normal como vostede que considera que o feito de dar matemáticas en galego xa non son matemáticas, e porque o castelán é aceptado como Iingua de prestixio, como a vostede non lie importará que se anun­cien perfumes en francés nin levi's en inglés. Ignacio Mágica Fanjul. Vigo.As oposicións do 91Calquera que sexa a sentencia do Tribu­nal Supremo acerca das oposicións do 91, todos sabemos, todo-ios colectivos implicados e as persoas que coñecen esa problemática —incluida a propia Administración—, que esas oposicións foron inxustas. ¿Por que? Pois porque non respetaron un dos dereitos básicos recollidos na nosa Constitución: a igual- dade de oportunidades á hora de acceder a un posto de trabado.Interinos, libres e «funcionarios en preca­rio» creo que teñen que estar dacordo nalgo: persoas con distintas posibilidades de méri­tos, é dicir, persoas que a priori parten dunha necesaria desigualdade de méritos —un libre nunca podrá gozar dos méri­tos referidos a experiencia docente— non poden concursar á mesma oposición, porque subterráneamente estáselle dando vantaxe a uns sobre outros.Ademáis do anterior, creo que teño outra cousa moi clara (algúns seguramente non coincidirán, seguramente cegos polos seus propios intereses): para aprobar unha oposición, sexa do tipo que sexa, é nece­sario que os opositores superen un míni­mo —por exemplo un cinco— de coñe- cementos, pois do contrario arriscámo- nos a non valorar cousas tan importantes como a capacidade intelectual, o esforzó (o trabado que supon estudiar día a día uns temas), o estudio e o dominio de determinados contidos e recursos didác­ticos por parte desas persoas. Dende logo, o que é moi angustioso é oírlle dicir a algunhas persoas que aprobaron esas oposicións —e non precisamente por méritos de coñecementos—: «A min este ano regaláronme a praza». Non sei se é bo ou malo que a Administración rega­le prazas, pero o que si me parece inxus- to e inaceptable é que sexa a conta de outros individuos que se esforzaron e traballaron por ter un salario e unha opor- tunidade para facer frente á sociedade e as súas propias vidas.Por outra banda tamén é penoso ver como os sindicatos —CGA, CC 00, UGT— o único que fan é reivindicar os intereses dos seus afiliados, en vez de buscar un pouco de xustiza social. Apugna sen escrúpulos, a loita encarniza­da, tamén chegou xa, o último baluarte dos indefensos ante o poder. Agora máis que nunca a sociedade, diría Hobbes, é unha loita de todos contra todos. María Rodríguez. Santiago.El sistema de partidosLo más interesante de la campaña elec­toral han sido unas declaraciones del señor García Trevijano en el programa La Clave, de Antena 3 TV, en las que planteaba que España es más una oligar­quía de partidos que una democracia propiamente dicha.La democracia es el gobierno del pueblo, ejercido en su nombre por aquellos a quie­nes el pueblo elige para tal menester. Lo que ya no parece tan lógico es que sólo sean los partidos los instrumentos a través de los cuales se ejerce esa repre­sentación de la soberanía popular.Nadie va a pretender que se prohíban los partidos, ni que se niegue a nadie el derecho a asociarse y manifestar públi­camente sus convicciones y sus opinio­nes; pero es absurdo hacer recaer sobre los partidos políticos la exclusiva de la representatividad democrática; eso signi­fica negar al resto de la sociedad su parte de compromiso y responsabilidad en la gobernación del país, y entronizar —como viene a decirnos el señor García Trevijano— una oligarquía de partidos, que ya hemos podido ver cómo se asocia a otras oligarquías y grupos de poder.El sistema democrático es algo más que las fórmulas acuñadas hace más de doscientos años y que —en un mundo que evoluciona, cambia y se convierte cada vez más en algo más plural y multi­forme— se manifiestan notoriamente obsoletas.La vieja apelación de la izquierda — recortar la libertad en aras de la justicia— y de la derecha —recortar, aunque lo digan con otras expresiones, la justicia en aras de la libertad— se muestran hoy como insuficiencias de un pasado cada vez más en trance de superación.Urge replantearse seriamente la adecua­ción del sistfema democrático a las exigen­cias de nuestro tiempo; por encima de los intereses de los agentes económicos y del Estado —tan caros a la derecha y a la izquierda— debe primar el interés de la persona en su doble dimensión individual y social. Debe cuestionarse, no la demo­cracia, sino la actual interpretación de la misma. Nuevo Criterio. Lugo.Turismo ruralEl 15 de mayo, los abajo firmantes contratamos una casa para el fin de sema­na situada, según el catálogo editado por la Secretaría Xeral de Turismo, en una playa de Lugo. Una vez concertado el precio por la totalidad de la vivienda, procedimos a disfrutar de un fin de sema­na lleno de sorpresas:La casa era un primer piso a escaso metro y medio de la carretera general con dirección a Asturias, con unos niveles de ruido semejantes al paseo de La Caste­llana, y situada a dos kilómetros de la playa. La huerta de la casa estaba ocupa­da por material de construcción, cajas, hierros oxidados y demás material de bella decoración rural.El día de nuestra salida hubo un inten­to de cobrar más del precio pactado telefónicamente con el argumento de que éramos más personas de las esperadas,Lunes28 de junio de 1993 Vj.cuando lo que se había contratado, dicho con claridad en la conversación telefó­nica, era la casa entera. Ante nuestra nega­tiva de abonar más de lo pactado, se nos negó el cambio del dinero entrega­do, que sólo nos fue devuelto ante la amenaza de dirigirnos a la Guardia Civil.Ante nuestra solicitud de una factura, sólo obtuvimos una negativa radical por parte de la señora, ama, dueña, direc­tora general o lo que fuera. Alejandro Vázquez Fernández y cinco firmas más. La Coruña.Sectas, esclavitud del siglo XXBajo una capa de valores morales, espi­rituales o religiosos, se esconde con frecuencia la destrucción de las personas, la manipulación mental, el afán de lucro, desviaciones sexuales, apetencias desme­suradas de poder y otras ambiciones.Existen sujetos desaprensivos que mueven los hilos de sectas, organiza­ciones cuasi mañosas. Quienes las denun­cian son víctimas de querellas judiciales, de hostigamiento, de persecución y de amenazas, ya que existe un fanatismo al borde de la locura misma.La gente que acude a cualquier tipo de organización o curso extraño debería estar alertada sobre lo que se esconde detrás. Lo más importante son las repercusiones que se derivan de la pertenencia a un grupo de este tipo.La mayoría de las sectas están legali­zadas, y en los registros oficiales decla­ran unos objetivos maravillosos, que cumplen en un primer momento para ganar la adhesión voluntaria. Con la utili­zación de unas técnicas eficaces, con engaños, montajes, ofreciendo lo que las personas necesitan en esos momentos y aislándolos de todo lo que ha sido su vida anterior, las sectas llegan a dominar verdaderamente las mentes de las perso­nas incautas.Recitación de jaculatorias, salmos, inte­rrupción constante del sueño, música estridente, meditaciones y consumo de drogas hacen que las personas ya no sean capaces de pensar en nada.El líder principal suele estar convenci­do de lo que predica, aunque por lo gene­ral suele ser un paranoico expansivo. A su alrededor se encuentran los que montan el negocio, que, por supuesto, no creen en nada de lo que predican.Los adeptos son totalmente felices porque no saben que se encuentran escla­vizados y viven lo que crean con la mejor fe del mundo. Es una nueva forma de explotación que afecta tanto a jóvenes como a adultos. Se trata, en definitiva, de otra esclavitud del siglo XX. Juan Soto Rodríguez. Educador de calle de Asetil. Vigo.A expulsión de BeirasQuero manifestar a miña total repulsa pola expulsión do señor Beiras Tomado no Parlamento de Galicia e a suspensión dos seus dereitos como parlamentario. Feitos deste tipo só suceden neste país, onde hai persoas como o señor Victori­no Núñez e partidos políticos —o Parti­do Popular— que se eren con dereito a facer o que queren sen contar co crite­rio dos demais.É inadmisible que en plena democracia se pretenda silenciar á oposición. Esto só é propio das dictaduras. Xaquín M. Penas Patiño. Santiago.