1996-01-15.EL MUNDO.CANDIDATURA SINIESTRA AGT
Publicado: 1996-01-15 · Medio: EL MUNDO
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CANDIDATURA SINIESTRA EL MUNDO. LUNES 15 DE ENERO DE 1996 ANTONIO GARCÍA-TREVIJANO Hay profesiones, como la de escritor o científico, que gozan del prestigio de sus mejores representantes. Ser escritor es ya de por sí, aunque sea extraño, algo admirable. Bastan unos pocos nombres inolvidables en cada siglo para mantener a los escritores mediocres y a los científicos oficiales en la cima dorada de los prestigios. Pero hay otras profesiones de arduo ejercicio y plena dedicación, como la de periodista o político, donde sucede lo contrario. Y no faltan razones para que así sea. El gremio entero se rebaja al ínfimo nivel de sus más deplorables miembros, cuando el oficio que lo separa de las demás artes no es la especialidad en alguna técnica, como ocurre en las profesionales liberales, sino el de decir la verdad o la mentira en asuntos profanos donde todo el mundo tiene la misma capacidad de enjuiciamiento. Aunque el injusto contagio gremial de los desprestigios personales sea duro de admitir, pronto será fácil saber, como lo fue en Francia con el «affaire Dreyfus», el nivel real de indignidad a que se disponen a bajar los sectores involucrados por necesidad en el «affaire González», o sea, los partidos, la judicatura, los medios de comunicación y los intelectuales. Hasta ahora, solamente el Juez Garzón, una buena docena de periodistas y el líder de IU, han conseguido estar a la altura de que los ha puesto por encima de su gremio no ha sido el talento personal para percibir en el Estado una cosa monstruosa que los demás no vieran o presintieran, sino la valerosa determinación de investigarla y denunciarla. Pero, a partir de la trascendente decisión del Tribunal Supremo el asunto toma un cariz comprometedor para esas profesiones. Ante la presunción lógica de culpabilidad de un presidente que, cuando menos, permitió que se matara, secuestrara y robara desde el Estado; ante hechos probados indiciariamente que hacen inimaginable la actuación del Ministro sin autorización de su presidente; ante la siniestra candidatura del innombrable jefe de la asociación delictiva; se ha puesto en juego algo elemental que no puede ser juzgado ni decidido por los votos. El vicio y la inmoralidad votarán en secreto a la candidatura desalmada. Pero España será moral y materialmente siniestrada, sea cual sea el porcentaje criminal de las urnas, si los medios de comunicación «correctos», como es de prever, prestan su voz al partido del crimen. Algunos humanistas dieron legitimidad al contrato de esclavitud y defendieron el absolutismo en tiempos lejanos. Pero ni uno solo justificó los atentados del Estado contra los derechos naturales a la vida, la libertad y la propiedad. ¿Ha atentado contra todos esos derechos el Gobierno socialista? Si nadie de buena fe puede negarlo, nadie de buena fe puede votarlo. Y no digamos pedir a otros que lo voten. La clase dirigente está tan acostumbrada a la insensibilidad propagada desde el Gobierno socialista, tan habituada a la mentira pública, que aún no se ha percatado de la peligrosidad social que entraña la candidatura de González para la dignidad de todos los medios de comunicación y de todos los intelectuales. El solo hecho de que tal individuo esté presente en la liza electoral supone un rebajamiento de sus competidores. Los electores no deben ser colocados ante opciones que sus votos no puedan dirimir. Y González no es ya una opción política. Se le votará o dejará de votar por razón de simple ética. Y esa ha sido precisamente la perversa intención de González. Quien lo admita como candidato se pone a su nivel infernal, aunque no lo vote, ya que acepta la posibilidad de seguir estando gobernado por la deformidad. Quien acepte debatir con él, al legitimarlo como contrincante, se coloca en una situación de paridad moral, aunque sea criticándolo. Los que se abstengan no tienen ese problema. Pero no sería decoroso dejar de ejercitar la acción de desahucio para expulsar del espacio político, por motivo de sanidad pública, a una candidatura siniestra que ofende el honor y la dignidad de todos.