2001-07-30.LA RAZON.CAMPANILLAZOS DE AZNAR AGT
Publicado: 2001-07-30 · Medio: LA RAZON
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OPINIÓN 20 LA RAZÓN LUNES, 30 - VII - 2001 CAMPANILLAZOS DE AZNAR OTRAS RAZONES GLOBALIZACIÓN: TRAMPAS CONCEPTUALES L a determinación posi- ble. Oír campanas y no saber dónde es un re- frán significativo de conocimiento erró- neo, que cristalizó en la civilización aldea- na cuando el ritmo de la vida social lo marcaba el campana- rio y era peligroso ignorar la procedencia del tañido. Todavía se llama campanil al término vecinal. En Euskadi, el repique por la autodeterminación requiere doblar a di- funtos. Cada parroquia oye su toque. Pero los campanólogos de la Transición no fun- dieron campanas que tocaran a libertad en el sentimiento de España. Y aznar lo susti- tuye con campanillazos de respeto a lo so- lemne. Al cura que tenía varias razones pa- ra no tocar las campanas en una iglesia sin campanario, lo paró en seco la lógica de que todas ellas sobraban. Como sobran las de Aznar, por la razón suficiente de que la democracia basta para cerrar la puerta que la oligarquía deja entornada a fin de que el toque con sordina de autogobieno no sue- ne, por ahora, a rebato de secesión. Los campaneros de este badajeo anuncian el peligro que ellos crean. AAnnttoonniioo GGAARRCCÍÍAA TTRREEVVIIJJAANNOO reciente cumbre geno- vesa, junto al increíble espectáculo de la violencia poli- cial, ha levantado una polvareda de opinio- nes, y tomas de posi- ción en torno a la glo- balización. Y no dejan de escucharse cosas bastante peregrinas. Así, he oído declarar por la radio a Felipe González, con la rotundidad de quien hace un descubrimiento y desmonta las críticas, que «la globalización es una rea- lidad». Gran revelación que no nos lleva de- masiado lejos. Los que estamos en contra de la globalización no pensamos que sea un fan- tasma. Hay que combatirla porque justamen- te es real. Tan real y repudiable como la es- clavitud, el colonialismo, la explotación. La historia del progreso social es la de la trans- formación de la realidad. Pero ¿ qué forma de realidad corresponde a la globalización? Manuel Castells, por su parte, en la misma línea, pero matizando al- go más, ha escrito que «se trata de un proce- so objetivo, no de una ideología». Y aquí se revela la primera de las trampas conceptua- les con que el concepto de globalización se plantea. Y que consiste en identificar la polí- tica y la ideología de la globalización con la infraestructura tecnológica en que se apoya, LA PRIMERA PIEDRA D icen los populares que las preocupa- ciones de Aznar no están tanto en el funcionamiento de su Gobierno (me- jorable) sino en la situación del País Vasco. El curso político se despide con una impor- tante entrevista, la que va a mantener el pre- sidente del Gobierno con el lendakari. Pocos son los que esperan resultados concretos, pe- ro sí, desde luego, que sea algo más que un obligado contacto institucional, por aquello de que la esperanza es lo último que se pier- de. Cierto es que el ambiente previo se ha en- rarecido con los atentados de Eta o con la pe- rra de la autodeterminación de Ibarreche, en la que subyace, se quiera ocultar o no, la apuesta por el separatismo en un futuro más o menos próximo. Pero se- guro que si se dejaran apar- te algunos orgullos mal en- tendidos el inmovilismo político dejaría de ser tal. El País Vasco necesita un en- caje de bolillos político que le encamine hacia el progreso y la primera piedra debería ponerse en esta entrevista. Y más si es cierto que, como dijo Mariano Ra- joy hace muy poco, con Eta se puede acabar policialmente. Nadie quiere creer y, por su- puesto menos que nadie el propio Aznar, que al PNV no le interese que Eta sea derrotada. LLuuiissaa PPAALLMMAA REBOREDO Y SAÑUDO N o hay orden ni concierto en las posi- ciones del Gobierno y del PP frente a la autodeterminación. El desconcierto pro- viene del conoci- miento defectuoso que tiene Aznar de la nación como reali- dad objetiva. Los nacionalistas quieren creer, con Ortega y Primo de Rivera, que la nación es un proyecto común que se ha- ce o se construye a voluntad (Pujol, Arza- llus, Aznar). Si esta idea subjetivista tu- viera fundamento, habría que dar la misma entidad al sugestivo proyecto común de deshacer o deconstruir naciones mal he- chas. Hacer y deshacer naciones era el ideal romántico de los filósofos alema- nes del XIX que dieron a los pueblos la idea de autodeterminación moral propia de personas. Los no nacionalistas sabemos que las naciones no se hacen, sino que son invo- luntarias porque en ellas se nace. No es que neguemos a los vascos el derecho de separarse (cosa que no pueden hacer sin contradecirse los que tratan la nación co- mo proyecto), es que se lo negamos a la propia España. Tan ilegítimo sería un Re- feréndum secesionista si sólo votaran los vascos, como si lo hicieran todos los espa- ñoles. Ser o no ser español no es una cues- tión moral que la libertad colectiva pueda decidir. El crimen está en la pregunta. So- meterla a discusión en las Cortes, como Aznar pide con ruda jactancia al lendakari, para que se abra un debate suicida de su representación española, negaría la esen- cia del Sistema. Debatir el sexo de los án- geles sería menos bizantino que dictami- nar en las Cortes la condición española de los vascos. La historia impide negarla. La voluntad de renegación, al ser doble nega- ción, la implica. El señor Aznar ha oído campanas y no sabe dónde. Porque las ha oído, acierta cuando dice que la secesión vasca «no tie- ne fundamento histórico ninguno». Porque no sabe dónde, comete la torpeza de aña- dir una retahíla de razones inconvenientes: 1. Ser superflua, al gozar el País Vasco de niveles de autogobierno como nunca había conocido. 2. Ser la finalidad del terrorismo. 3. No respetar las reglas de juego, pues- to que debe ser debatida en las Cortes. 4. No ser ético plantearla a corto plazo, cuando existe el terrorismo. 5. No estar reconocida como derecho en ninguna Constitución del mundo. 6. El derecho de los vascos a decidir su futuro ya lo ejercitan en cada cita con las urnas. Estas razones oportunistas suponen ma- la fe intelectual. El adagio popular «lo bueno que abun- da no hace daño», olvida que se torna per- nicioso por lo excesivo. Este rosario de ra- zones innecesarias es contraproducente. Se vuelve contra el que lo esgrime tan pron- to como dejen de ser actuales. Decir NO ahora, por razones circunstanciales, equi- vale a decir luego SÍ (o es posible), si los impedimentos desaparecen. El presidente del Gobierno ha dejado entrever una auto- olvidando que ésta permite opuestas for- mas de gestión. La trampa en que caía también Felipe Gonzá- lez, al afirmar en la aludida entrevista que combatir la globaliza- ción es como luchar contra el teléfono. Si queremos situar la glo- balización, diremos que es claramente una política económica, acompañada por una capciosa propaganda ideológica. Define un modo de gestionar y gobernar nuestro mun- do, llevando hasta sus últimos límites la ten- dencia connatural al capitalismo de maximi- zar los beneficios de las grandes empresas. Para ello se trata de ampliar el mercado, arrumbar las empresas menores y satelizar al propio servicio la obtención de materias pri- mas y la explotación intensiva del trabajo, es- pecialmente en los países del Tercer Mundo. En estos términos no constituye nada real- mente nuevo, aunque sí es algo facilitado por dos grandes hechos: el desarrollo de la co- municación y los transportes y, además, la concentración del poder, producida tras la caí- da del socialismo, la cual permite obligar a los Estados menos poderosos a la apertura de sus fronteras, mediante tratados llamados de «libre comercio». El elemento innovador vie- ne dado por otra dimensión, la más típica de la globalización: la libertad de movimientos de capitales, erráticos en persecución de opor- tunistas rentabilidades, en una peregrinación capaz de producir catástrofes económicas, co- mo la de los famosos «tigres asiáticos». La segunda trampa de la globalización consiste en aparentar lo contrario de lo que representa. En efecto, globalizar sugiere con- juntar, extender, superar barreras y aisla- mientos. Mas ¿ se puede decir, en este senti- do, que la producción, la riqueza, el poder, la sanidad, la información estén globalizados? Respecto a la producción de alimentos se ha mostrado de qué modo la política de las mul- tinacionales ha destruido economías de sub- sistencia y hundido en el hambre a los países del Tercer Mundo. Pero no hace falta ir a él, pregunten a nuestros ganaderos y agriculto- res, a quienes se limita su capacidad produc- tiva para que importemos carne de vacas lo- cas. O se les hace arrancar vides para que compremos vinos del Rhin. ¿Está globalizada la información de los sa- télites que detectan las reservas naturales, re- gistran conversaciones y movimientos que pueden inquietar a las grandes potencias? Manuel Castells pretende que la ciencia se encuentra globalizada, pero en verdad está concentrada, interesadamente programada y sus resultados de mayor interés económico y militar son custodiados como «alto secreto». Y ¿qué diremos de las armas nucleares, del arsenal destructivo en manos de la OTAN? Aquello a que estamos asistiendo es a una concentración del poder en todas sus formas y a la extensión de sus tentáculos sobre el pla- neta. ¿Globalización? Si por tal entendemos la aspiración de los grandes imperios, como recientemente, comentaba José Luis Sampe- dro, a extender su dominio sobre la tierra, es algo bien viejo, aunque hoy potenciado por la ciencia, la tecnología y la propaganda que los poderes mundiales monopolizan. CCaarrllooss PPAARRÍÍSS