1976-07-23.DIARIODLERIDA.CAMACHO

Publicado: 1976-07-23 · Medio: DIARIODLERIDA

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APUNTES 

P A RA   LA  HISTORIA 

MARCELINO 
CAMACHO 

Marcelino  Camacho.  Hombre  de estatura  más  bien ba-
ia,  camisa  de  manga  corta,  pantalones  de  verano.  Vive, us-
ted  lo  sabe,  allá  en  Carabanchel,  a  un  paseo  de  aquella 
cárcel  que a  lo  mejor  resulta  que se conoce  como  la  palma 
de  la  mano,  porque,  como  él  mismo  dice,  «de la  Dirección 
General  de  Seguridad  me han llamado  muchas  veces,  sien-
do  más conocido  que muchos  de plantilla».  Campechano, de 
buen  humor,  cuando  da  rienda  suelta  a  las  constantes  de 
su  vida. 

Me  ofrece  aquel  pequeño  cuarto  donde  hay una librería, 
una  estantería,  una mesa,  un par de  sillas,  un tresillo,  otra 
mesa  de centro,  un póster  y un par de cuadros.  Uno  de ellos, 
perfecto,  Marcelino  Camacho  a  lápiz,  le  está  dedicado con 
la  siguiente  inscripción:  «A mi  querido  compañero  Marceli-
no  Camacho,  con toda  la  admiración  por  el  gran 
luchador 
obrero,  pionero  de  nuestras  comisiones  obreras,  este  re-
cuerdo  de nuestro  encarcelamiento  en Segòvia...» 
GALLO  LUCHADOR 

Papeles  variados  por  todas  partes.  Gafas  de  pasta  ne-
gra  con las que juega  incansablemente,  nerviosamente.  Está 
sentado  en  el  borde  mismo  del sofá,  como  haciendo  equili-
brio,  y  mira  fija,  vivamente  al  periodista.  Alguna  vez  sona-
rá  el  teléfono,  le  avisará  su  mujer,  Josefina  Samper,  y pe-
dirá  perdón.  Fresador  metalúrgico.  Cuando  sus años  mitad 
niños,  mitad  adolescentes,  tenía  tal trajín  en la  cabeza  «que 
me  acostaba  socialista  y  levantaba  anarquista».  Le  llamaban, 
cree  recordar,  el  gallo  luchador...  Y  se define  con una frase 
corta,  fuerte,  no sé  si  aguda:  «Yo soy un  producto  natural 
del  movimiento  obrero  en  unas  condiciones  históricas  de-
terminadas». 

— Mi   aportación  a la  lucha  no es superior  a  la de  otros 
compañeros,  quizás  más  larga.  A  mí  me  parece  que  el 
elemento  que  determina  siempre  el  papel  del  individuo  en 
la  historia  son las circunstancias  más o  menos  especiales. 
En  primer  lugar  parto  de que la  historia  la  hacen  los  pue-
blos  y  las  masas  en  unas  condiciones  determinadas,  condi-
ciones  que ellos  no eligen.  Es decir,  uno nace  en un  lugar 
determinado  sin alegirlo.  Así, pues,  tampoco,  a  veces, pue-
des  elegir  el  lugar  en  que has de  moverte  dentro  de esa 
sociedad.  Le viene  dado  por una serie  de circunstancias, in-
cluso  muchas  ajenas  a  él,  pero  también  soy consciente  de 
que  el  papel  del  individuo  en la  historia  no es  igual:  unos 
aportan  más  y  otros  menos.  Pero  incluso  cuando  se  produce 
este  fenómeno  en  la  aportación,  también  en  cierta  medida 
viene  dado,  más que por el  hecho  intrínseco  del  individuo, 
de  que sea capaz  de ponerse  a  la  cabeza  de un movimiento 
ascendente  y  que lo  Interprete.  Pues  puede  haber  algunos 
rasgos  individuales  que también  son  precisos,  es  decir, de-
terminadas  condiciones  son  necesarias.  Pero  vamos,  a  mi 
me  parece  que incluso  esas  condiciones  individuales  nece-
sarias,  sin  las  cuales  lo  otru  tampoco  sería 
fácil,  son en 
cierta  medida  secundarias  en  este  aspecto  concreto.  El  pa-
pel,  por  ejemplo,  de  hombres  que  han  destacado,  como 
Masser  o  De Gaulle.  Lo  importante  es  que cuando  los  tra-
bajadores  crean 
inicialmente,  y  después  le  damos  cierta 
perspectiva,  un  grado  de  conciencia  a  este  movimiento,  el 
papel  mío  conjuntamente  a  mis  otros  compañeros  ha po-
dido  ser  el  de  haber  comprendido  esta  necesidad  de ha-
bernos  puesto  a la  cabeza. 
PACTO  NACIONAL 

Marcelino  Camacho  se  alarga 

indefinidamente  en las 
respuestas,  en la  conversación.  Se diría  que tiene  ganas de 
hablar  y  dejar,  de  cara  al  periódico,  el  bagaje  de su forma-
ción,  de  los  principios  tantos  de  comisiones  como  suyos. 
A  veces  duda  las palabras,  repite  alguna  que otra  frase que 
debe  de tener  grabada...  Tiene  un  pelo  blanco,  con  pincela-
das  negras,  y  un  moreno,  en  la  cara,  curtido  por  un sol 
obrero. 

—¿Qué  impresión  le  produjo,  en su primer  momento,  el 

pacto  nacional? 

—Digamos  que el  pacto  nacional,  en  cierta  medida,  es 
una  respuesta  por  parte  de  la  derecha  y  ultraderecha  al 
planteamiento  de  la  ruptura  democrática  pactada.  Es  decir, 
¡as  fuerzas  de oposición,  cuando  llegan  a  adquirir  un  cierto 
grado  de  unidad  a  través  de  Coordinación  Democrática, lan-
zan  la  idea  de  una ruptura  democrática  pactada,  que  va a 
ser  pacífica.  Ya  sabemos  que antes  también  el  propio Par-
tido  Comunista  de  España  y  algunas  que otras  fuerzas lan-
zan  la  idea  del  pacto  para  la  libertad.  Es  decir,  como con-
traposición  a  esto,  en  cierta  medida  como  oposición,  se 
lanza  la  ¡dea  de  un  pacto  nacional.  Pero,  claro,  un  pacto 
nacional  que  trata  de  excluir  precisamente  a  las  fuerzas 
obreras  y  democráticas,  y  un pacto  nacional  que no es tal 
en  el  sentido  de que defienda  los  intereses  nacionales,  si-
no  que  defiende  los  intereses  de  los que han  venido do-
minando  durante  estos  años.  A  mí  me  parece  que la  idea 
de  un  pacto  nacional  verdaderamente,  vamos,  la  palabra  no 
representa  el  contenido  exactamente  que quieren  darle  los 
que  están  ahí. Yo creo  que es la  clase  obrera  y las fuerzas 
democráticas,  en  los  momentos  actuales,  no  solamente  un 
sector  importante  del  país,  que considero  mayoritarlo,  sino 
los  que mejor  interpretan  el  sentido  nacional.  Nosotros,  en 
cierta  medida,  no  solamente  nos  consideramos  creadores 
de  todo  lo  que  hay  de  bello  y  útil  en  la  sociedad,  los 
trabajadores  manuales  e  intelectuales,  sino  los que llevamos 
sobre  nosotros  el  peso  del desarrollo  histórico  del país. So-
mos  portadores  de  los  intereses  de  la  nación.  Creo  que 

incluso  en  este  momento  estamos  en  presencia  de  una 
clase  obrera  muy madura,  muy seria,  muy responsable, que, 
claro,  no  pretende  ser  engañada  con estos  pactos  naciona-
les  que  nada  tienen  de  nacional,  o  estos  pactos  sociales 
que  tampoco  tienen  nada  de  social.  Es  decir,  ya  sabemos 
que  cuando  se  habla  de  pacto  social  es  una  especie  de 
prolongación  de  lo  que se  llama  la  política  de  rentas.  Y la 
política  de  rentas  consiste,  en lo  fundamental,  en  controlar 
ios  salarios,  pero,  sin  embargo,  los  beneficios  de  una  em-
presa  jamás  se controlan,  hay  miles  de formas  para  distribuir 
los  beneficios.  Así, pues,  creo  que  hay que deshacer  los 
equívocos  de  las frases:  ni el  pacto  nacional  representa  el 
que  intenta  llegar  a un acuerdo  para  defender  los  intereses 
nacionales,  ni  el  pacto  social  quiere  decir  que tengan una 
política  en defensa  de los trabajadores  o de la  sociedad. 

Nuestro  entrevistado,  a  pesar  de las prisas,  jamás  mira 

el  reloj  a  lo  largo  de  la  entrevista.  Tiene  un  ritmo  de  voz 
constante  en la  larga  hora  que  estuvimos  frente  a  frente, 
cada  uno  en  su  misión:  el  periodista  preguntando  y  el 
entrevistado  defendiendo  sus  tesis,  contestando.  Estos  «Apun 
tes  para  la  istoria»,  que se  escriben  semana  tras  semana, 
que  huyen  de  ideología  particular  o  propia,  se  hacen  con 
hombres  que  gravitan  en  el  plano  de  la  política.  Esto  sí, 
quieren  poner  en la  balanza  el  peso  de cada  cual  y  el  peso 
posiblemente,  estará  en  razón  de  su  experiencia,  de sus 
análisis,  de  su  formación,  de  estas  palabras  que  quedan 
impresas.  Son estos  «Apuntes...»  unas  cuantas  páginas que 
buscan  caminos  de  la  historia  de  España  y  cada 
ideología 
escribe  de  una manera  Individual... 
COORDINACION 

—Hábleme  de  las  relaciones  de  Comisiones  Obreras 
con  USO y  UGT de cara  a  la  coordinación  de fuerzas  sindi-
cales.  ¿Dónde  chocan?  ¿Qué  pretenden? 

—En  el  momento  actual,  y  en  la  última  reunión,  se 
han  discutido  dos  documentos  que  están  prácticamente 
casi  aprobados,  que es  el  documento  que trata  de  un  pro-
grama  de  acción  común  conjunta,  y,  por  otro  lado,  se es-
tá  también  discutiendo  la  mecánica  por  la  que  se  va  a 
regir  esta  coordinación  sindical.  Sin  embargo,  después 
han  venido  algunos  comentarios  hechos  por  algunos, más 
lo  que  algunos  sectores  han  tratado  de  hurgar  en  deter-
minadas  heridas  aún  no  cicatrizadas,  que han  tratado  de 
llevar  eso a  otro  terreno.  Hay  una cosa  clara:  en  los  mo-
mentos  actuales,  Comisiones  Obreras  'son  una  fuerza  de-
cisiva,  como  consecuencia  de  las  largas 
luchas  de  estos 
últimos  años.  En  este  sentido,  el  que CC. 0 0.   haya  plan-
teado,  a  pesar  de  la  prohibición,  ir  a  celebrar  una  asam-
blea  con  dos  mil  delegados  que  representan  a  un  millón 
de  trabajadores,  y  que  hayamos  elegido  estos  delegados 
directamente  en  asambleas  en  las  fábricas,  partiendo  de 
lo  que  es  CC.  0 0 .,  más el  hecho  de  que  nos  hayamos 
planteado  el  lanzar  la  campaña  de  un  millón  de  bonos pa-
ra  establecer  de  alguna  manera  una  especie  de  vincula-
ción  sin  ser  un  carné  y  sin  ser  una  cotización,  esto  ha 
asustado  al  poder  y  también  a  algunos  les ha  creado  cier-
ta  impresión  de  asfixia.  Esto  determina  que  haya  habido, 
digamos,  una reacción  de  humor,  pero  en  la  práctica,  ¿qué 
es  lo  que  hay?  CC.OO.  no  amenaza  a  nadie,  no  tratamos 
de  imponer,  digamos,  un sindicato  unido  a  la  fuerza,  al  es-
tilo  portugués...  Para  nosotros  la  unidad  del  movimiento 

«El  pacto  es  la  respuesta  de  la  derecha  al 
planteamiento  de la  ruptura  democrática.» 

«Hay  que  ir a un  congreso  obrero  libre y cons-
tituyente  de todo  el  Estado  español». 

«El  movimiento  obrero  sindical  es homogéneo 
en  lo socioeconómico,  pero  no  en  lo político.» 

«Hay  que  respetar  a las minorías  sobre  la ba-
se  de la representación  proporcional.» 

obrero,  que es  vital,  no  sale  de  un  decreto  o  de  una  ley 
sindical.  Para  nosotros,  la  unidad  sindical 
tiene  que  ser 
libremente  consentida  y  lo  hemos  planteado:  CC.OO.  in-
nova  en  el  movimiento  obrero  sindical,  que supera  e  inno-
va  determinados  defectos  del  sindicalismo  clásico.  Cree-
mos  que  el  sindicalismo  clásico  tiene  un  cierto  grado  de 
burocratización,  y  esto  en  general,  sobre  todo  en  Europa 
occidental.  Creemos  además  que  hay  una  distancia  entre 
el  número  de  afiliados  que hay y  el  número  de  trabajado-
res.  Por  ejemplo,  en  Francia,  el  número  de  afiliados  a las 
distintas  organizaciones  sindicales  es  el  veinticinco  por 
ciento,  con lo  que la  mayoría  no  participa  en  las  grandes 
ocasiones.  Todo  el  mundo  considera  que  hay  una  cierta 
crisis  en el  sindicalismo  clásico.  Los italianos  están  tratan-
do  de  realizar  una  búsqueda  creadora  y  han hallado,  en 
cierta  medida,  un elemento  importante,  que son los  conse-
jos  obreros.  Y  están  en  marcha  hacia  la  unidad  sindical. 

d í J J Cï 

Viernes, 

23-7-76  /  Página 10 

<riLa unidad  sindical  tiene que 
ser  libremente  consentida» 

CC.OO.  es  un  movimiento  sindical  de  carácter  organizado 
y  sociopolítico.  Para  nosotros  todo  trabajador,  por  el he-
cho  de  serlo  forma  parte  de  ese  movimiento  sindical.  Es 
decir,  que en el  futuro  no se  pedirá  a  los trabajadores  un 
carné;  habrá,  por  supuesto,  militantes  y  afiliados,  que se-
rán  libremente  los que decidan,  pero  el  conjunto  del  mo-
vimiento  sindical  lo  constituirá  el  conjunto  de  los  trabaja-
dores.  Partimos  que CC. 0 0.  sea una especie  de  síntesis 
de  los  consejos  obreros  y  de  las  estructuras  organizadas 
clásicas  del  movimiento  sindical... 
ALTERNATIVA  SINDICAL 

—¿Y  cuál  es  la  alternativa  sindical  que  presenta  CC. 

00.? 

—Primero,  llegar  a  un acuerdo  con las  tendencias sin-
dicales,  como  estamos  haciendo  a  través  de  discusiones 
y  de  coordinación  sindical.  Después  nos  proponemos  que, 
puestos  de acuerdo  y  restablecida  la  libertad  sindical,  teñe-
mos  que  conquistar  las  libertades,  que no son  nunca  re-
sultado  de  un  regalo,  sino  de  una  conquista  que  desea-
mos  pacífica.  La  cuestión  entonces  que se  nos plantea  es 
la  de que hay que ir  después  a  un congreso  obrero  consti-
tuyente,  en el  que todos  los trabajadores,  los de  bata  blan-
ca  y  mono  azul,  participen.  Luego  ir  a  un congreso  obrero 
libre  en  Catalunya,  Euskadi,  Galicia,  y  un  congreso  obrero 
libre  a  nivel  de todo  Estado  español,  en el  que los trabaja-
dores  tengan  la  última  palabra  y  decidan.  Si los  trabajado-
tres  centrales  sindicales,  nosotros,  aun sin-
res  quieren 
tiéndolo  mucho,  aceptaríamos  el  fallo,  aunque  creemos que 
los  trabajadores  se  suicidarían  como  clase.  Pensamos que 
la  impotencia  del  movimiento  obrero  sindical  puede  produ-
cirse  lo  mismo  por existir  un movimiento  unido  a  la  fuerza 
domesticado,  de  carácter  corporativo,  que  por  la  existen-
cia  de varias  centrales  sindicales,  que por  muy libres que 
fueran,  al  dividirse  no  dejarían  de  enfrentarse  entre  sí,  y, 
como  es  lógico,  en  beneficio  de ese gran  capital.  Pero hay 
otra  cosa:  ¿por  qué a  los  trabajadores  nos  plantean  que 
tengamos  más de  un  colegio  profesional?  Otro  fenómeno 
que  se  plantea 
la  alternativa  sindical  que  presenta  CC. 
0 0.   a  los  demás;  es  decir,  este  congreso  obrero  constitu-
yente,  que  va  a  decidir,  estimamos,  que  de  nuestra  pro-
puesta  salga  una confederación,  una federación  o una unión 
general  de  comisiones;  es  decir,  un  movimiento  obrero 
sindical  organizado,  de  carácter  sociopolíticó,  unido,  plena-
independíente  de  los  partidos  y  de  los  estados,  y 
mente 
en  el  que las  tendencias  puedan  existir.  Creemos  que  de-
ben  respetarse  las tendencias,  ya  que el  movimiento  obre-
ro  sindical  es homogéneo  en lo  socioeconómico,  pero  no  lo 
es  tanto  en lo  político.  Hay que respetar  las tendencias,  y, 
naturalmente,  creemos  que  el  centralismo  democrático  no 
es  válido  para  este  tipo  de  movimiento  sindical.  Después 
creemos  que hay que respetar  a  las  minorías  sobre  la  ba-
se  de  la  representación  proporcional;  es  decir,  que los  ór-
ganos  de  dirección  sean  elegidos  por  representación  pro-
porcional.  En  esta  alternativa  sindical  de  este  congreso 
obrero  constituyente,  del que se  deduciría  una central sin-
dical  de estas  características,  se puede  llegar  a un acuerdo: 
en  primer  lugar,  por las fuerzas  de distintas  tendencias que 
existen,  y  en  segundo,  claro,  siempre  respetando 
la vo-
luntad  de  los  trabajadores.  Creemos  que  podíamos  estar 
ya  todos  dentro  de  una confederación 
libre,  constituida  a 
gravés  de  un  congreso  obrero  constituyente,  libre  y  demo-
crático,  y al  mismo  tiempo  podían  mantenerse  durante  todo 
un  período  de  rodaje  las  estructuras  sindicales  existentes 
cristalizadas:  se  podía  mantener  UGT, USO y  CC.OO.  y la 
otras 
tendencias  que  puedan  existir,  de  tal  manera  que 
mientras  se  realice  el  período  de rodaje  nadie  se  sintiera 
más  o  menos  manejado  y  siempre  tuviera  su  instrumento. 
Es  decir,  que  ya  estábamos  todos  dentro  de  una  central 
unitaria,  pero  todavía  manteníamos  la  otra  estructura  cris-
talizada.  Eso sería  una especie  de  seguro  contra  cualquier 
manipulación.  Creo  que avanzamos  resueltamente  hacia  la 
creación  de esa coordinación  de  fuerzas,  que sería,  de  mo-
mento,  una especie  de  unidad  de  acción,  pero  con un  paso 
hacia  la  unidad  sindical. 
FRANCO 

No  suele  parar,  descansar,  en  estos 

largos  momentos 
de  sus  respuestas.  Y  si  lo  hace,  levemente,  debe  de ser 
para  coger  fuerzas  y  airear  a  los  cuatro  vientos  de  aque-
llas  paredes  que  nos  rodean  —casi  desnudas,  casa  de si-
lencio  desde  la  entrada  vecinal,  a  donde  lo  más que  llegan 
son  unos  ruidos  de claxon  cuando  abordan  la  esquina  de la 
calle  Manuel  Lamela—  la  expresión  política  de  su  tempera-
mento.  Si  acaso  para  unos  momentos,  aprovecha  para  pasar-
se  la  mano  por  la  frente  o  jugat  tibia,  sucintamente,  a 
ponerse  y  auitarse  las  gafas. 

—¿Qué  ha  significado  Franco  para  la  vida  política  de 

CC.OO.  y  la  vida  política  del país? 

—Para  la  vida  política  del  país  ha  significado  una  pa-
rálisis.  Es  decir,  ha  sido  un  período  largo  en el  que la 
capacidad  de  creación  en  todos  los  niveles  se  ha  visto 
frenada  por la  falta  de  libertad.  No  cabe  duda  que de todas 
maneras  el  país  se ha visto  atravesado  por unas  corrientes 
de  desarrollo  económico  que han posibilitado  una gran acu-
mulación  y  un cierto  crecimiento,  pero  creo  que eso se ha 
desarrollado  en  razón  de esa situación,  en la que nosotros, 
de  alguna  manera,  estamos  Inmersos  a  nivel  nacional  e in-
ternacional.  Para  las CC.OO.,  nosotros  hubiéramos  preferido 

ir  a  la  unidad  sindical  a  partir  de  lo  que  había.  Yo re-
cuerdo  que al  final  de la  guerra,  en el  año 38, la  UGT y la 
CNT  establecieron  un  pacto  de  unidad  de  acción,  y  proba-
blemente,  si  la  guerra  se  hubiera  prolongado  un poco más, 
o  si  la  hubiera  ganado  la  República,  la  unidad  se  hubiera 
hecho.  Yo  creo  que  en  nuestro  país  había  una  tendencia 
hacia  la  unidad  del movimiento  obrero  sindical,  que de  una 
forma  u  otra  se  hubiera  realizado.  Entonces,  si  CC.OO., han 
nacido  en  medio  de  ese  contexto  difícil,  no  tenemos  que 
dar  gracias  a  la  existencia  de la  dictadura;  creemos  que  el 
movimiento  sindical  hubiera  encontrado  un  camino  unitario 
y  de  libertad  a  menos  costos...  Hubiéramos  preferido  ir ha-
cia  ese  desarrollo  del  movimiento  obrero  de  una  manera 
menos  accidentada  y  menos  costosa.  No  queremos  el be-
neficio  de  la  clandestinidad;  preferimos  el  beneficio  de la 
libertad  y  de  la  legalidad.  No  queremos  actuar  en  la  som-
bra,  en  las  catacumbas;  queremos  salir  abiertamente  con 

«Ermodelo  de  crecimiento  neocapitalista,  inicia-
do  en 1959,  ha tocado  techo.» 

«Pediría  un Gobierno  provisional  con  representa-
ción  de todas  las fuerzas  y  tendencias.» 

«Las  asociaciones  políticas  han  llegado  tarde  y 
mal.» 

«Pocos  hombres  en  el  poder  actual  sobrevivirán 
políticamente.» 

«Las  Comisiones  Obreras  se  autofinancian.» 

Todo  esto  lo  dice  a  medio  timbre  de voz, sin  exaltacio-

nuestro  rostro  humano  y  con  nuestro  rostro  nacional. 
nes,  sin gritos. 
G O B I E R NO 

—¿Qué  opinión  le  merece  la  trayectoria,  la  actuación 

del  Gobierno? 

—Desde  el punto  de vista  económico  tenemos,  por ejem-
plo,  en  la  balanza  comercial  ocho  mil  millones  de  dólares 
de  déficit,  lo que es ya casi  una constante,  porque  llevamos 
ya  dos años  y  en  los  cinco  primeros  meses  de  éste  tene-
mos  ya  tres  mil  trescientos  millones.  Es  decir,  vamos por 
el  mismo  camino.  El  déficit  de  la  balanza  de  pagos  por 
cuenta  corriente  son tres  mil  millones  de  dólares;  digamos 
que  también  el  endeudamiento  hacia  el  exterior,  gracias  a 
lo  cual  no  nos  hemos  quedado  sin  divisas,  ha  pasado  de 
dos  mil millones  de  dólares  hace  tres  años  a  diez  mil  mi-
llones  que va  a  tener  a  final  de  este  año, si  se dan  los 
créditos  que  se  andan  buscando  ahora.  Las  inversiones 
el  año  pasado  han descendido:  según  unos,  un  seis  por 
ciento,  según  otros,  un diez  por ciento.  El  número  de  para-
dos  en estos  momentos  debe  de  andar  rozando  el  millón; 
a  finales  de  año andaban  cerca  de  los ochocientos  mil.  La 
formación  bruta  de  capital  ha  descendido;  el  producto  in-
dustrial  bruto  el  año  pasado  subió,  según  datos  oficiales, 
el  0'7; según  el  Banco  Popular,  el 0'02;  y  este  año,  a  pesar 
de  todas  las cosas,  el  informe  de la  OCDE  y  el  último del 
Banco  Urquijo  dicen  que  no subiremos  al  uno poi  ciento 
Por  otra  parte  tenemos  un  sector 
importante  de  la  pobla-
ción,  tres  millones  y medio  casi  de pensionistas  subalimenta-
dos,  con unas  pensiones  de  5.800  pesetas  como  media,  y 
digamos  que este  elemento  económico  básico  de  la  socie-
dad-no-es  un  elemento  coyuntural,  sino  una cosa  estructu-
ral.  Nosotros  tenemos,  como  consecuencia  del  sistema  po-
lítico  del  país,  por  un  lado:  estamos 
inmersos  dentro  de 
la  primera  gran  crisis  general  del  capitalismo  monopolista 
de  Estado,  pero  nosotros  lo  tenemos  agravado.  Sin  libertad 
no  es posible  iniciar  la  solución.  Así, pues,  esta  constante 
de  la  crisis  que hablamos  exige  ir  a  una  reconversión  na-
cional.  Es decir,  el  modo  de vida  que llevamos  no se  puede 
mantener.  El  modelo  de  crecimiento  neocapitalista,  iniciado 
el  año 59, ha tocado  techo.  Entonces,  el  país  tiene  que ir a 
reajustar  sus  ingresos  y  posibilidades,  naturalmente,  de 
acuerdo  con sus posibilidades.  O,  como  dice  Tamames, hay 
que  ir  a  un  plan  de  recuperación  económico,  que exige  la 
participación  de todos  los españoles. 
REFORMA 

—¿Se  Identifican  ustedes,  las  CC.OO.,  siquiera  en  una 

mínima  parte,  con algún  miembro  del  Gobierno? 

—Creo  que está  claro.  Para  nosotros,  en  lo  fundamen-
tal,  nada  ha  cambiado  en el  país.  Es decir,  sigue  el  mismo 
régimen,  aunque  con algunos  retoques:  las  mismas  leyes..., 
aunque  podíamos  analizar  las  leyes  de  la  reforma.  ¿Y  qué 
es  lo que ha dado  la  ley de la  reforma?  Si  verdaderamente 
se  tiene  intención  de  ir  a  la  reforma  habría  que  empezar 
por  tener  una  tolerancia  previa  antes  de esto.  Nosotros  cree-
mos  que la  situación  es  extremadamente  delicada;  no hay 
posibilidad  de ir  a  la libertad  a  través  de la  reforma;  sola-
mente  a  través  de  la  ruptura  democrática  pactada,  como 
plantea  Coordinación  Democrática.  Es decir,  el acuerdo  entre 
las  fuerzas  obreras  y  democráticas  con los  sectores  tácti-

cos  de  poder  y  los sectores,  digamos,  que de  verdad  quie-
ren  la  reforma.  Solamente  un  acuerdo  entre  estas  fuerzas 
es  lo que  daría  al  país  la  solución  para  ir...  bueno,  pues, 
a  una amnistía,  abrir  un  período  constituyente  después  de 
un  Gobierno  provisional  y que el  pueblo  decidiera  libremen-
te.  Creemos  que de todas  las maneras  todo  esto  es  posible 
sin  derramar  la más  mínima  gota  de sangre,  pacíficamente... 

—¿Qué  sistema,  por consiguiente,  sería  el  más adecua-
do,  de  Gobierno,  para  España  en  las  condiciones  actuales? 

No  duda. 
—Un  Gobierno  provisional,  con  representación  de to-
das  las  fuerzas  y  tendencias,  desde  la  derecha  hasta  la 
izquierda... 

—¿Militares? 
—Bueno,  también  debería  haber  sectores  del  Ejército, 
indudablemente.  Es decir,  queremos  que  todo  lo  que repre-
senta  al  país  real,  a  los sectores  de la  oposición,  digamos 
de  Coordinación  Democrática,  más á  los  sectores  de  la 
derecha  que  aún  no  están  en  Coordinación  Democrática, 
que  quieren  verdaderamente  restablecer  las libertades, aun-
que  sea a  través  de la  reforma,  ese  sector  honesto  que  lo 
pude  haber,  más los  sectores  tácticos  de  poder,  como  el 
Ejército,  la  Iglesia  y  sectores  de las  finanzas,  deberían  es-
tar  representados  en  ese  poder.  Es  decir,  ese  Gobierno 
no  sería  provisional,  que después  de promulgar  una  amnistía 
y  restablecer  las  libertades  democráticas  haría  una consul-
ta  al  país,  y  el  país  abriríc  un período  constituyente  dentro 
del  cual  los trabajadores  —que  tenemos,  todo  el  mundo  lo 
sabe,  una postura  clara  en  relación  con las  instituciones—, 
si  se hace  esa consulta  después  del restablecimiento  previo 
de  partidos  y  libertades,  aceptaríamos  el  fallo  del  pueblo, 
cualquiera  que fuera.  Y  continuaríamos  a  actuar  dentro  de 
la  legalidad  y del respeto,  por supuesto,  a  los demás. 

—Hombres,  dinero,  locales,  ayudas-
No  da tiempo  a cabar  la pregunta.  Parece  que  la  preveía. 
—Locales,  nada  más que los que nos presta  la  Iglesia 
cuando  tenemos.  Y  desde  el  punto  de vista  de ayuda,  tene-
mos  escasa  ayuda  exterior.  Al  margen  de  nuestros  amigos 
italianos  y  algunos  otros,  no  tenemos... 

—Cifras. 
—Escasísimas.  CC.OO.  se  autofinancia  ella.  Y  ahora  el 
bono,  aunque  el  objetivo  fundamental  es  una  especie  de 
vinculación  moral  con CC.OO.,  también  sirve  para  autofinan-
ciarse.  Pero  los  recursos  son extremadamente  limitados.  El 
mayor  recurso  que tenemos  es el  entusiasmo. 
POCOS  SOBREVIVIRAN 

—¿Qué  condiciones  pondría  CC.OO.  al  Gobierno  para 
pactar  con  él? ¿Usted  cree,  además,  que si la oposición  pac-
ta  con el  Gobierno  se  habría  entrado  en  ese  proceso  de-
mocratizador? 

—CC.OO.  forma  parte  de  Coordinación  Democrática. 
CC.OO.  cumplirá  entonces  los acuerdos  de Coordinación De-
mocrática.  Nosotros  estamos  por  esa  ruptura  democrática 
pactada  es  lo  que puede  llevar  al  país  a  la  libertad  y,  por 
supuesto,  a  la  tranquilidad,  a  la  paz. 

—¿Quiénes  son los  hombres  que ahora  mismo,  en  Es-

paña,  tienen  mayores  posibilidades? 

—Yo  creo  que  los hombres,  los que hay actualmente en 
el  poder,  pocos  de  ellos  van a  sobrevivir.  Me  refiero  polí-
ticamente;  bien  entendido  de que yo soy partidario  de  que 
viva  todo  el  mundo.  Cuando  hablo  de  cambios  políticos nun-
ca  hablo  de  acabar  con  los  hombres.  Para  mí,  todos  los 
hombres  deben  vivir,  eso está  claro.  Quiero  que esto que-
de  bien  matizado.  Creo  que lo  primero  que hay que  hacer 
es  consultar  al  país.  Es  decir,  en  un  Gobierno  provisional 
creo  que  hay  figuras  muy  caracterizadas,  sobre  todo  en 
Coordinación  Democrática  y  en  algún  sector  de  esos  tácti-
cos  de  poder.  Estos  días  se  habla  de  militares  con cierto 
prestigio,  etcétera;  nosotros  tenemos  figuras  muy  caracte-
rizadas,  para  qué  las  voy a  citar,  pero  creo  que  en  este 
Gobierno  provisional,  que sería  lo  más  inmediato,  sería  de 
escasa  duración,  hasta  desarrollar  esa  consulta  al país  y  que 
el  país  se  pronunciara. 

—¿Qué  vida  le  espera  a  las  asociaciones? 
—Yo  creo  que ninguna.  Han llegado  tarde  y  mal. Creo 
que  a lo que  espera  una  gran  vida  es a los partidos  políticos 
y  organizaciones  obreras. 

—Una  última  pregunta.  ¿Qué  vida  le  espera,  en su  opi-

nión  al  Movimiento  como  tal? 

—Creo  que el  Movimiento,  como  tal  Movimiento,  está 
acabada  ya, ahora  mismo.  Ese Movimiento  ya no se  mueve. 
Eso  no  quiere  decir  que  algunas  de  las fuerzas  políticas 
que  más o  menos  han estado  en el  Movimiento  no  puedan 
existir  después.  Eso  será  el  país  el  que  determinará  su 
fuerza. 

Final  de  la  entrevista.  De  la  habitación  a  la  calle por 
un  pequeño  pasillo  oscuro.  Marcelino  Camacho  me  da la 
mano  y  se  inicia  el  diálogo  de  despedida.  Y  cuando uno 
anda  en  su  coche,  en  la  misma  puerta  de  la  casa  del en-
trevistado,  viendo  unos  papeles,  se  le  acerca  Marcelino Ca-
macho,  con su  mujer,  y  le  dice: 

—Oiga,  Cruz,  ¿para  dónde va? 
—Lo  siento,  pero  me quedo  por aquí  un  rato  más.  An-

do  esperando  a  unos  compañeros. 
—Gracias  de todas  formas. 

Juan  de la  Cruz  GUTIERREZ  GOMEZ 

(«YA») 

N.  DE  LA  R. —  En su  número  del  día 3  de  julio  de  1976, «Blanco 
y  Negro»  publicaba  unas  declaraciones  de  Marcelino  Camacho.  La  propia 
revista,  en  un  recuadro,  daba  su  opinión  sobre  las  manifestaciones  que 
le  hacía  el  líder  de  las Comisiones  Obreras.  Entre  otras  cosas,  «Blanco 
y  Negro»  afirmaba: 

«En  nuestra  opinión,  Camacho  y  sus  CC.OO.  acabarían 

inevitable-
mente  en las fauces  del PC si  llegasen  a  controlar  la gran  central  obrera 
por  la  que  suspiran.  Y,  naturalmente,  a  partir  de  ese  momento  expre-
siones  tales  como  «democracia»,  «respeto  a  las distintas  tendencias»  y 
otras  semejantes  adquirirían  un  nuevo  sentido:  el  que han  tenido  y 
tienen  en los países  del  Este. 

Esa  es  toda  la  cuestión.  Nuestros  lectores  podrán  llegar  a  conclu-
siones  propias  a  través  de esta  entrevista.  UGT y  CNT intuyen  sobre  la 
base  de  una amarga  experiencia  cuál  es  el  peligro  que  puede  venirles 
desde  las CC.OO.,  de las que incluso  el  propio  Camacho  sería  eliminado 
como  «moderado»  a  la  primera  oportunidad  propicia.» 

Por  considerarlo  de  interés,  recogemos  aquí  también  algunas  de 
las  preguntas  y  respuestas  de  la  entrevista  realizada  por «Blanco  y Ne-
gro»  a  Marcelino  Camacho: 

«—¿Es  un invento  el que Comisiones  Obreras  estén  manipuladas por 

el  Partido  Comunista? 

—El  Partido  Comunista  en  Comisiones  tiene  una  influencia 

indis-
cutible.  Nadie  trata  de negarlo.  ¿O  es  que vamos  a  aceptar  la  Influen-
cia  de  partidos  reaccionarios?  Serán  los partidos  obreros  siempre,  y así 
ha  sido  toda  la  vida.  Pero  además  del  «pecé»  también  está  el  PSÏ», 
que  nos ha apoyado  desde  nuestros  comienzos.  Asimismo  la  ORT. 

—Y  yo  me pregunto,  Camacho:  ¿Tus  convicciones  marxistas  te lle-

van  a  declararte  comunista? 

—Soy  partidario  de  un  socialismo  que  llegue  sobre  la  base  de la 
libertad  y  sobre  el  respeto  a  las distintas  tendencias.  Y  en el  caso del 
Partido  Comunista,  antes  de  que  se  me  olvide,  he  de  decir  que no se 
le  puede  estar  ridiculizando  continuamente  como  un  bicho  raro  con 
cuernos  y  con rabo. 

—Y  entonces,  ¿por  qué vuestra  dependencia  del Partido  Comunista? 
independiente  que 
—Bien...  Comisiones  Obreras  es un  movimiento 
no  tiene  vinculación  con el  Partido  Comunista,  ni  con el  Partido  Socia-
lista  Popular. 

—Pero,  si  mal no  recuerdo,  tú  me  hablabas  de  las  influencias  de 

éstos... 

—Bueno,  hay una  cosa  que yo  creo  que es  natural.  Y  es  que  los 

partidos  traten  de  influir  en  las  masas.  Y  para  llevar  esto  a  cabo, sus 
militantes  han de  ir,  con espíritu  de  sacrificio,  donde  la  gente  está tra-
bajando,  luchando.  Si  las  masas  aceptan  las  soluciones  que  ellos pro-
ponen,  y  sin que ello  quiera  decir  que se  abandonen  los postulados  del 
movimiento  obrero,  pues  no se  está  haciendo  otra  cosa  que admitir  las 
reglas  de  juego  democrático». 

Marcelino  Camacho  aparece  en esta  foto  junto  a  Rafael  Calvo 
Serer y García  Trevijano, en la salida  del segundo de Carabanchel 

Viernes, 

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