1976-07-23.DIARIODLERIDA.CAMACHO
Publicado: 1976-07-23 · Medio: DIARIODLERIDA
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APUNTES P A RA LA HISTORIA MARCELINO CAMACHO Marcelino Camacho. Hombre de estatura más bien ba- ia, camisa de manga corta, pantalones de verano. Vive, us- ted lo sabe, allá en Carabanchel, a un paseo de aquella cárcel que a lo mejor resulta que se conoce como la palma de la mano, porque, como él mismo dice, «de la Dirección General de Seguridad me han llamado muchas veces, sien- do más conocido que muchos de plantilla». Campechano, de buen humor, cuando da rienda suelta a las constantes de su vida. Me ofrece aquel pequeño cuarto donde hay una librería, una estantería, una mesa, un par de sillas, un tresillo, otra mesa de centro, un póster y un par de cuadros. Uno de ellos, perfecto, Marcelino Camacho a lápiz, le está dedicado con la siguiente inscripción: «A mi querido compañero Marceli- no Camacho, con toda la admiración por el gran luchador obrero, pionero de nuestras comisiones obreras, este re- cuerdo de nuestro encarcelamiento en Segòvia...» GALLO LUCHADOR Papeles variados por todas partes. Gafas de pasta ne- gra con las que juega incansablemente, nerviosamente. Está sentado en el borde mismo del sofá, como haciendo equili- brio, y mira fija, vivamente al periodista. Alguna vez sona- rá el teléfono, le avisará su mujer, Josefina Samper, y pe- dirá perdón. Fresador metalúrgico. Cuando sus años mitad niños, mitad adolescentes, tenía tal trajín en la cabeza «que me acostaba socialista y levantaba anarquista». Le llamaban, cree recordar, el gallo luchador... Y se define con una frase corta, fuerte, no sé si aguda: «Yo soy un producto natural del movimiento obrero en unas condiciones históricas de- terminadas». — Mi aportación a la lucha no es superior a la de otros compañeros, quizás más larga. A mí me parece que el elemento que determina siempre el papel del individuo en la historia son las circunstancias más o menos especiales. En primer lugar parto de que la historia la hacen los pue- blos y las masas en unas condiciones determinadas, condi- ciones que ellos no eligen. Es decir, uno nace en un lugar determinado sin alegirlo. Así, pues, tampoco, a veces, pue- des elegir el lugar en que has de moverte dentro de esa sociedad. Le viene dado por una serie de circunstancias, in- cluso muchas ajenas a él, pero también soy consciente de que el papel del individuo en la historia no es igual: unos aportan más y otros menos. Pero incluso cuando se produce este fenómeno en la aportación, también en cierta medida viene dado, más que por el hecho intrínseco del individuo, de que sea capaz de ponerse a la cabeza de un movimiento ascendente y que lo Interprete. Pues puede haber algunos rasgos individuales que también son precisos, es decir, de- terminadas condiciones son necesarias. Pero vamos, a mi me parece que incluso esas condiciones individuales nece- sarias, sin las cuales lo otru tampoco sería fácil, son en cierta medida secundarias en este aspecto concreto. El pa- pel, por ejemplo, de hombres que han destacado, como Masser o De Gaulle. Lo importante es que cuando los tra- bajadores crean inicialmente, y después le damos cierta perspectiva, un grado de conciencia a este movimiento, el papel mío conjuntamente a mis otros compañeros ha po- dido ser el de haber comprendido esta necesidad de ha- bernos puesto a la cabeza. PACTO NACIONAL Marcelino Camacho se alarga indefinidamente en las respuestas, en la conversación. Se diría que tiene ganas de hablar y dejar, de cara al periódico, el bagaje de su forma- ción, de los principios tantos de comisiones como suyos. A veces duda las palabras, repite alguna que otra frase que debe de tener grabada... Tiene un pelo blanco, con pincela- das negras, y un moreno, en la cara, curtido por un sol obrero. —¿Qué impresión le produjo, en su primer momento, el pacto nacional? —Digamos que el pacto nacional, en cierta medida, es una respuesta por parte de la derecha y ultraderecha al planteamiento de la ruptura democrática pactada. Es decir, ¡as fuerzas de oposición, cuando llegan a adquirir un cierto grado de unidad a través de Coordinación Democrática, lan- zan la idea de una ruptura democrática pactada, que va a ser pacífica. Ya sabemos que antes también el propio Par- tido Comunista de España y algunas que otras fuerzas lan- zan la idea del pacto para la libertad. Es decir, como con- traposición a esto, en cierta medida como oposición, se lanza la ¡dea de un pacto nacional. Pero, claro, un pacto nacional que trata de excluir precisamente a las fuerzas obreras y democráticas, y un pacto nacional que no es tal en el sentido de que defienda los intereses nacionales, si- no que defiende los intereses de los que han venido do- minando durante estos años. A mí me parece que la idea de un pacto nacional verdaderamente, vamos, la palabra no representa el contenido exactamente que quieren darle los que están ahí. Yo creo que es la clase obrera y las fuerzas democráticas, en los momentos actuales, no solamente un sector importante del país, que considero mayoritarlo, sino los que mejor interpretan el sentido nacional. Nosotros, en cierta medida, no solamente nos consideramos creadores de todo lo que hay de bello y útil en la sociedad, los trabajadores manuales e intelectuales, sino los que llevamos sobre nosotros el peso del desarrollo histórico del país. So- mos portadores de los intereses de la nación. Creo que incluso en este momento estamos en presencia de una clase obrera muy madura, muy seria, muy responsable, que, claro, no pretende ser engañada con estos pactos naciona- les que nada tienen de nacional, o estos pactos sociales que tampoco tienen nada de social. Es decir, ya sabemos que cuando se habla de pacto social es una especie de prolongación de lo que se llama la política de rentas. Y la política de rentas consiste, en lo fundamental, en controlar ios salarios, pero, sin embargo, los beneficios de una em- presa jamás se controlan, hay miles de formas para distribuir los beneficios. Así, pues, creo que hay que deshacer los equívocos de las frases: ni el pacto nacional representa el que intenta llegar a un acuerdo para defender los intereses nacionales, ni el pacto social quiere decir que tengan una política en defensa de los trabajadores o de la sociedad. Nuestro entrevistado, a pesar de las prisas, jamás mira el reloj a lo largo de la entrevista. Tiene un ritmo de voz constante en la larga hora que estuvimos frente a frente, cada uno en su misión: el periodista preguntando y el entrevistado defendiendo sus tesis, contestando. Estos «Apun tes para la istoria», que se escriben semana tras semana, que huyen de ideología particular o propia, se hacen con hombres que gravitan en el plano de la política. Esto sí, quieren poner en la balanza el peso de cada cual y el peso posiblemente, estará en razón de su experiencia, de sus análisis, de su formación, de estas palabras que quedan impresas. Son estos «Apuntes...» unas cuantas páginas que buscan caminos de la historia de España y cada ideología escribe de una manera Individual... COORDINACION —Hábleme de las relaciones de Comisiones Obreras con USO y UGT de cara a la coordinación de fuerzas sindi- cales. ¿Dónde chocan? ¿Qué pretenden? —En el momento actual, y en la última reunión, se han discutido dos documentos que están prácticamente casi aprobados, que es el documento que trata de un pro- grama de acción común conjunta, y, por otro lado, se es- tá también discutiendo la mecánica por la que se va a regir esta coordinación sindical. Sin embargo, después han venido algunos comentarios hechos por algunos, más lo que algunos sectores han tratado de hurgar en deter- minadas heridas aún no cicatrizadas, que han tratado de llevar eso a otro terreno. Hay una cosa clara: en los mo- mentos actuales, Comisiones Obreras 'son una fuerza de- cisiva, como consecuencia de las largas luchas de estos últimos años. En este sentido, el que CC. 0 0. haya plan- teado, a pesar de la prohibición, ir a celebrar una asam- blea con dos mil delegados que representan a un millón de trabajadores, y que hayamos elegido estos delegados directamente en asambleas en las fábricas, partiendo de lo que es CC. 0 0 ., más el hecho de que nos hayamos planteado el lanzar la campaña de un millón de bonos pa- ra establecer de alguna manera una especie de vincula- ción sin ser un carné y sin ser una cotización, esto ha asustado al poder y también a algunos les ha creado cier- ta impresión de asfixia. Esto determina que haya habido, digamos, una reacción de humor, pero en la práctica, ¿qué es lo que hay? CC.OO. no amenaza a nadie, no tratamos de imponer, digamos, un sindicato unido a la fuerza, al es- tilo portugués... Para nosotros la unidad del movimiento «El pacto es la respuesta de la derecha al planteamiento de la ruptura democrática.» «Hay que ir a un congreso obrero libre y cons- tituyente de todo el Estado español». «El movimiento obrero sindical es homogéneo en lo socioeconómico, pero no en lo político.» «Hay que respetar a las minorías sobre la ba- se de la representación proporcional.» obrero, que es vital, no sale de un decreto o de una ley sindical. Para nosotros, la unidad sindical tiene que ser libremente consentida y lo hemos planteado: CC.OO. in- nova en el movimiento obrero sindical, que supera e inno- va determinados defectos del sindicalismo clásico. Cree- mos que el sindicalismo clásico tiene un cierto grado de burocratización, y esto en general, sobre todo en Europa occidental. Creemos además que hay una distancia entre el número de afiliados que hay y el número de trabajado- res. Por ejemplo, en Francia, el número de afiliados a las distintas organizaciones sindicales es el veinticinco por ciento, con lo que la mayoría no participa en las grandes ocasiones. Todo el mundo considera que hay una cierta crisis en el sindicalismo clásico. Los italianos están tratan- do de realizar una búsqueda creadora y han hallado, en cierta medida, un elemento importante, que son los conse- jos obreros. Y están en marcha hacia la unidad sindical. d í J J Cï Viernes, 23-7-76 / Página 10 <riLa unidad sindical tiene que ser libremente consentida» CC.OO. es un movimiento sindical de carácter organizado y sociopolítico. Para nosotros todo trabajador, por el he- cho de serlo forma parte de ese movimiento sindical. Es decir, que en el futuro no se pedirá a los trabajadores un carné; habrá, por supuesto, militantes y afiliados, que se- rán libremente los que decidan, pero el conjunto del mo- vimiento sindical lo constituirá el conjunto de los trabaja- dores. Partimos que CC. 0 0. sea una especie de síntesis de los consejos obreros y de las estructuras organizadas clásicas del movimiento sindical... ALTERNATIVA SINDICAL —¿Y cuál es la alternativa sindical que presenta CC. 00.? —Primero, llegar a un acuerdo con las tendencias sin- dicales, como estamos haciendo a través de discusiones y de coordinación sindical. Después nos proponemos que, puestos de acuerdo y restablecida la libertad sindical, teñe- mos que conquistar las libertades, que no son nunca re- sultado de un regalo, sino de una conquista que desea- mos pacífica. La cuestión entonces que se nos plantea es la de que hay que ir después a un congreso obrero consti- tuyente, en el que todos los trabajadores, los de bata blan- ca y mono azul, participen. Luego ir a un congreso obrero libre en Catalunya, Euskadi, Galicia, y un congreso obrero libre a nivel de todo Estado español, en el que los trabaja- dores tengan la última palabra y decidan. Si los trabajado- tres centrales sindicales, nosotros, aun sin- res quieren tiéndolo mucho, aceptaríamos el fallo, aunque creemos que los trabajadores se suicidarían como clase. Pensamos que la impotencia del movimiento obrero sindical puede produ- cirse lo mismo por existir un movimiento unido a la fuerza domesticado, de carácter corporativo, que por la existen- cia de varias centrales sindicales, que por muy libres que fueran, al dividirse no dejarían de enfrentarse entre sí, y, como es lógico, en beneficio de ese gran capital. Pero hay otra cosa: ¿por qué a los trabajadores nos plantean que tengamos más de un colegio profesional? Otro fenómeno que se plantea la alternativa sindical que presenta CC. 0 0. a los demás; es decir, este congreso obrero constitu- yente, que va a decidir, estimamos, que de nuestra pro- puesta salga una confederación, una federación o una unión general de comisiones; es decir, un movimiento obrero sindical organizado, de carácter sociopolíticó, unido, plena- independíente de los partidos y de los estados, y mente en el que las tendencias puedan existir. Creemos que de- ben respetarse las tendencias, ya que el movimiento obre- ro sindical es homogéneo en lo socioeconómico, pero no lo es tanto en lo político. Hay que respetar las tendencias, y, naturalmente, creemos que el centralismo democrático no es válido para este tipo de movimiento sindical. Después creemos que hay que respetar a las minorías sobre la ba- se de la representación proporcional; es decir, que los ór- ganos de dirección sean elegidos por representación pro- porcional. En esta alternativa sindical de este congreso obrero constituyente, del que se deduciría una central sin- dical de estas características, se puede llegar a un acuerdo: en primer lugar, por las fuerzas de distintas tendencias que existen, y en segundo, claro, siempre respetando la vo- luntad de los trabajadores. Creemos que podíamos estar ya todos dentro de una confederación libre, constituida a gravés de un congreso obrero constituyente, libre y demo- crático, y al mismo tiempo podían mantenerse durante todo un período de rodaje las estructuras sindicales existentes cristalizadas: se podía mantener UGT, USO y CC.OO. y la otras tendencias que puedan existir, de tal manera que mientras se realice el período de rodaje nadie se sintiera más o menos manejado y siempre tuviera su instrumento. Es decir, que ya estábamos todos dentro de una central unitaria, pero todavía manteníamos la otra estructura cris- talizada. Eso sería una especie de seguro contra cualquier manipulación. Creo que avanzamos resueltamente hacia la creación de esa coordinación de fuerzas, que sería, de mo- mento, una especie de unidad de acción, pero con un paso hacia la unidad sindical. FRANCO No suele parar, descansar, en estos largos momentos de sus respuestas. Y si lo hace, levemente, debe de ser para coger fuerzas y airear a los cuatro vientos de aque- llas paredes que nos rodean —casi desnudas, casa de si- lencio desde la entrada vecinal, a donde lo más que llegan son unos ruidos de claxon cuando abordan la esquina de la calle Manuel Lamela— la expresión política de su tempera- mento. Si acaso para unos momentos, aprovecha para pasar- se la mano por la frente o jugat tibia, sucintamente, a ponerse y auitarse las gafas. —¿Qué ha significado Franco para la vida política de CC.OO. y la vida política del país? —Para la vida política del país ha significado una pa- rálisis. Es decir, ha sido un período largo en el que la capacidad de creación en todos los niveles se ha visto frenada por la falta de libertad. No cabe duda que de todas maneras el país se ha visto atravesado por unas corrientes de desarrollo económico que han posibilitado una gran acu- mulación y un cierto crecimiento, pero creo que eso se ha desarrollado en razón de esa situación, en la que nosotros, de alguna manera, estamos Inmersos a nivel nacional e in- ternacional. Para las CC.OO., nosotros hubiéramos preferido ir a la unidad sindical a partir de lo que había. Yo re- cuerdo que al final de la guerra, en el año 38, la UGT y la CNT establecieron un pacto de unidad de acción, y proba- blemente, si la guerra se hubiera prolongado un poco más, o si la hubiera ganado la República, la unidad se hubiera hecho. Yo creo que en nuestro país había una tendencia hacia la unidad del movimiento obrero sindical, que de una forma u otra se hubiera realizado. Entonces, si CC.OO., han nacido en medio de ese contexto difícil, no tenemos que dar gracias a la existencia de la dictadura; creemos que el movimiento sindical hubiera encontrado un camino unitario y de libertad a menos costos... Hubiéramos preferido ir ha- cia ese desarrollo del movimiento obrero de una manera menos accidentada y menos costosa. No queremos el be- neficio de la clandestinidad; preferimos el beneficio de la libertad y de la legalidad. No queremos actuar en la som- bra, en las catacumbas; queremos salir abiertamente con «Ermodelo de crecimiento neocapitalista, inicia- do en 1959, ha tocado techo.» «Pediría un Gobierno provisional con representa- ción de todas las fuerzas y tendencias.» «Las asociaciones políticas han llegado tarde y mal.» «Pocos hombres en el poder actual sobrevivirán políticamente.» «Las Comisiones Obreras se autofinancian.» Todo esto lo dice a medio timbre de voz, sin exaltacio- nuestro rostro humano y con nuestro rostro nacional. nes, sin gritos. G O B I E R NO —¿Qué opinión le merece la trayectoria, la actuación del Gobierno? —Desde el punto de vista económico tenemos, por ejem- plo, en la balanza comercial ocho mil millones de dólares de déficit, lo que es ya casi una constante, porque llevamos ya dos años y en los cinco primeros meses de éste tene- mos ya tres mil trescientos millones. Es decir, vamos por el mismo camino. El déficit de la balanza de pagos por cuenta corriente son tres mil millones de dólares; digamos que también el endeudamiento hacia el exterior, gracias a lo cual no nos hemos quedado sin divisas, ha pasado de dos mil millones de dólares hace tres años a diez mil mi- llones que va a tener a final de este año, si se dan los créditos que se andan buscando ahora. Las inversiones el año pasado han descendido: según unos, un seis por ciento, según otros, un diez por ciento. El número de para- dos en estos momentos debe de andar rozando el millón; a finales de año andaban cerca de los ochocientos mil. La formación bruta de capital ha descendido; el producto in- dustrial bruto el año pasado subió, según datos oficiales, el 0'7; según el Banco Popular, el 0'02; y este año, a pesar de todas las cosas, el informe de la OCDE y el último del Banco Urquijo dicen que no subiremos al uno poi ciento Por otra parte tenemos un sector importante de la pobla- ción, tres millones y medio casi de pensionistas subalimenta- dos, con unas pensiones de 5.800 pesetas como media, y digamos que este elemento económico básico de la socie- dad-no-es un elemento coyuntural, sino una cosa estructu- ral. Nosotros tenemos, como consecuencia del sistema po- lítico del país, por un lado: estamos inmersos dentro de la primera gran crisis general del capitalismo monopolista de Estado, pero nosotros lo tenemos agravado. Sin libertad no es posible iniciar la solución. Así, pues, esta constante de la crisis que hablamos exige ir a una reconversión na- cional. Es decir, el modo de vida que llevamos no se puede mantener. El modelo de crecimiento neocapitalista, iniciado el año 59, ha tocado techo. Entonces, el país tiene que ir a reajustar sus ingresos y posibilidades, naturalmente, de acuerdo con sus posibilidades. O, como dice Tamames, hay que ir a un plan de recuperación económico, que exige la participación de todos los españoles. REFORMA —¿Se Identifican ustedes, las CC.OO., siquiera en una mínima parte, con algún miembro del Gobierno? —Creo que está claro. Para nosotros, en lo fundamen- tal, nada ha cambiado en el país. Es decir, sigue el mismo régimen, aunque con algunos retoques: las mismas leyes..., aunque podíamos analizar las leyes de la reforma. ¿Y qué es lo que ha dado la ley de la reforma? Si verdaderamente se tiene intención de ir a la reforma habría que empezar por tener una tolerancia previa antes de esto. Nosotros cree- mos que la situación es extremadamente delicada; no hay posibilidad de ir a la libertad a través de la reforma; sola- mente a través de la ruptura democrática pactada, como plantea Coordinación Democrática. Es decir, el acuerdo entre las fuerzas obreras y democráticas con los sectores tácti- cos de poder y los sectores, digamos, que de verdad quie- ren la reforma. Solamente un acuerdo entre estas fuerzas es lo que daría al país la solución para ir... bueno, pues, a una amnistía, abrir un período constituyente después de un Gobierno provisional y que el pueblo decidiera libremen- te. Creemos que de todas las maneras todo esto es posible sin derramar la más mínima gota de sangre, pacíficamente... —¿Qué sistema, por consiguiente, sería el más adecua- do, de Gobierno, para España en las condiciones actuales? No duda. —Un Gobierno provisional, con representación de to- das las fuerzas y tendencias, desde la derecha hasta la izquierda... —¿Militares? —Bueno, también debería haber sectores del Ejército, indudablemente. Es decir, queremos que todo lo que repre- senta al país real, a los sectores de la oposición, digamos de Coordinación Democrática, más á los sectores de la derecha que aún no están en Coordinación Democrática, que quieren verdaderamente restablecer las libertades, aun- que sea a través de la reforma, ese sector honesto que lo pude haber, más los sectores tácticos de poder, como el Ejército, la Iglesia y sectores de las finanzas, deberían es- tar representados en ese poder. Es decir, ese Gobierno no sería provisional, que después de promulgar una amnistía y restablecer las libertades democráticas haría una consul- ta al país, y el país abriríc un período constituyente dentro del cual los trabajadores —que tenemos, todo el mundo lo sabe, una postura clara en relación con las instituciones—, si se hace esa consulta después del restablecimiento previo de partidos y libertades, aceptaríamos el fallo del pueblo, cualquiera que fuera. Y continuaríamos a actuar dentro de la legalidad y del respeto, por supuesto, a los demás. —Hombres, dinero, locales, ayudas- No da tiempo a cabar la pregunta. Parece que la preveía. —Locales, nada más que los que nos presta la Iglesia cuando tenemos. Y desde el punto de vista de ayuda, tene- mos escasa ayuda exterior. Al margen de nuestros amigos italianos y algunos otros, no tenemos... —Cifras. —Escasísimas. CC.OO. se autofinancia ella. Y ahora el bono, aunque el objetivo fundamental es una especie de vinculación moral con CC.OO., también sirve para autofinan- ciarse. Pero los recursos son extremadamente limitados. El mayor recurso que tenemos es el entusiasmo. POCOS SOBREVIVIRAN —¿Qué condiciones pondría CC.OO. al Gobierno para pactar con él? ¿Usted cree, además, que si la oposición pac- ta con el Gobierno se habría entrado en ese proceso de- mocratizador? —CC.OO. forma parte de Coordinación Democrática. CC.OO. cumplirá entonces los acuerdos de Coordinación De- mocrática. Nosotros estamos por esa ruptura democrática pactada es lo que puede llevar al país a la libertad y, por supuesto, a la tranquilidad, a la paz. —¿Quiénes son los hombres que ahora mismo, en Es- paña, tienen mayores posibilidades? —Yo creo que los hombres, los que hay actualmente en el poder, pocos de ellos van a sobrevivir. Me refiero polí- ticamente; bien entendido de que yo soy partidario de que viva todo el mundo. Cuando hablo de cambios políticos nun- ca hablo de acabar con los hombres. Para mí, todos los hombres deben vivir, eso está claro. Quiero que esto que- de bien matizado. Creo que lo primero que hay que hacer es consultar al país. Es decir, en un Gobierno provisional creo que hay figuras muy caracterizadas, sobre todo en Coordinación Democrática y en algún sector de esos tácti- cos de poder. Estos días se habla de militares con cierto prestigio, etcétera; nosotros tenemos figuras muy caracte- rizadas, para qué las voy a citar, pero creo que en este Gobierno provisional, que sería lo más inmediato, sería de escasa duración, hasta desarrollar esa consulta al país y que el país se pronunciara. —¿Qué vida le espera a las asociaciones? —Yo creo que ninguna. Han llegado tarde y mal. Creo que a lo que espera una gran vida es a los partidos políticos y organizaciones obreras. —Una última pregunta. ¿Qué vida le espera, en su opi- nión al Movimiento como tal? —Creo que el Movimiento, como tal Movimiento, está acabada ya, ahora mismo. Ese Movimiento ya no se mueve. Eso no quiere decir que algunas de las fuerzas políticas que más o menos han estado en el Movimiento no puedan existir después. Eso será el país el que determinará su fuerza. Final de la entrevista. De la habitación a la calle por un pequeño pasillo oscuro. Marcelino Camacho me da la mano y se inicia el diálogo de despedida. Y cuando uno anda en su coche, en la misma puerta de la casa del en- trevistado, viendo unos papeles, se le acerca Marcelino Ca- macho, con su mujer, y le dice: —Oiga, Cruz, ¿para dónde va? —Lo siento, pero me quedo por aquí un rato más. An- do esperando a unos compañeros. —Gracias de todas formas. Juan de la Cruz GUTIERREZ GOMEZ («YA») N. DE LA R. — En su número del día 3 de julio de 1976, «Blanco y Negro» publicaba unas declaraciones de Marcelino Camacho. La propia revista, en un recuadro, daba su opinión sobre las manifestaciones que le hacía el líder de las Comisiones Obreras. Entre otras cosas, «Blanco y Negro» afirmaba: «En nuestra opinión, Camacho y sus CC.OO. acabarían inevitable- mente en las fauces del PC si llegasen a controlar la gran central obrera por la que suspiran. Y, naturalmente, a partir de ese momento expre- siones tales como «democracia», «respeto a las distintas tendencias» y otras semejantes adquirirían un nuevo sentido: el que han tenido y tienen en los países del Este. Esa es toda la cuestión. Nuestros lectores podrán llegar a conclu- siones propias a través de esta entrevista. UGT y CNT intuyen sobre la base de una amarga experiencia cuál es el peligro que puede venirles desde las CC.OO., de las que incluso el propio Camacho sería eliminado como «moderado» a la primera oportunidad propicia.» Por considerarlo de interés, recogemos aquí también algunas de las preguntas y respuestas de la entrevista realizada por «Blanco y Ne- gro» a Marcelino Camacho: «—¿Es un invento el que Comisiones Obreras estén manipuladas por el Partido Comunista? —El Partido Comunista en Comisiones tiene una influencia indis- cutible. Nadie trata de negarlo. ¿O es que vamos a aceptar la Influen- cia de partidos reaccionarios? Serán los partidos obreros siempre, y así ha sido toda la vida. Pero además del «pecé» también está el PSÏ», que nos ha apoyado desde nuestros comienzos. Asimismo la ORT. —Y yo me pregunto, Camacho: ¿Tus convicciones marxistas te lle- van a declararte comunista? —Soy partidario de un socialismo que llegue sobre la base de la libertad y sobre el respeto a las distintas tendencias. Y en el caso del Partido Comunista, antes de que se me olvide, he de decir que no se le puede estar ridiculizando continuamente como un bicho raro con cuernos y con rabo. —Y entonces, ¿por qué vuestra dependencia del Partido Comunista? independiente que —Bien... Comisiones Obreras es un movimiento no tiene vinculación con el Partido Comunista, ni con el Partido Socia- lista Popular. —Pero, si mal no recuerdo, tú me hablabas de las influencias de éstos... —Bueno, hay una cosa que yo creo que es natural. Y es que los partidos traten de influir en las masas. Y para llevar esto a cabo, sus militantes han de ir, con espíritu de sacrificio, donde la gente está tra- bajando, luchando. Si las masas aceptan las soluciones que ellos pro- ponen, y sin que ello quiera decir que se abandonen los postulados del movimiento obrero, pues no se está haciendo otra cosa que admitir las reglas de juego democrático». Marcelino Camacho aparece en esta foto junto a Rafael Calvo Serer y García Trevijano, en la salida del segundo de Carabanchel Viernes, 23-7-76 / Página ti