1976-08-01.ABC.BREVERIAS.FALACIAS
Publicado: 1976-08-01 · Medio: ABC
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ABC. B O MINGO 1 DI ASOSTO DI 19T«. FAS, 3. OPINIONES AJENAS, POLÉMICAS, CARTAS, 1MUALIZACMES, OTRA RACHA DE BOMBAS Con sincronización prácticamente per- fecta y, sin duda, con la pretensión de ser una respuesta a la más amplia medi- da de generosidad que en los últimos de- cenios haya partido de la Jefatura del Estado, estallaron ayer en diversas ciu- dades españolas nuevas bombas contra la paz. Era de esperar, porque, para des- gracia nuestra, aún existen en España numerosos grupos incontrolados e irra- cionales; Que en este caso adquieren una especial significación. De una parte, los atentados terroristas pretenden ser una- réplica a aquella me- dida de perdón. De otra, se dirigen pre- cisamente, y en la mayoría de los casos, contra edificios que albergan institucio- nes de Justicia o contra monumentos erigidos en honor de quienes entregaron su vida por España. Identifican así su propio móvil con la finalidad a la qu« apuntan. ' El móvil es la más irracional de la* negativas, no ya a toda posibilidad de diálogo, sino a la más elemental de con- vivencia. Los terroristas (del signo que fueren, y no creemos "equivocarnos si señalamos hacia la extrema izquierda), ni quieren hablar, ni siquiera parecen to- lerar que haya gestos de perdón como el amplísimo que se contiene en la gracia real. Pero es que además no les basta con rechazar por medio de sus actos aquella generosidad regia; por el simbo- lismo que encierra, hemos subrayado que se dirigen precisamente contra los edifi- cios . de la Justicia. No, no quieren nin- gún tipo de justicia porque empiezan por no querer ningún tipo de reconciliación. El gesto, el desabrido gesto, la into- lerable actitud, la vesania de los auto- res e inspiradores de tales actos terro- ristas piden mucho más que simples con- denas verbales. Ahora ya no, ahora, des- pués de concedida la amnistía, deben s*r quienes la pidieron durante tantos meses en las calles, en las plazas y en las páginas de' los periódicos y de las revistas españolas,, los que se apresuren a condenar, sin matiz exculpatorio al- guno, a los autores de estos desmanes. Es lo menos que se puede hacer. Porqué cualquier silencio, cualquier tibieza en la condena, equivaldría, en tan trascenden- tal momento de la vida española, a in- tentar cegar los cauces del diálogo y la reconciliación que el Rey y su Gobierno. con tanto tesón están abriendo. —A mí lo orne me gustaría es aconsejar a don Pelayo. BREVERIAS PURA FALACIA TURA rAUH-W urgencia, «El País». publica la siguiente respuesta del señor Antonio García Trevljano sobre la reciente amnistía (los subrayados son nuestros): En u na encuesta de . «La alegría Que supone este decreto de amnistía para tal vez miles de familias, y en, general para la oposición democrá- tica, que consigue así claramente una vic- toria en sus reclamaciones inmediatas, está, sin embargo, empañada por la limitación en el alcance de la amnistía, al no incluir en ella a los detenidos y procesados vascos. lo cual supone v¡n tremendo error político. No se trata de mostrar ninguna solidaridad con los actos de violencia terrorista, sino de expresar uno de los puntos esenciales para la reconciliación nacional, que no puede admitir ningún tipo de exclusiones. En consideración a estas razones, yo es- timo que la reivindicación por la amnistía total, y ahora en concreto por la amnistía de los detenidos vascos, debe ser un obje- tivo prioritario para la oposición democrá- tica pacífica.-» Es evidente la falsedad y malicia de las afirmaciones del señor García Trevijano en relación con los vascos. Los vascos no han sido excluidos de la amnistía. Los ex- cluidos son los delitos que hayan lesionado o puesto en peligro la vida y la integridad de las personas, cualesquiera que sean sus autores, vascos, castellanos, andaluces, ca- talanes, gallegos, extremeños... La alusión a los vascos, en este caso, es pura falacia. El éxodo de a g o s t o VERANEANTES está en Duertas y con- MOTORIZADOS viene recordar que mu- chos no lo terminarán. El macabro recuerdo puede -sernos útil para aguzar un sentido que, aparte el de la pro- pia conservación, suele adormecerse en estas fechas: el sentido de la responsabilidad y de respeto a las vidas ajenas. Desde todos los ángulos, bajo todas las perspectivas, por todos los medios, oportuna e Inoportuna- mente, se ha hablado del crimen de la ca- rretera, correlativo del s u i c i d io de 1% carretera; ambos' v«a trágicamente empa- rejados, como ei crimen y ed castigo. Rti esas impresionantes «massacres» de la carretera casi nunca son todos inocentes; siempr* hay algún ealpable. Lo de menos es su gra- duación legal; lo principal, para un hom- bre de bien, es el grado que mida su con- ciencia leal y honesta, donde no bastan laa excusas absolutorias y las coartadas lícitas en el campo, jurídico. En el verano, la búsqueda del «reíax» pro- voca un clima de euforia psicológica qtw puede embotar el sentido de la responsa- bilidad de aulen, manejando an vehículo. no es superior a los demás, sino que pona én riesgo la vida de los demás al cree en esa pretendida e insolente superioridad. Todo ésto y euanto más se diga serán pa- labras ociosas en muchos casos. Sn tantos cuantos nos indiquen las sangrientas esta- dísticas de septiembre. , MALA Bi dictamen at es sospechoso: di- ESCOLARiZACIOM mana de '«. Asam- biea de delegados . , provinciales de Educación. Una tercera parte> de los niños españoles están mal es- eolarlzados. A estas alturas aún salen pro- blemas que, por yacer soterrados, se creía solventados. Añade el dictamen que es ne- éesaria la escolarización oreescolar, lo cual, por supuesto, agranda la dimensión del -problema. Los defectos radican en aue los niños es- tán en locales habilitados, escuelas unita- rias y mixtas, centros Incompletos y gru- pos excesivamente numerosos. Y aquí no puede acudirse a la crítica de la masifica- clón, porque si en la Universidad cabe ha- blarse J de exceso de alumnado, en la ense- ñanza elemental y básica la ausencia d» un solo niño o su presencia en condicione» inadecuadas es injusta y antisocial. La gravedad del problema la percibe ca- da vez más la conciencia pública —y esto es saludable—, pues es creciente la exi- gencia social de promoción cultural de sua miembros. Importa, pues, resaltar la sin- cronización entre estas exigencias y el diag- nóstico de quienes viven más de cerca, ad- ministrativamente, sus efectos. No pueda esperaras más a recabar tos medios oreci- sos para qtae es® terefo de niños reciban.la escolatízadon * «ue tienen derecho. ABC (Madrid) - 01/08/1976, Página 11 Copyright (c) DIARIO ABC S.L, Madrid, 2009. 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