2001-07-12.LA RAZON.AVISO DE BOMBA AGT

Publicado: 2001-07-12 · Medio: LA RAZON

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OPINIÓN

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LA RAZÓN
JUEVES, 12 - VII - 2001

AVISO DE BOMBA

DERECHO DE PILLAJE

OTRAS RAZONES

rrogantes planteados
en  este  artículo,  se
puede  sostener  que
el aviso de bomba es
un modo específico
de tener en vilo a las
fuerzas  de  seguri-
dad; una manera di-
recta de hacer paten-
te  a  los  ciudadanos
la  impotencia  de  la
Policía  para  impedir  que,  en  cualquier
momento  y  cualquier  lugar  de  España,
Eta pueda asestar gravísimos golpes mor-
tales a la población civil; una forma in-
cruenta de hacer digerir a los Gobiernos
la necesidad de negociar condiciones po-
líticas  para  poner  fin  a  la  amenaza  de
atentados masivos.

Y, sobre todo, una demostración per-
manente de que la dirección de Eta con-
trola la acción táctica de sus comandos y
puede imprimir un sello político de paci-
ficación en sus acciones terroristas, tan
pronto  como  los  Gobiernos,  partidos  y
medios  de  comunicación  se  hagan  a  la
idea ilusa, no fundada en la libertad ni en
la democracia, de que la Independencia
de Euzkadi, sin terrorismo, es preferible
a la Autonomía con terrorismo. ¡Como si
pudiera ser, salvo para los liberalísimos,
objeto de elección!

AAnnttoonniioo  GGAARRCCÍÍAA  TTRREEVVIIJJAANNOO

«A rruinar

la  fiesta
los
de 
poderosos  y  de  los
privilegiados;  eso  es
maravilloso». El ins-
tinto  de  libertad  de
Noam Chomsky abre
horizontes de esperan-
za. Lo malo es que los
privilegiados  son  el
poder y, por serlo, tienen derecho al pillaje.
Hemos comprobado hace ya mucho tiempo
que debajo de los adoquines no está la pla-
ya, sino alcantarillas y desagües ahítos de
mierda y razón de Estado. Sabíamos de so-
bra que las iniquidades del poder no tienen
más límite que la propia voluntad del poder,
ese gran delincuente impune que se disfraza
con los oropeles del Estado de Derecho y di-
ce actuar, encima, en nombre de la ley. Sa-
bíamos que la coprofilia de los poderosos y
la coprofagia de sus súbditos impiden el ane-
gamiento de los establos de Augias. Sabía-
mos todo esto y mucho más. Pero encontrar-
nos  de  pronto,  sin  aviso  previo,  sin
premonición alguna, con un libro demoledor
para el poder, debelador de sus infamias y ra-
diografiador de sus miserias, centrado en la
connivencia entre el poder económico y el
poder político, en esa gran colusión que hace
que el poder se convierta en el Poder por an-
tonomasia, no es moneda de cualquier día.
El libro se llama escuetamente, casi escolás-

POLÍTICA EXTERIOR

C uando se habla de posibles cambios

de ministros, y además llueve sobre
el Gobierno, la gente suele prestar
más atención al enorme paraguas anticrisis
que despliega José María Aznar en estos ca-
sos, que a los nombres de posibles sustitu-
tos  de  los  que  el  presidente  está  siempre
bien provisto.

En opinión del espía J.B., si las cosas ter-
minasen por acabar con la carrera política del
titular de Asuntos Exteriores, Josep Piqué,
hay ya más de un candidato con posibilida-
des de hacerse con las llaves del Palacio de
Santa Cruz. Porque tiene allí mismo Piqué
aventajados colaboradores, como es el caso,

entre otros, de Ramón de Miguel, con capa-
cidad y experiencia más que suficientes. Pero
no es el único. A Juan Bravo le han puesto
sobre la mesa el nombre de Eduardo Serra,
el ex ministro, con extraordinaria capacidad
diplomática y envidiables relaciones al otro
lado del Atlántico. Dos virtudes que parecen
haberle conducido al nuevo organismo recién
constituido, el Consejo de Política Exterior,
que tiene como objetivo abrir las puertas de
nuestros empresarios en el mundo y desde
allí, a cualquier otra «responsabilidad» que
el presidente «tenga a bien ecomendarle».

JJuuaann  BBRRAAVVOO

REBOREDO Y SAÑUDO

Si  Eta 

fuera
exactamente lo
que dice de ella
la propaganda antite-
rrorista,  no  avisaría
de  las  bombas  que
coloca  en  objetivos
civiles. Y sus matan-
zas indiscriminadas
habrían formado ríos
de sangre imposibles
de vadear por el grueso de la sociedad.
Nadie ha explicado todavía la razón jus-
tificativa de este rebuscado humanitaris-
mo, aparentemente innecesario, que hace
de Eta una organización terrorista menos
mala de lo que podría ser.

¿Por qué reduce Eta los daños perso-
nales de sus atentados civiles, o los eli-
mina, poniendo límites amarillos al terror
del horror? ¿Para qué sabotea sus propios
atentados?

Si la finalidad del aviso de bomba es
alejar a las personas del lugar de la ex-
plosión, el daño sobre las cosas no cons-
tituye  motivo  bastante  del  terrorismo
económico, cuyo daño recae en las com-
pañías aseguradoras. ¿Acaso pueden sen-
tir escrúpulos de matar a mil personas los
que han matado a cien? ¿A quien desea
dar Eta una imagen de moderación crimi-
nal? ¿Supone el aviso de bomba una va-
cilación moral en los medios o una real
contradicción política en los fines inme-
diatos del terrorismo? ¿En qué es preferi-
ble para Eta el aviso de bomba a su esta-
llido sorprendente? ¿Quizás está sujeto el
terrorismo civil a límites cuantitativos que
lo harían sucumbir si los traspasara? ¿A
qué criterios obedecen esas fronteras?

No es posible responder, en un solo ar-
tículo, a todos estos interrogantes. Al for-
mular tales preguntas, cuyas respuestas
son tan decisivas para entender la menta-
lidad terrorista que se desea derrotar,
solamente he querido llamar la atención
sobre el hecho escandaloso de que Go-
biernos, partidos y medios de comunica-
ción, en lugar de analizar el fenómeno del
aviso de bomba como lo que es, lo traten
de modo irracional y demagógico como
la catástrofe que podría haber sido.

Los medios informativos siempre po-
nen de relieve la cercanía de la bomba in-
explosionada a centros escolares, super-
mercados o lugares de gran concurrencia
de gentes. De este modo absurdo, conce-
den a Eta el eco de la potencia del mal
que ella misma no ha querido actualizar,
o sea, la propaganda de un crimen masi-
vo sin necesidad de que lo cometa.

Y aún es mucho peor si, faltando a la
verdad notoria de por sí, califican la ame-
naza de bomba como atentado frustrado,
enmascarando el hecho de que el terro-
rismo ha consistido precisamente en el
aviso de bomba, y no en el daño consu-
mado de su eventual explosión. Aunque a
veces ésta llegue por accidente o por falta
de coordinación.

Es evidente que Eta asume estos ries-
gos y que la creación de este peligro tiene
por sí misma carácter criminal. Pero tam-
bién es evidente que Eta pone los medios
a su alcance para abortarlo, con induda-
ble riesgo para la seguridad de sus pro-
pios informantes. 

Sin adelantar las respuestas a los inte-

ticamente,  «El  Po-
der». Escrito por Jo-
sep Manuel Novoa y
editado  por  FOCA
que,  de  la  mano  de
Ramón Akal, continúa
horadando y recocien-
do  las  vísceras  de
nuestros leviatanes y
truchimanes de bolsi-
llo sin fondo que cam-
pan con su codicia a cuestas por los sende-
ros de Marte, «donde vomitan muerte los
borrachos» y espermatorrean goterones de
hiel los «virtuosos».

Las «dramatis personae» pertenecen a lo
más granado del ganado carpetovetónico.
No son «esa España inferior que ora y bos-
teza / vieja, tahúr, zaragatera y triste», sino
el macizo de nuestra más decantada tropa de
truhanes, felones, estafadores, agiotistas y
guacarnacos de elevado coturno y faltrique-
ra grávida. La descripción morosa, precisa,
rigurosa y abrumadora que hace Novoa de
lo ocurrido antes, durante y después de la in-
tervención de Banesto por el Banco de Es-
paña, pilotado a la sazón por el heredero de
Rubio, que se tornó Rojo, es fascinante. La
exposición de los crímenes perpetrados a la
sombra y al sol del poder político, judicial y
mediático por barbianes, laceros y ladrones
de nuestra más florida fauna institucional
nos hunde en la más negra melancolía, la
que se produce por el imperio atrabilis so-
bre la sangre, la pituita y la bilis blanca. To-
dos los felones son graves personajes públi-
cos, tan cristianos como el caballero de la
mano al pecho y tan serios como el buen
don Guido camino del cementerio. Aborre-
cen el desorden y cualquier atisbo de insu-
misión. Su instinto criminal, del que blaso-
nan, sólo puede campear en una sociedad
sumisa, regida por oligarcas dispuestos a to-
lerar grandes estafas del poder económico y
financiero si consolidan su mando y conlle-
van gabelas suficientes. No hay poder sin pi-
llaje ni pillaje sin poder. Se necesitan mu-
tuamente.  Un  viejo  marxista  británico
–Telford Bax– decía: «Algunos excelentes
camaradas aseguran que hay un futuro en el
que será posible la moralización del capi-
tal»; yo creo que eso es tan difícil como mo-
ralizar una banda de malhechores. Sobre to-
do  si  éstos  tienen  sus  capos  dentro  del
Estado y sus «tíos» en el propio Gobierno,
desde el que se dispensan ingentes donacio-
nes a los que ejecutan las tropelías precisas
para que la chusma olvide el terrorismo im-
pune de las cúpulas del poder. El pillaje de
los salteadores fue compartido y encubierto
por esos próceres. Hace ya mucho tiempo
nos lo advirtió Agustín de Tagaste: una so-
ciedad sin justicia es una cuadrilla de mal-
hechores. Los anarquistas lo dicen con igual
rotundidad: el verdadero crimen no es atra-
car un banco, sino fundarlo. Si, además, ac-
túa a impulsos del poder y tiene la fuerza ne-
cesaria  para  urdir  una  conspiración  de
silencio contra los libros que describen sus
fechorías, mejor que mejor. Plutócratas y
oligarcas podrían decirse recíprocamente las
palabras de Macbeth: «Amigos, agradezco
y recordaré siempre vuestros servicios; que-
dan apuntados en un registro cuyas páginas
repasaré cada día». Lo malo para ellos es
que Josep Manuel Novoa también las ha re-
pasado.

JJooaaqquuíínn  NNAAVVAARRRROO