2001-08-16.LA RAZON.ARTICULO DE AGT SOBRE LA UNIDAD DE ESPAÑA
Publicado: 2001-08-16 · Medio: LA RAZON
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LA RAZÓN JUEVES, 16 - VIII - 2001 7 OPINIÓN CONFIDENCIAL ACOTACIONES PASO CAMBIADO LA AUTODETERMINACIÓN DEL «GUETTO» U na breve estancia en Alicante me ha permi- tido conocer de ami- gos que ahí residen una noticia que aún no lo ha sido, pero que me temo que lo será en su sen- tido dramático. Se trata del proceso de «guettización», por emplear un neologismo, que se vive en esa ciudad de dos años a esta parte, y que es compar- tido por bastantes otros luga- res. El mecanismo es sencillo. Grupos de inmigrantes se reú- nen para construir su propio entorno social en una zona de la ciudad, generalmente céntrica. Se agrupan por la comunidad de procedencia y trasladan a un barrio una sociedad que imita a pequeña escala la que albergó su origen. Lle- van ahí sus hábitos de relaciones, sus pautas sociales; incluso su ejercicio ideológico-reli- gioso, hasta el más intransigente. Nada de es- to sería problema siempre que se cumplieran las normas de la sociedad que les da acogida (a veces con justicia, a veces con una explota- ción injusta). Pero la tendencia, y ahí reside la cuestión, es que en algunas de esas subsocie- dades urbanas se empieza a detectar un ins- tinto de exclusión del resto, incluidos otros in- migrantes, en la búsqueda de un territorio «autodeterminado», que se traduce en actitu- des de presión hacia los ciudadanos, a veces sutiles y a veces descaradas, de tal forma que éstos se ven obligados a seleccionar por qué calles deben circular; a qué horas se pueden mover; en qué barrios conviene o no salir de noche y dónde pueden o no dejar el coche sin riesgo de robo o daño. un primer momento lo que se elige es la prudencia, esquivar la provocación o el peligro que se conoce o se sospecha, más tarde o más temprano esta «guettización» puede tener efectos nefastos. En un primera instancia, el ciudadano se pre- gunta por qué la policía parece impotente para garantizar la li- bertad de movimientos, para re- primir la intimidación de quie- nes han decidido trasladar a su lugar de destino las costumbres competitivas donde la violencia no es extraña o donde hombres y mujeres no tienen la mis- ma consideración. Por eso, en una segunda ins- tancia, la reacción de una sociedad que puede sentirse agredida o coaccionada le puede llevar al racismo más o menos confeso. Para atajar los efectos hay que abortar las causas. Después no vale escandalizarse desde la buena conciencia. La inmigración es un fenómeno tan imparable como defendible desde la justicia. Pero el con- sentimiento en la creación de espacios margi- nales frente a la convivencia preexistente es una mecha encendida en un polvorín. El principal error es el papanatismo ante la llamada «mul- ticulturalidad», sin entender que no es cultura la vejación de la mujer, ni la ablación del clíto- ris, ni la violencia tribal, ni el matonismo calle- jero, ni la rapiña. En ese panorama, podemos llegar a la doble vergüenza de ser incapaces de organizar una sociedad de integración y permi- tir que se incube entre nosotros el racismo más detestable. Por cierto, esto de la autodetermi- nación de los «guettos» no sé a qué me suena. Almacenar la historia Con sigilo y casi con nocturnidad un «grupo de expertos» de los Ministerios de Defensa y de Educación y Cultura han decidido trasladar gran parte de las piezas que actualmente se encuentran en el Museo del Ejército a unas dependencias militares de la calle de Joaquín Costa. El Museo, en su nueva ubicación del Alcázar toledano –otra ciudad, otra Comunidad, otra intención- – no podrá acoger todas las piezas tantos decenios expuestas en su antigua sede, y «provisionalmente» (el Prado apremia) los recuerdos de nuestra Historia se almacenarán en unas naves de ese acuartelamiento madrileño. Ningún experto puede asegurar qué pasará con las piezas, que no se merecen un almacén sino un espacio museístico. En su momento la Real Academia de la Historia se pronunció sobre la oportunidad de trasladar ese material histórico, que puede sufrir daños irreparables (por ejemplo, las delicadísimas banderas y estandartes históricos), pero el entonces ministro EEdduuaarrddoo SSeerrrraa no hizo caso a la docta Corporación. Tampoco a las opiniones del Presidente de la Comunidad de Madrid o del Alcalde de la capital. Toledo tiene tantas cosas que ver que el Museo, o lo que de él quede, se diluirá. Y acaso es lo que se pretendía. Y los ciudadanos se preguntan si Madrid ha de padecer algún complejo de alguien que no sabe que Londres, París, o Bruselas tienen grandes Museos de Historia Militar. A nadie se le puede escapar que, aunque en JJoosséé AA.. SSEENNTTÍÍSS EELL SSUUBBMMAARRIINNOO LAS CARAS DE LA NOTICIA s o t n a S s o t n a S . i G e n n o C . i G e n n o C MMaaiinneerr:: ««EEll eennssaayyoo eess eell ggrraann eessllaabbóónn eennttrree lliitteerraattuurraa yy rreeaalliiddaadd»» El catedrático de Literatura José Carlos Mainer, considera que «el ensayo es el gran eslabón entre la literatura y la realidad». Mainer realizó estas declaraciones ayer du- rante el curso de verano de la UIMP de Santander dedicado a la figura de Clarín. AArrttoollaa:: ««LLaa MMoonnaarrqquuííaa ttiieennee uunn ppooddeerr rreeaall eenn eell ddoobbllee sseennttiiddoo ddee llaa ppaallaabbrraa»» El profesor emérito de la Universidad Au- tónoma de Madrid, y miembro de la Real Academia de la Historia, Miguel Artola, afirmó ayer en un curso sobre la Monar- quía que «ésta tiene un poder real en el doble sentido de la palabra». (Pág. 20) AArrttííccuulloo ddee GGaarrccííaa TTrreevviijjaannoo ssoobbrree llaa uunniiddaadd ddee EEssppaaññaa El abogado Antonio García Trevijano (en la imagen), escribe hoy en Otras Razones sobre la unidad de España y recuerda que no de- pende de la voluntad de los partidos, ya que «es un hecho anterior, distinto e independien- te de ellos y de las legislaciones». (Pág. 18) s e . n o z a r a l @ s i t n e s j e f E EL RÁBANO POR LAS HOJAS ¡Albricias! La Ert- zaintza ha detenido a cua- tro miembros de la «kale borroka» y ha merecido por ello plácemes oficiales vascos. El hecho ha coincidido con unas críticas del ministro del Inte- rior, Mariano Ra- joy, por su defi- ciente funcionamiento. La circunstancia ha dado pie a unas declaraciones del presi- dente del PNV, Javier Arzallus, en las que deplora los «ataques» a la Policía autóno- ma por entender que sirven al interés de Eta. Según Arzallus, la banda terrorista no desea otra cosa que el descrédito de los por ella llamados «cipayos» y su debilitamien- to progresivo hasta la desaparición si fue- ra posible. Puede que Mariano Rajoy no haya esta- do oportuno en sus descalificaciones ahora que la Ertzaintza, por primera vez en mu- cho tiempo, o tal vez por vez primera en absoluto, ha estado a la altura de su res- ponsabilidad en la lucha contra el terroris- mo callejero de Eta. Al alto dirigente na- cionalista se le llena la boca de sagrada indignación, en un ejercicio de oportunis- mo clásico de su estilo personal. Tomando, como suele decirse, el rábano por las ho- jas, interpreta que las críticas a la policía autónoma vasca se agotan en ella misma y no van más allá de su ámbito. Con lo cual olvida algo tan elemental como que tales reproches por la escasa eficacia antiterro- rista de los uniformados vascos no se diri- ge tanto a los «ertzainas» como a los res- ponsables sus políticos comportamiento. de No se descubre nada nuevo recordando, en efecto, que las lamentaciones inspiradas en la impunidad tradicional de los «chicos de la gasolina» han sido expresadas desde hace ya mucho tiempo sobre la base de que la Ertzaintza no recibe órdenes ade- cuadas o, si las recibe, están frecuente- mente en contradicción con lo que los pro- pios policías vascos desearían, tanto para el éxito antiterrorista como para la propia seguridad de los agentes. Habría que tener en cuenta los duros juicios que se han emi- tido, contra los políticos que mandan en esa policía, desde los distintos sindicatos en que ésta se agrupa especialmente desde ERNE, que es el mayoritario. Así, pues, Arzallus haría bien en refres- car su memoria antes de entregarse a paté- ticas declamaciones sobre los favores que los no nacionalistas prestan a Eta con sus críticas. Si alguien hace favores a la ban- da, ese es el nacionalismo en su dimensión gubernativa. Si alguien debilita a la Ert- zaintza y colma de felicidad a Eta, ese es el nacionalismo metido a rector de la poli- cía. Si alguien debería guardar un pruden- te silencio en la administración de los re- proches, ese, aparte de Javier Balza llegado el caso, se llama Javier Arzallus, el hom- bre que mueve los hilos de la política na- cionalista en todos sus órdenes y variantes. LLoorreennzzoo CCOONNTTRREERRAASS