2004-02-16.LA RAZON.APATÍA EUROPEA AGT
Publicado: 2004-02-16 · Medio: LA RAZON
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APATÍA EUROPEA LA RAZÓN. LUNES 16 DE FEBRERO DE 2004 ANTONIO GARCÍA TREVIJANO Pocas personas serias siguen con atención las vicisitudes que entorpecen y retrasan el proceso de la unidad europea. Cualquier documental sobre la conducta de los animales o el origen del cosmos despierta más curiosidad que las informaciones sobre la UE. El aislamiento de los españoles, su larga reclusión en el estrecho habitáculo de la dictadura les hizo creer que su entrada en la comunidad europea les cambiaría la vida y los haría modernos. Ha bastado una generación cultural para que su inicial ilusión se transforme en indiferencia. Aparte de subvenciones, nada de orden cultural o civilizado se espera ya de Europa. Aznar ha sintonizado con esta apatía y nadie le exige cuentas por su portazo a la Constitución de la UE. La Europa tecno-burocrática que se está construyendo a espaldas de los ciudadanos no puede levantar el entusiasmo que despertaría la aurora de una Europa democrática y soberana. Pero no es a causa de estas carencias por lo que Aznar muestra reticencias nacionalistas y atlánticas a la perspectiva de su unidad constitucional. Pues la desea menos democrática (con privilegios para España y Polonia) y sin política exterior y de defensa propias. Dejando de momento la cuestión de la ausencia de libertad política en los ciudadanos europeos, tanto el nacionalismo español como el vasco-catalán alimentan la indiferencia popular sobre la que se afirma la apatía europea del Gobierno. La emoción nacionalista concibe como derechos los deseos de gozar de privilegios fuera de su ámbito territorial. Sean los de pretender para el Estado español más votos de los que proporcionalmente le corresponden en la UE, sean los de integrar en esa comunidad de Estados a regiones o nacionalidades sin Estado. Cuando exceden a su objeto, el amor y el odio se abrazan a espectros autocomplacientes, surgidos por encanto de vaporosas ensoñaciones que no controla la inteligencia. Ante la falta de emoción que ocasiona la carencia de soberanía europea, tan fantasmal es la reivindicación española como la vasco-catalana. Dos caras desgastadas por la historia narcisista de una misma moneda arqueológica. Los procesos de creación parecen divinos. Para muchos pensadores solo ocurren en el arte. Las épocas se llaman modernas por la admiración que despiertan las novedades. Era el punto de vista de Baudelaire. Pero como no hay genuina novedad sin originalidad, y ésta es tan rara en el mundo político, los tiempos de la novedad por la novedad, esos en que cualquier cosa baladí hace historia, son más aburridos y monótonos que los de estimación de lo tradicional. ¿Hay alguna novedad creadora en la UE? Sin las creaciones de la libertad no habría mundo moderno. Los europeos dejaron de ser modernos desde que aceptaron y se acostumbraron a la ausencia de originalidad en el mundo artístico y de libertad democrática en el político, o sea, desde comienzos de la segunda mitad del siglo XX. Mientras que los ciudadanos no se rebelen contra las oligarquías políticas que gobiernan los Estados de Partidos, dentro de ellos no nacerán las emociones colectivas que escoltan y guardan las instituciones de la libertad. Sin embargo, aunque la UE tenga su causa fundacional en los Estados de Partidos, el carácter abierto y acumulativo de sus elementos permite abrigar la esperanza de que, por su causa final, evolucionará hacia la democracia. No hay pues contradicción alguna en pedir a los gobiernos que aprueben la Constitución no democrática de la UE, y propiciar a la vez la unión masiva de los europeos contra las Constituciones cerradas y bloqueadas de los Estados de Partidos, que no han tolerado la menor transformación de sus estructuras oligárquicas en democráticas desde que se fundaron. La novedad de la UE está en la posibilidad de que, en coyuntura favorable, el aumento cuantitativo del poder económico-demográfico determine la necesidad de su transformación cualitativa en poder democrático.