1997-06-14.EL MUNDO.ANIVERSARIO DEL ENTIERRO DE LA LIBERTAD AGT
Publicado: 1997-06-14 · Medio: EL MUNDO
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ANIVERSARIO DEL ENTIERRO DE LA LIBERTAD EL MUNDO. SÁBADO, 14 DE JUNIO DE 1997 ANTONIO GARCÍA-TREVIJANO El debate sobre el estado de la Nación ha coincidido con el veinte aniversario del primer Parlamento de problema de entonces, la no libertad del poder ciudadano para constituir el Régimen democrático del Estado, es el que ahora plantea el de la no libertad de los españoles para decidir, como los franceses o los británicos, el modo de su integración en solución de entonces, un poder legislativo (constituido) que se hizo secretamente poder constituyente de la monárquica oligarquía de partidos, es la que ahora da al Gobierno el poder de integrar el Estado español en la monarquía financiera del Banco Central Alemán. Los Parlamentos de 1977 y pesar de sus diferencias de accidente, son idénticos de substancia. Cambio de jefes de partido, salvo el que simboliza la permanencia de una misma tropa de ocupación. Diversos guiones para un solo argumento de miedo y corrupción. Muchos charlistas de la ocasión y ni un solo orador de veladuras ideológicas para ocultar, entonces y ahora, un mismo pavor de clase política a la libertad y veracidad del discurso público. Desde el final de la guerra civil, los políticos odian y temen a libertades o con ellas, la han suprimido durante sesenta años. En los primeros cuarenta, prohibiéndola manu militari, lograron que la política, simplemente, no se hiciera como acción. En los últimos veinte, sustituyéndola por el consenso del 77, han llegado a conseguir que la política ni siquiera pueda idearse como pensamiento. Y, ahora, cuando la ley de televisión digital rompe el consenso de la voluntad, ese tapón que ciega los manantiales del disenso de la inteligencia y del sentimiento, la clase política ha entrado en la forma posmoderna de impedir la vida de que se opone a la política, en tanto que unidad de pensamiento y de acción, fragmentándola en políticas de administración. Ningún charlista parlamentario ha podido sustraerse al encanto de la nueva manera de expresar su profesión. Todos y cada uno se ocupan de hacer políticas, todas ellas políticas de Estado. Políticas de empleo, políticas de seguridad, de educación, de sanidad, etcétera. Siempre en plural. Ninguno hace o tiene una política, en singular. Eso estaría mal visto. Se pensaría que tal vez tenga una idea política o una idea de se haría sospechoso del delito de crispación. El modo material de acabar con la política, la dictadura, tuvo un origen comisario en Roma y un desarrollo autónomo en los años veinte y treinta de este siglo, con el despertar del maniqueísmo de clase media en Italia, Portugal, Alemania y España. El modo espiritual de impedir el nacimiento de la política, el consenso, se fraguó como semilla y fruto del monoteísmo medieval, y luego se consagró como voluntad sin representación en todas las épocas de transición, desde el absolutismo monárquico o dictatorial al relativismo de las oligarquías liberales. El modo tecnocrático de diezmar la política, la forma de neutralizarla y de hacerla inocua, cuando se rompe el consenso sobre la ilusión del Estado de derecho a causa de la permanente representación política de la corrupción, corre a cargo de la izquierda incorrupta. Si no hay política, sino políticas, se multiplican sus oportunidades de estar indiferentemente al lado del Gobierno o de el triunfo de la razón apolítica y de la voluntad antipolítica en los Parlamentos de 1977 y 1997. Veinte años de lo que nació de arriba abajo sin vida y con falsedad. Aniversario del entierro de la libertad política.