1995-10-30.EL MUNDO.ANIMALIZACIÓN DE LA CULTURA AGT

Publicado: 1995-10-30 · Medio: EL MUNDO

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ANIMALIZACIÓN DE LA CULTURA
EL MUNDO. LUNES 30 DE OCTUBRE DE 1995
ANTONIO GARCÍA-TREVIJANO
Supongamos que el régimen de la transición es una democracia. Supongamos también que es, como ordena la Constitución, una democracia avanzada. Supongamos que se abre un concurso para premiar la más exacta definición de ella, a fin de incluirla en los textos escolares de primera y segunda enseñanza. Supongamos que la única regla del concurso fuera noción de ella, a fin de incluirla en los textos escolares de primera y segunda enseñanza. Supongamos que la única regla del concurso fuera la de atenerse a criterios reales y sencillos, ya que el premio se otorgaría a la definición que mejor resistiera la prueba de su contraste con la experiencia infantil de  supongamos, en fin, que en las bases del concurso se advierte que el jurado estará compuesto por las niñas y niños que han obtenido la más alta calificación nacional en las nuevas disciplinas académicas de educación sexual, de olores y sabores, de diseño y de juegos no violentos. El premio lo ganaría con seguridad un ensayo que la definiese como «forma de Gobierno del hombre, para sacarlo de la vida racional que lo hace infeliz, y meterlo en la pura animalidad, con la enseñanza práctica de sus instintos básicos, en la escuela y en el Estado». 
Los niños están siendo educados en un empirismo radical. A no confiar más que en las enseñanzas de los adultos sobre lo dulce y lo amargo, lo agradable y lo desagradable. Es una revolución pedagógica como no había tenido lugar en  de Buda y Emilio se quedan en mantillas. Nada se debe dejar al juicio de los propios instintos. La civilización los ha anestesiado. Una renaturalización debe restaurar desde la infancia el imperio de los sentidos. Porque, más decisivo que la formación del carácter y del espíritu, por ser previa a la apertura de la mente y a la disciplina de la voluntad, es la enseñanza a los niños de sus instintos básicos. Son educados para identificar las cosas por sus sensaciones. A partir de la educación natural, y gracias a las disciplinas que la democracia introduce en los jardines de infancia y en las escuelas, los pequeños budas aprenderán a no ser violentos. Los nuevos Emilios llamarán salado al sabor de la sal, y peral, al árbol que da frutos con forma y gusto de peras. La educación sexual les hará comprender, antes de sentir, que los niños y las niñas tienen diferencias muy adecuadas para jugar con ellas, y que los adultos llaman amor o puterío a ese divertido juego. Monitores especializados les enseñarán, con prácticas escolares, el arte de saber dormir. 
Educados en este naturalismo pueril, los niños identificarán la democracia por el sabor y por el olor tan desagradables que tienen las cosas políticas, y también por el placer que sienten durante la enseñanza democrática y lúdica de sus instintos elementales. El jurado otorgará el premio a la definición que elimine de la democracia la fealdad de la política, porque sus educadores le han dicho que es feo matar, robar y mentir, antes de ser mayor y estar en el Estado, y reduzca su sentido a la animalización de  democracia española ha corregido a Aristóteles. El hombre era, antes de la transición, un animal político. Las democracias avanzadas se empeñan en transformarlo en animal animalizado. ¡Qué gusto deben sentir los padres cuando vean a sus hijos infantes distinguir, como si fueran adultos, el sexo femenino del masculino, el acto violento del pacífico! ¡Qué alegría les invadirá cuando sus hijos prepúberes les digan que se van a dormir porque tienen sueño, o que la comida está salada porque le han echado demasiada sal! Al inicio de la democracia, una encuesta entre escolares decidió que el latín y el griego no debían incluirse en los planes de estudio. Una cosa espiritual de los adultos se sometió con naturalidad al espíritu infantil. Ahora, las cosas instintivas de los niños se someten naturalmente a la enseñanza de los instintos adultos. Nuestra democracia es avanzada porque en ninguna parte como en España ha avanzado tanto la animalización de la cultura y la política.