1976-10-17.EL PAIS SEMANAL.AGT UN GRAN DESCONOCIDO

Publicado: 1976-10-17 · Medio: EL PAIS SEMANAL

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EL PAÍS SEMANAL, domingo  17 de octubre de 1976

Antonio García-Trevijano cumple años los 18 de julio.
Hasta en ese dato nimio alcanza el halo depuesta en
escena que, voluntariamente o a su pesar, rodea a este
hombre. Alto, enjuto, siempre elegante, con una gota
de sangre árabe en las facciones que le proporciona un
conocido atractivo para las mujeres, nació hace 49
años en Alhama de Granada.

Notario en excedencia, es reputado de político ba-
rojiano  o de eminente florentino,  y no por quienes
menos le quieren. Fue el organizador de aquella apa-
ratosa  venida a  España  de  Jean-Jacques  Ser-
van-Schreiber (1967) y un año después se colocaba en
el ojo del huracán enfrentándose al entonces todopo-
deroso Carrero Blanco en el proceso de descoloniza-
ción de Guinea. El asesoro a Francisco  Macias
—ahora presidente de Guinea Ecuatorial— y sigue
pasando por su hombre de confianza.

Abogado e intimo de Calvo Serer, protagonizó en
buena parte la agonía del Madrid como representante
legal de la empresa, obteniendo indudables réditos
políticos de la  imparable orden que Sánchez-Bella
tenía de Carrero y de Franco: cerrar el periódico.
Posteriormente, junto a Calvo Serer, ayudó al PCE a
salir del ghetto  fundando  la Junta Democrática  y.
.también desarrolló algún papel de hombre-puente en
la constitución de Coordinación Democrática. En la
presentación madrileña de este organismo de la opo-
sición fue detenido y permaneció cuatro meses  en
prisión.

De él pueden afirmarse muchas cosas menos que
carece de eso que se sobreentiende por una  biografía.
El PSOE le ha levantado un dossier por sus actividades
en Guinea. Otros pretenden perseguir los orígenes de
su elevadísimo nivel de renta. Sihanuk le  condecoró
en Pekín por los servicios prestados a la causa de los
comunistas camboyanos. Aquí se le tiene por próximo
a la izquierda del PCE. Miembro de un grupo inde-
pendiente, es bete noire para las derechas y para parti-
dos de inspiración marxista que militan en la oposi-
ción. En cualquier caso, es un gran desconocido al que
se le imputa la intención de querer más la transforma-
ción de la sociedad que la del actual Estado. Está
casado con una judía francesa —Francine Chouraki—
y tiene dos hijos varones.

¡Textos: Octavio Cabezas /  Fotografías:  Marisa Flórezi

GARCÍA TREVIJANO,
UN GRAN DESCONOCIDO

EL PAÍS.—A través de su actuación política en estos
últimos años, con sus esfuerzos por agrupar a la opo-
sición  democrática  en organismos  unitarios  (Junta,
primero,  y Coordinación  Democrática,  después)
interpreto  que el objetivo básico  y primordial  de su
acción  política  es conseguir crear  un pacto  político
interclasista. ¿Es eso así, y con qué fin?

García-Trevijano.—Así  es, en  efecto, y le voy  a
explicar la razón. Según entiendo, hace cerca de dos-
cientos años que la sociedad  española  está en período
constituyente.  La primera  oportunidad  seria  que
España tuvo de constituirse en un Estado  democráti-
co moderno fue con la revolución de 1868. El pacto de
Ostende  pudo  ser, en  cierta  medida,  un  pacto
interclasista. Pero la burguesía  industrial y  profesio-
nal  que  debía  constituirse en el motor  del  cambio
pactó con la gran  oligarquía  propietaria, y la inci-
piente clase obrera quedó marginada de la organiza-
ción política  del Estado.  Más tarde,  en  1931, con la
República, tampoco el Pacto de San Sebastián puede
decirse en'rigor que fuese un pacto interclasista, pues
en él no participó una gran parte de la clase  obrera,
encuadrada  en  el  movimiento  anarquista
(CNT-FAI),  y la participación socialista fue a título
personal de Indalecio Prieto, lo que le motivó grandes
disensiones en  la Comisión  Ejecutiva  del Partido
Socialista Obrero Español.

En definitiva, analizando a  fondo la historia de
España  de estos  últimos dos siglos, se observa  que
siempre las clases gobernantes, y en especial lo que se
llama  la  clase  política, ha  hecho  prevalecer sus
intereses de grupo sobre  los intereses generales de la
nación, del Estado.

EL PAÍS.—¿Cuando habla de clases dirigentes se
refiere  al concepto  amplio de  la clase dirigente  de
Suzanne Keller o a las élites de poder de Wright Mills
o más bien al concepto estricto de la élite política!

•García-Trevijano.—No, yo hablo de clases dirigen-

tes de manera  general.  No sólo las clases dirigentes
del Estado, sino también las de la sociedad, los líderes
obreros,  religiosos,  etcétera. Para mí, el  problema
' constituyente básico de este momento es que las cla-
ses dirigentes  sepan  interpretar  real y lealmente los
intereses y aspiraciones de las masas que  representan.
Los dos grandes peligros que  se ofrecen en este mor
mentó  a la sociedad  española son,  o bien  que la
constitución  de la sociedad  y del Estado  quede  en
manos exclusivamente de la clase política, y es éste un
peligro  en el que  España  ha  caído  siempre  hasta
ahora,  como  he señalado  antes,  o bien  el  peligro
contrario,  que  el período  constituyente o la  fase
constituyente  caiga  en  manos  del  espon-
taneísmo de las masas.

EL PAÍS.—¿No ve cierta incongruencia en que, por,
una parte habla del peligro de que los intereses de las
clases sociales  sean suplantados  por  los intereses de
sus dirigentes,  en cuanto grupo diferenciado, y  por
otra, usted mismo se presenta en.su actuación política
como independiente, sin estar respaldado por ningu-
na base social?

García—Trevijano.—Sí, pero es una incongruencia
aparente, porque se debe a mi concepción estratégica
del  momento constituyente. Para  mí es esencial el
distinguir entre el momento constituyente y el proce-
so constituido. Si en este momento constituyente yo
he elegido actuar desde  una  plataforma indepen-
diente, conjuntamente  con  otra serie de  personas y
grupos que no tenemos una ideología partidista, sino
una  ideología del Estado y somos conscientes, yo en
concreto, de que el arte de la constitución del Estado
tiene que descansar en una síntesis entre los intereses
concretos de la clase política y los intereses de la base
social, es porque creo  qué  esta  estrategia es la más
eficaz.

EL  PAÍS.—¿En este aspecto podría hablarse
de-usted  como  de  un  hombre  con  sentido  de

Estado, incluso  como  de un  hombre  de  Estado?
García Trevijano.—Sí, en este sentido yo acepto el
calificativo de que me considero  un hombre de Esta-
do. Mi preocupación es el Estado, en el sentido de que
es en  él donde  deben  reflejarse y estabilizarse  las
aspiraciones  contrapuestas  de las diferentes clases
sociales. Pero eso no quiere decir que cometa el error
de creer que el Estado es una organización  en la que
se resuelven y se superan todos los conflictos sociales,
en especial los conflictos de clases. No, yo soy plena-
mente consciente  de que el Estado es siempre expre-
sión o instrumento de los intereses de una clase, de la
clase hegemónica. El problema  para mí es que, entre
los diferentes modelos de Estado que han  aparecido
en la historia  moderna, el modelo  liberal, el modelo
totalitario, el modelo soviético y, con posterioridad  a
la segunda guerra mundial, el Estado democrático, el
- problema  es, repito,  qué  tipo  de  Estado  debemos
elegir en España en este proceso constituyente. Creo
que debemos pensar en un Estado interventor, por un
lado, porque hoy la economía española está domina-
da  totalmente por  los mecanismos capitalistas del
Estado,  pero a la vez debemos  pensar  en cómo ga-
rantizar que ese Estado interventor y regulador de la
economía sea un  Estado  democrática.

En  estas  circunstancias el problema  básico  del
momento político español actual es el de la concien-
ciación política de los españoles. Partimos de la base
de que hoy casi un  70 por  100 de nuestros conciuda-
danos no tienen conciencia política. Por lo tanto, para
un político con sentido de Estado su primer deber, en
este momento, es conseguir que  todos los Españoles
•tengan conciencia  política.

EL PAÍS.—¿Entonces, en su opinión, los partidos
políticos no son en este momento instrumentos ade-
cuados para la concienciación y formación política de
los  ciudadanos? 

• 

^

Garcia-Trevijano.—No, no digo exactamente  eso.

Lo que digo es que si partimos exclusivamente de los
partidos políticos españoles nunca  llegarán a tener
conciencia  política.  Porque los partidos políticos
están hoy encerrados en un círculo muy pequeño  de
intereses,  con relación  a los intereses totales de la
sociedad  española, y puede ocurrir que caigamos en
el mismo  defecto de  ocasiones  anteriores,  que se
sustituyan los intereses de la base por los intereses de
la élite política, sea ésta cual sea. La manera de evitar
esto es hacer que en el período  constituyente partici-
pen en la acción política  todos los sectores organiza-
dos dé la sociedad.  Eso no quiere decir que  una vez
conquistada  la libertad las masas no se adscriban  a los
partidos políticos. Para mí la única forma  de admi-
nistrar  la democracia  es a  través de  los partidos
políticos. No quiero equívocos, yo no soy hombre que
esté contra los partidos políticos. Lo que quiero decir
es que no ha llegado todavía el momento del debate
fentre los partidos políticos y que todos juntos deben
dejar sus intereses de partido para dedicarse a la tarea
mar urgente de dar conciencia política  a las masas
españolas. Apoyo,  por tanto,  toda  clase de movi-
mientos ciudadanos, movimientos regionales, movi-
lización de masas, etcétera. Pero, en cambio, yo no
creo en el espontaneísmo de las masas, y por eso no
soy anarquista. Y no soy anarquista porque el anar-
quismo me parece un movimiento romántico y, por
tanto, reaccionario. Mi acción está encaminada a
evitar ese doble peligro de que antes he hablado. En
ese sentido creo que mi labor en la Junta Democrática
fue positiva, ya que significó una síntesis activa entre
la dirección política de  los partidos y la acción es-
pontánea de las masas. En Coordinación Democráti-
ca se ha perdido el efecto creador de las masas, pero
no del todo, porque  a través de la presencia de las
plataformas regionales continúan  estando presentes
las aspiraciones y los movimientos de masas de la
sociedad española.
EL PAÍS.—¿Se puede_entender entonces que  en la
actualidad,  en Coordinación Democrática, se ha per-
dido Re aspecto de gran movimiento de conciencia-
ción política de los ciudadanos en todos los sentidos
por el hecho de que los partidos que forman parte de
ella van preferentemente a defender sus intereses
específicos de partido?
1 García Trevijano.—No, exactamente. Yo entiendo
que es legítimo que los partidos tengan  siempre  muy
presentes sus intereses como  tales, pero no  es ésa la
razón. En mi opinión,  lo que ocurre es que a medida
que  nos acercamos a la libertad, a medida  que los
márgenes de libertad son mayores, van prevaleciendo
los grupos organizados sobre los movimientos infor-

«Hay que procurar
que en el período
constituyente
participen todos los
sectores
organizados de la
sociedad»

males. Eso es normal, pero, no obstante, no hay que
perder de vista el efecto positivo de la acción de ma-
sas. Por ello yo lucho en este sentido dentro de Coor-
dinación Democrática, e insisto en la necesidad de las
movilizaciones  de masas,  de las convocatorias para
acciones concretas y, en especial,  en que deben  te-
nerse en cuenta las plataformas regionales, a través de
las cuales llegan las aspiraciones de los grupos socia-
les no organizados en partidos.

EL PAÍS.—De cara a las elecciones, ¿no cree usted
que  los partidos  componentes de Coordinación De-
mocrática han modificado sus objetivos?

García  Trevíjano.-Esto es evidente,  y la prensa
nos lo pone de relieve todos los días. Yo pienso que es
inevitable que los partidos, ante  la eventualidad de
unas elecciones, preparen  sus plataformas  electora-
les. Pero también pienso que eso es una gran desgra-
cia para la libertad y para el Estado español del  futu-
ro, porque todavía hoy no tenemos libertad y enton-
ces se puede hablar de que  los partidos se están re-
partiendo la piel del oso antes de cazarlo. No obstan-
te, yo no me indigno ní protesto por  este hecho; lo
considero inevitable y lo admito como  tal. Simple-
mente, trato con mi acción de corregir, contrapesar o
introducir una dialéctica que obligue a los partidos, a
pesar  de sus objetivos electorales, a  tener en cuenta
las necesidades 3e las masas. Aprovecho esta ocasión
también para decir que considero de mala fe los co-

mentarios aparecidos en la prensa sobre mi posición
respecto a las elecciones. Cuando yo digo que hoy los
pueblos de España,  los ciudadanos  españoles,  nece-
sitan  libertades y no elecciones, no puede estimarse
como que yo esté en contra de las elecciones.  Porque
sin sufragio universal no hay ni libertad ni democra-
cia. Lo que yo quiero decir, lo que yo digo, es que en
este momento es imposible convocar unas elecciones
sin libertades  previas, porque serían unas elecciones
falsas,  ya que previamente hay que dar  conciencia
política al pueblo español.

EL PAÍS.—Pasando de lasgrandes  cuestiones a
temas más concretos,  yo quisiera preguntarle ¿cómo
se ve a su juicio  y a través de  Coordinación  De-
mocrática la negociación de la oposición con el Go-
bierno?

«El poder
despreciará a la
oposición mientras
ésta no tenga de
manera real las
masas detrás de sí»

García  Trevijano.—Quiero aclarar  que yo he de-
fendido siempre, incluso desde el origen de la Junta,
que dada la situación real de fuerzas entre los poderes
fácticos del actual Estado  reaccionario  español y los
poderes democráticos de la oposición, esa relación de
fuerzas  no permitía  una  ruptura impuesta.  Por lo
tanto, habría  que ir a la ruptura negociada. Ahora
bien, lo que me diferencia  prácticamente  de casi
todos los partidos es que yo he defendido siempre que
no habrá  negociación si no hay presión  ciudadana,
movilización ciudadana. Yo siempre digo que el Po-
der nos despreciará mientras no tengamos de manera
real las masas detrás de nosotros. Por lo tanto, en mi
opinión  hay que combinar sabiamente la negociación
con la movilización,  la negociación con la presión, el
diálogo con la demostración permanente de nuestro
poder en la sociedad. En este sentido lo que yo pido a
los partidos es coherencia. Que no confundan a la
opinión  pública,  que  dialoguen  con el  Gobierno,
pero que piensen que su diálogo  no tendrá ningún
valor  político mientras  no  esté apoyado  en  la  fuerza
de la acción de las masas.

EL PAÍS.—Esto nos lleva al controvertido tema de
la frase que se le ha atribuido a usted sobre  el doble
juego de los partidos, es decir, sobre el hecho de que
determinados partidos políticos dicen una cosa den-
tro de Coordinación Democrática y otra en sus diálo-
gos con el Gobierno. Y también el famoso incidente
entre usted y el representante del PSOE en  Coordi-
nación Democrática, don Enrique  Múgica, en la se-
sión del pasado día 23 de septiembre.

García  Trevíjano.-i-Contestaré a todo, porque creo
que un político  no debe negarse jamás a contestar  a
las preguntas públicas  que  se le hagan.,En  primer
lugar, debo decir que yo nunca pronuncié  esa  frase
que me atribuyen, del doble juego de los partidos, por
tanto, sobre eso no tengo nada que decir. En cuanto a
mi incidente con el señor Múgica, debo manifestar,
ante todo, que  fue un incidente relacionado con la
política de los partidos y no un incidente personal. El
señor Múgica leyó una comunicación de su partido, el
PSOE,  en la que defendía  unas  tesis  determinadas
para  la reunión de Coordinación  Democrática en
Valencia. Yo intervine y sostuve una tesis contraria a
la del PSOE. Sin necesidad de votación y después de
un  amplío  debate,  por  unanimidad, como  lo pueden
atestiguar todos  los asistentes a esta  reunión, se
aprobó  la tesis que yo defendía, e incluso el PSOE
aceptó  esta  tesis después de  la discusión.  La tesis en
concreto era la necesidad de incorporar, dentro del
programa  político del organismo .unitario de la  opo-
sición, las aspiraciones de autonomía de las naciona-
lidades y regiones. Pues bien, luego de que se acepta-
ra  mi tesis, incluso de  que  la aceptara el PSOE, el
señor  Múgica, que  es un  hombre temperamental,
abandonp la reunión acornpañado por los represen-
tantes de  UGT  y de algún otro partido. Después, el
PSOE hizo unas declaraciones contra mí sobre temas
personales que  en su momento aclararé. Yo,como
hombre político, lo que puedo  decir es que no  res-
pondí nada, no  injurié  a nadie, ni dije  nada que  pu-
diera ser molesto u ofensivo para el Partido Socialista
Obrero Español.

EL PAÍS SEMANAL, domingo 17 de octubre de 1976/5-

,  EL PAÍS.—De todas formas,  en diversas  declara-
ciones suyas incluso en las que usted  hace a Ramón
Chao en un libro recientemente publicado,  se refiere
usted muy críticamente a ciertas posiciones  políticas
del PSOE. ¿No cree usted que ésta haya sido la razón
de fondo para  que el PSOE  lo desautorice  a usted
como su portavoz en Coordinación  Democrática?

García  Trevíjano.—No, no creo eso, aunque indu-
dablemente entre mi estrategia política actual y la del
PSOE hay unas diferencias profundas, muy de fondo,
y en última  instancia  esas son las que explican las
posiciones críticas del PSOE respecto a mí. De una
manera  concisa  puedo  decirle  que las diferencias
entre el PSOE y yo, a nivel doctrinal, afectan a la idea
que  tenemos del Estado.  El PSOE,  a mí juicio,  no
tiene una idea propia del Estado, y yo sí la tengo. Lo
, digo terminantemente. Es más, le digo a usted  que
ningún partido político en España tiene hoy una idea
clara y propia del Estado. Lo puede usted decir así. Y
el único que la tenía,  que era el Partido  Comunista,
acaba de abandonarla, porque  al abandonar la tesis
de la dictadura  del proletariado  se queda sin ella. La
consecuencia que  se deriva de eso es que  quien no
tiene una idea previa del Estado acepta implícita-
mente al Estado actual. Hasta  ahora ningún partido
político español ha explicado ideológicamente cómo
transformar  el Estado. Todos  los partidos de lo que
hablan es de cómo administrar democráticamente el
Estado actual, pero sin cambiarlo.  Esta es, a mi juicio,
la diferencia de fondo que existe entre mi concepción
política y la del PSOE.

EL PAÍS.—Para terminar con el tema de Coordi-
nación Democrática, ¿qué porvenir le augura usted?
García  Trevijano.—En  mi opinión, Coordinación
Democrática  pasa  por una cierta  crisis, que creo es
necesaria  y que hay que ponerla  en relación  directa
con los proyectos  del Gobierno. La respuesta al
proyecto  Suárez tendría que ser la unidad de toda la
oposición, y eso es lo que hemos tratado de hacer en
Valencia. Yo creo que después  de Valencia,  Coordi-
nación Democrática se ha fortalecido, aunque en este

«De lo que más
orgulloso me siento
es de haber
contribuido de una
manera decisiva a la
independencia de
Guinea»

momento  'no  parezca  así,  ya- que  en  cierto  sentido
todo organismo como éste está en una permanente y
latente crisis. De que supere esta crisis o no depende
la posibilidad de que la acción de la oposición  de-
mocrática sea efectiva y pueda constituir una verda-
dera alternativa de poder.

EL PAÍS.—Una pregunta final que parece obliga-
do hacerle:  ¿qué puede  usted  decirnos  sobre  el tema
de Guinea,  aunque no pueda  entrar sobre el fondo
del asunto, ya que todavía es materia reservada?

García  Trevijano.—En  primer lugar, quiero decir
que he pedido al Gobierno que se levante la materia
reservada sobre el tema. En segundo lugar, le puedo
decir que  de lo que  me siento más orgulloso en mi
vida política es de haber contribuido, en nombre de
las ideas democráticas del pueblo español, haber
contribuido,  repito, y de una manera  decisiva,  a la
independencia  de  Guinea y  haber  influido  en  la for-
mación de un nuevo Estado independiente  en África.
Si volviesen a  repetirse aquellas circunstancias, y
conociendo los ataques de que he sido objeto  por
razón de  este asunto, volvería a hacer exactamente
igual. El día que los guiñéanos vinieron a pedirme ayu-
da, yo no encontré a ningún partido de la oposición que •
estuviera dispuesto a ayudarme, y me encontré solo.
Y hoy las críticas caen sobre mí respecto a este asunto,
desde todos los lados. Aunque bien sé que el origen de
esta  campaña  de  difamación contra  mí  está  en  los
artículos que  escribió Emilio  Romero  en  el diario
Pueblo en  1967, protegido por el Gobierno de enton-
ces. Hasta ahora yo no he podido defenderme porque
no  tengo  libertad para  hablar  de  Guinea y, en
consecuencia, la difamación continúa. Algunos sec-
tores de  la oposición, de buena fe y por ignorancia,
dejan  correr  este rumor y lo hacen suyo en lugar de
afrontar verdaderamente el problema y preocuparse
de saber qué es loque ha pasado en Guinea y cuál ha
sido mi intervención.