1972-02-15.ABC.AGT CARTA ABIERTA.MADRID
Publicado: 1972-02-15 · Medio: ABC
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A B C. M A R T ES 15 BE L>E lí.12 DE LA MAÑANA. PAG. 16. OPINIONES AJENAS, POLÉMICAS, CARTAS, PÜNTUALIZACIONES, COMENTARIOS. CARTA ABIERTA DEL APODERADO DE «MADRID» Señor director: Me acojo a la tradicional caballerosidad de su diario, más que al derecho de réplica Que la ley de Prensa me concede para que publique las siguientes puntualisaciones so- bre las «consideraciones urgentes» conteni- das en el editorial del día 12: «Hay que salvar a un periódico». Sólo la urgencia y la indudable falta de información con la que ha sido escrito dicho editorial pueden explicar, ya que no justificar, que «.el punto de vista de la neutralidad», bajo el que dice colocarse su editorialista, se haya convertido en un punto de vista parcial y polémico contra mi actuación personal en la rueda de Pren- sa, perdiendo así la única perspectiva desde la que puede contemplarse con objetividad el asunto del diario «Madrid» y mi criterio profesional de defender a ultranza los in- tereses que me han sido confiados. (1) Porque comparto la misma idea institu- cional que de un periódico tiene su edito- rial, durante todas las negociaciones para la reapertura del diario «Madrid», incluida mi actuación en la rueda de Prensa, he procurado, tal ves con audacia, pero siem- pre con prudencia, evitar que «la heroica empresa provisional» del Madrid-sindical destruyese irremediablemente el Madrid- institución, de sus propietarios, trabajado- res, lectores, anunciantes y acreedores. De nada serviría facilitar a cualquier precio la reapertura de «Madrid»—como no fue- ra para tranquilizar la buena conciencia de los que, como ABC, consideraron en su día «excesivamente severa» la cance- lación ministerial del permiso de publica- ción—si la etapa provisional hacía luego ünviable la reaparición definitiva del Ma- drid-institución. Sin garantías jurídicas y morales que preservasen este objetivo prio- ritario, a mi modo de ver, era preferible liquidar la empresa, salvando los legítimos intereses en ella comprometidos, y esperar la decisión del Tribunal Supremo sobre el recurso contencioso contra la orden mi- nisterial de cancelación, para sacar el pe- riódico, quisa modestamente y sin heroísmo, pero, desde luego, con honor. (2) Las garantías jurídicas las había obteni- do y por ello firmé el contrato de arren- damiento a la nueva empresa sindical. Pero algo debió suceder entre el momento del acuerdo y el momento de la rueda de Prensa, algo objetivamente «imprudente», ^injusto», «irresponsable», «humillante», «provocativo», «saheriente», «menospre- ciante» y peligroso para la empresa «Ma- drid, Diario de la Noche, S. A.*, y tal vez para intereses más trascendentes para que yo, que durante setenta y cinco días había dado pruebas concluyentes de paciencia y tolerancia en busca de la solución razo- nable—olvidando graves injurias a mi per- sona y acuerdos básicos firmados que la otra parte no reconocía como tales—, asu- miese de repente el riesgo, no temerario, de decir la verdad, sin esperar a que la nueva empresa sindical hubiese tomado posesión del periódico. (3) Sé. como dije en la conferencia de Pren- sa, que la verdad no puede ser contemplada de frente por quienes no están habituados a vivir en ella, porque ciega. Pero, como en el mito platónico de la caverna, puede ser entrevista por la sombra de un indicio aparecido en el diario «Pueblo» y que yo vi minutos antes de entrar en la sala. Des- pués de firmado el contrato, y después de que la Organización Sindical había anun- ciado oficialmente él acuerdo concluido —publicado erróneamente como si hubiese sido un contrato de adhesión de la em- presa a todas las condiciones exigidas por la Organización Sindical, lo que además de no ser cierto dañaba gravemente el pres- lectores—, el tigio del diario ante sus diario «Pueblo», contra lo expresamente stipulado en el contrato respecto a la obligación de la empresa sindical de pagar a la empresa propietaria la cantidad de nueve millones y -medio de pesetas al con- tado para cubrir aproximadamente la mi- tad de los gastos ocasionados desde la cancelación, cláusula que yo acababa de leer ante la Asamblea de todo el personal, el diario «Pueblo», repito, decía que esa cifra «irá a parar integra a los trabajadores». Con esto perdí definitivamente la confian- za en las garantías morales, y para susti- tuirlas con la propia fuerza interna de la empresa traté en la rueda de Prensa de mostrar la solidaridad de la casa en torno a la propiedad, única forma de intentar en último extremo que se frenase la tenta- tiva de subversión de la estructura capi- talista de una empresa fundada sobre el derecho de propiedad. (4) En verdad no oensé que el riesgo asu- mido en la conferencia de Prensa pudiese afectar al cumplimiento del contrato para_ la reapertura del «Madrid». Cometí aquí el error de contar con la responsabilidad contractual de la otrn parte, sin duda in- fluido por mi «deformación» profesional, como 'totano y como abogado, de confiar en el principio de la contratación del de- recho privado, que es donde nos movíamos, y que como todos saben, es un principio de orden público. Fui, pues, sorprendido cuan- do por una supuesta falta de respeto, que por otra parte no admito, hacia determi- nadas -personas, fueron castigados todos los interesados en la reapertura de «Madrid», y entre ellos más de doscientas familias asalariadas—ajenos por completo a mis declaraciones personales—, mediante la suspensión no ya de las negociaciones que habían terminado con el acuerdo, sino de la ejecución del contrato de arrendamien- to. Si fuesen ciertas las acusaciones que se me hacen, incluso desde las columnas de un diario tan serio como A B C, yo no pido ni deseo otra cosa que la apertura de unas diligencias ante el Juzgado de Orden Pú- blico, para que puedan allí testimoniar más de doscientas personas, y entre ellos algún procurador en Cortes y algunos agentes de la autoridad, que asistieron a mi confe- rencia de Prensa, y que, sin duda, la hu- biesen interrumpido si hubiese cometido alguna de las faltas que falsamente se me imputan. Pero que el contrato de arrenda- miento para la reapertura del diario «Ma- drid» se cumpla. (5) Agradecido, Antonio GARCIA-TREVIJA- NO FORTE. APOSTILLAS Á LA CARTA Nota de la Redacción.—1 Respecto a la «indudable falta de in- formación con la que ha sido escrito dicho editorial», debemos recordar a nuestro co- municante que nuestro conocimiento res- pecto a los avalares de carácter jurídico por los que ha atravesado y atraviesa el diario «Madrid» son mucho más antiguos que los del señor García-Trevijano como apoderado de su empresa editora. En efec- to: el firmante de esta carta fue designa- do apoderado de la empresa a primeros de octubre de 1971, mientras que nosotros TIENDA DOS HUECOS y 400 metros de sótano Francisca Moreno, 1 (esquina Alcalá, 137). íemos tratado en nuestros editoriales los temas que afectaban a este entrañable co- leara de la noche con gran antelación a esta fecha. Remitimos a nuestros lectores a los editoriales de ABC de 1 de junio de 1968 y 11 de agosto de 1968 titulados, respectivamente, «La suspensión por dos meses del periódico Madrid»; «La nueva sanción del diario «Madrid»». Considerar mal informado al discrepante o es una argucia polémica o una ingenuidad. Respecto a que «la única perspectiva desde la que puede contemplarse con ob- jetividad el asunto del diario «Madrid» es la rueda de Prensa que convocó días pasados el firmante de esta carta» per- mítasenos discrepar. Esa perspectiva a la que alude ni es única ni objetiva, sino todo lo contrario: las perspectivas son plurales y la de su rueda de Prensa no es objetiva, sino un espectacular alarde de subjetivi- dad. De aquí precisamente nuestra discon- formidad con su planteamiento N. de la B.—2 l Estamos seguros de la buena fe de nues- tro comunicante y consideramos que hizo muy bien en luchar, en circunstancias tan difíciles, por encontrar una fórmula que no hiciera inyiable en el futuro la reaper- tura del periódico «Madrid» como insti- tución. N. de la R.—3 Ignoramos a qué textos se refieren las palabras entrecomiliadas. Desde luego, no son nuestros. El vocablo «zaheriente» es un barbarissno ingeniosísimo que no recorda- mos haya sido jamás publicado en nues- tras páginas. El diccionario (que es al es- critor lo que el Código Civil al jurista) es implacable. La voz justa es ésía: «zahe- ridor». N\_de la R.—4 «La verdad no yuede ser contemplada de frente por quienes no están habituados a vivir en ella, porque ciega.» En el párrafo siguiente nuestro comu- nicante alude a su condición de notario y de abogado. ¿Fueron real y verdadera- mente estas influencias de su formación jurídica las que le movieron a pronunciar esta bellísima frase castelarina? La pers- péctica del señor García-Trevijano es, des- de luego, distinta de la nuestra. He aquí una razón más para no considerar su pers- pectiva como «la_ única». Este bello y flo- rido lenguaje tribunicio ¿a quién iba di- rigido? ¿Acaso a los mismos con los que acababa de firmar un contrato para in- tentar salvar a su empresa mientras los Tribunales de Justicia no resolvieran so- bre el fondo del asunto? Mantengamos la consideración de imprudencia expre- sada en nuestro editorial del día 12 ti- tulado: «Hay que salvar un periódico»... Azorin recogió este refrán de un pueblo de África Central: «Cuando estés pasando el río no nombres a la madre del cocodrilo». N. de la R.—5 En esto sí estamos de acuerdo con el se- ñor García-Trevijano. Consideramos—sal- vo más autorizada opinión—que el con- trato de arrendamiento para la reapertu- ra del periódico «Madrid» es válido; que no existe obstáculo alguno que impida su puesta en marcha, su entrada en vigor; que el Ministerio de Información y Turis- mo debe hacer cuanto esté en su mano pa- ra mediar en la feliz solución de un pro- blema que no debe verse afectado por de- claraciones—acertadas o desacertadas—he- chas por alguno de los firmantes y cuando el contrato ya había sido firmado. La de- claración de «interlocutor no válido» no puede hacerse a «posteriori». Si era inter- locutor «válido» al momento de la firma, esta consideración autoriza la validez de los acuerdos firmados. Expresemos nuestro deseo de que prive—por encima de cual- quier otra consideración—el deseo común de resolver los problemas del diario «Ma- drid». ABC (Madrid) - 15/02/1972, Página 16 Copyright (c) DIARIO ABC S.L, Madrid, 2009. Queda prohibida la reproducción, distribución, puesta a disposición, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los contenidos de esta web, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y/o puesta a disposición como resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa, a salvo del uso de los productos que se contrate de acuerdo con las condiciones existentes.