2006-04-15.GENERACIONXXI.AGT ATENEO

Publicado: 2006-04-15 · Medio: GENERACIONXXI

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Antonio García T revijano.  Segundo  Discurso  de  la República  I n

75 ANIVERSARIO DE LA 
II REPÚBLICA.
(ATENEO, 28 DE MARZO 2006)

Antonio  García  Trevijano  es  un  proscrito,  un  increíble  pensador y  un  hombre  li­
bre. Sus ideas representan  el  disenso contra  el  Estado de Partidos en el que vivi­
mos.  Con  motivo del  75  aniversario  de  la  Segunda  República, Antonio  lanzó  un 
discurso  del  que  los  Medios, salvo contadas excepciones,  no se  han  hecho eco. 
Frente al silencio orquestado, y considerando  la  clarividencia,  la  trascendencia  y 
oportunidad  de su  discurso,  publicam os  los siguientes  extractos  del  m ismo. 
García  Trevijano  es el  pensador demócrata  español  por excelencia  y ésta  su  lla­
mada  a  la  República  Constitucional. (Aquí recogemos parte del  discurso  pronun­
ciado en el Ateneo de Madrid).

tid os,  España  dejaría  de  ser  p ro nto   una  realidad 
p o lítica .  El  p a rtid o   e s p a ñ o lis ta   c a re ce   de  a rg u ­
m ento  co n tra   los  p a rtid o s  que  están  realizando, 
en  sus  sitios  natales,  un  proyecto  sugestivo  de  vi­
da  en  com ún  sem ejante  al  español.  Ningún  parti­
do  podrá  negar que  su  co nce pto   de  nación  co in ­
c id a   con  el  p ro y e c to   de  vida   en  com ú n   de  d os 
enam orados,  y  que  éste  es  el  más  su ge stivo   de 
todos.  Pero  si,  com o  creo,  la  nación  es  un  hecho 
objetivo   que  nos  viene  dado  con  ind ep en d en cia  
de  la  voluntad,  entonces  la  realidad  existencial  de 
España  hará  su cu m b ir  a  un  E stado  m on árqu ico  
que  está dejando  de  ser esencialm ente  nacional. 
Poblaciones  sin  fronteras  naturales,  étnicas,  reli­
giosas  o  jurídicas,  están  siendo  d efin id as  com o 
naciones  con  fronteras  p sico ló g ica s  o  sentim en­
tales, trazadas por la expansión de apetitos de po­
der en  pequeños  p artidos  nacionalistas,  subven­
cionados  por  la  Transición  de  la  D ictadura  de  un 
partido  a  la Monarquía de varios.
La  M onarquía  de  Partidos  parcela  la  realidad  na­
cio n a l  de  España.  P a ran g o n a n d o   a  L uis  XIV,  el 
Rey Juan  C arlos ya  puede  proclam ar  que  “ la  Na­
ción  no form a cuerpo  en  España”.  Pero  no  porque 
“ resida  to d a   entera  en  la  persona  del  rey”,  com o 
dijo  su  pariente,  sino  porque  ahora se  encarna en 
tropeles  de  agentes  nacionalistas  en  busca de  su 
propio  Estado. A diferencia de aquel  rey absoluto, 
a este  rey relativo no  le cabe ya en  la cabeza la na­
ción  española.  La frivo lid a d   de  su  C oron a   ta n to  
sirve  para  instrum entar  un  g olpe   n acionalista  de 
E sta d o   Total,  co m o   e s ta tu to s   n a c io n a lis ta s   de 
Estado  Parcial.  Totalitarism o  o  parcialitarism o  de 
Estado  derivan  de  una  misma concepción  fascis­
ta  de  la nación.  La orteguiana del  proyecto suges­
tivo  de vida en  común.
Si  en  este  solapado  período  constituyente,  el  po­
der  m onárquico  de  constituir  no  está  en  la  nación 
entera,  sino  en  partes que  pueden  convertir regio­
nes  en  Estados,  la  defensa del  cuerpo  de  España

“Amigas,  amigos, Sr. Vicepresidente,  Sres. 
Fundadores del  Club  Republicano:
En este  País de las  Maravillas para Partidos, com o 
en  el de Alicia, se desconoce  por com pleto  no só­
lo  el  valor sino  la existencia de  lo auténtico.  El  len­
guaje  de  la  eufemia,  al  ser  universal,  designa  las 
cosas  so cia le s  y  p o lítica s  con  p alabras y  frases 
edulcoradas  que  llegan  a  co nstituir  un  m undo fic ­
ticio  en  suplantación  del  m undo  real.  El triunfo  del 
eufemismo  lo  garantiza  el  consenso  de  partidos y 
m edios  de  c o m u n ic a c ió n .  C u a lq u ie r  a firm ació n  
contraria  al  consenso  se  co nside ra   d elito   social. 
No  se  extrañen,  pues,  de  que  mi  d iscurso  sea  un 
delito  continuado.
En  esta  Monarquía  de  Partidos  estatales,  España 
ha  dejado  de  ser  com unidad  política.  C om o  idea 
espiritual,  agoniza.  Su  h istoria   se  red uce   a  g e o ­
grafía.  Su  m ateria  e co n ó m ica  y  social,  aum enta. 
Su  cultura se  consum e  com o  mercancía.  España 
pierde su  identidad.
La contradicción  entre el  ser y el  querer de  los  es­
pañoles  en  tránsito,  en  e sta  Transición  sin  d e s ti­
no,  crea  un  co nflicto  irreconciliable  entre el  hecho 
de  ser  España  un  Todo  y  la  vo lu ntad   p o lítica   de 
tratarla como  Parte.  Un tipo  ontològico  de co nflic­
to  entre  la  e xis te n c ia   y  la  e se n c ia   de  la  N ación 
española.
Si  la  nación  fuera  un  “ P ro ye c to ”,  com o  creyeron 
Ortega y José  Antonio,  y  hoy creen  to do s  los  par­

la  deja  la  m onarquía en  m anos  de  una  R epública 
que  p u e d a   ser  re c o n s titu y e n te   de  la  N a ció n   y 
co n s titu y e n te .d e l  E stado.  ¿Pero  qué  R e p ú b lica  
puede  lograr esta hazaña política?

fra n c e s a , 

la  R e vo lu ció n  

in d e fin ic ió n   p o lític a   de 

La  República  no se define  por lo que ella  es.
S ie m p re   la  ha  id e n tific a d o   lo  que  ella   no  es,  la 
la 
M on arqu ía .  En 
R ep úb lica   expresó  nuevos  se ntim ie n tos  p o p u la ­
res  de  p a trio tism o   y  civism o,  pero  no  se  defin ió  
co m o   m od o   p o lític o   de  o rg a n iza r  el  p o d e r  del 
Estado.  La  D icta d u ra  ja co b in a ,  el  D ire cto rio ,  el 
C onsulado y  el  Imperio  fueron  form as  igualm ente 
re p u b lic a n a s .  La 
la 
República perm itió a Stalin y H itler ser tan  republi­
canos  com o Jefferson  o  Lincoln.  El  fraude  político 
trepa por las  repúblicas  cuando  éstas  se  limitan  a 
ser meras  negaciones  de  las  monarquías,  o  a ex­
presar form as paganas del  Estado que no se iden­
tifican  con  la libertad  de  la democracia.
Frente  a  lo  c o n c re to   y  p ersonalizado  de  las  m o­
narquías,  las  repúblicas  simbolizan  la  abstracción 
de  poderes  anónimos.  Por eso  no vienen  de algo 
c o n o c id o   que  las  p re ce d a .  L legan  p o r  a d v e n i­
m ie n to .  N os  so rp re n d e   que  ningún  m ovim iento 
republicano  haya  conquistado  el  Estado.  Lo  o cu ­
pa si  los  reyes  lo  dejan  vacío.  No  es  una  metáfora 
que  los  p u e b lo s  se  acue sten   m o n á rq u ico s  y  se 
d e s p ie rte n   re p u b lic a n o s .  Las  re v o lu c io n e s   en 
Norteam érica y  Rusia no  realizaron  un  previo  ideal 
republicano,  sino  la  independencia frente  a la  mo­
narquía  inglesa o  la alternativa socialista al  capita­
lismo.  La  R epública  era  un  instrumento.  No  un  fin. 
Incluso  en  la  R evolución  Francesa,  antes  del  10 
de  A g osto   del  92,  solo  era  un  fantasm a fa ccioso  
que  asustaba a  Robespierre y Saint Just.

Como la  princesa durmiente en el bosque, la 
República yace dormida en  la  sociedad,  has­
ta  que la despierta el beso principesco del  Estado.

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A.G.  T revijano.  Segundo  Discurso  de  la República

No  es  una  larva  social  que  se  transform e,  por su 
propia  madurez,  en  m ariposa  política.  La anuncia 
una  negación  y  nada  la  prepara.  Anida  en  los  co ­
razones y  no  penetra en  las  mentes.  No  despierta 
com o  fauno  procreador,  sino  com o  doncella  pre­
d isp u e sta   a  ser violada  por to d o s  los  sá tiro s  del 
s itu a c io n is m o   o  del  o p o rtu n ism o .  A n te s  de  dar 
fo rm a   al  E stado, 
sie m p re   ha  sid o  
una  idea  v irg in a l.
Un  sueño.
Sin  haberse  c o n s ­
tru id o   co m o   a lte r­
nativa  a  la  m on ar­
quía,  la  R e p ú b lica  
adviene de repente 
com o  solución  a  la 
crisis  m onárquica.
Y  cu a n d o   se  hace 
real  co m o  
fo rm a  
del  Estado,  no está 
realizada  en  el  es­
píritu  ni  en  el  cu er­
po social.  Llega sin 
rep ub lica no s.  Esta 
“ per 
v irtu a lid a d , 
s e ”,  de 
la  R e p ú ­
b lica ,  e xp lica   sus 
rep etid os fracasos 
y  sus  continuos  re­
nacim ientos.  La  in­
c a p a c id a d   de 
la 
idea 
re p u b lic a n a  
para  ser  a lte rn a ti­
va de poder institu­
c io n a l,  a tra sa   su 
p orvenir  com o  fo r­
ma  d e m o c rá tic a  
La 
del  E stad o. 
Monarquía dura com o  ¡o malo co nocido frente a la 
R epública por conocer.  Hagam os al  menos que  la 
R epública se  conozca de antemano.
La historia de  la R epública en  España se  asocia a 
la  historia  de  dos fracasos.  El  del  federalism o  de 
la I  República,  que nacionalism os periféricos quie­
ren  ahora  repetir,  y  el  del  p arlam entarism o,  que 
nostálgicos de la II  R epública desean  restaurar.  El 
Pacto  de  San  Sebastián  no  definió  su  esencia  ni 
el  modo de darle existencia.  La República llegó de 
modo  imprevisto y se instaló en  un  Estado de  pre­
cariedad.  D errotada en  la guerra civil,  que  no  su­
po evitar, se refugió en  la dignidad del sentim iento 
republicano,  hasta  que  los  partidos  que  antaño  la 
d e fe n d ie ro n   se  a lia ro n   co n   los  e p íg o n o s   de  la 
Dictadura,  para legitim ar el fraude político de esta 
M onarquía  de  los  Partidos,  coronada  por  un  Rey 
nom brado  por Franco.
Sin  conocer las causas de sus fracasos, sin  saber 
la naturaleza de las instituciones políticas que, a ia 
tercera vez,  los vencerían, to da  propuesta republi­
cana  se  trad uce   en  un  encanto  sentim ental  para 
d o rm ir a po cad as  alm as  de  servidu m bre   o  en  un 
aventurerism o  irresponsable  para avivar volunta­
des  con  activism os  personales  sin  acción  co le cti­
va.  La  R e p ú b lic a   F ederal  es  un  c o n tra s e n tid o  
c u a n d o   no  hay  E sta d o s  que 
la 
P a rla m e n ta ria   no  ca m b ia ría   la  p o lític a   de  la 
M o n a rq u ía   de  P a rtid o s.  ¿ S e ría   d ife re n te   una 
R e p ú b lica   de  P a rtid o s?   No  hay  que  cre a r  o tro s 
p a rtid o s .  S o lo   que  la  R e p ú b lic a   los  sa q u e   del 
E stad o   y  los  p o n g a   en  su  s itio ,  o  co m o   d iría 
Aristóteles,  en  su  lugar propio,  es  decir,  en  el  se­
no  de  la sociedad  política.

fe d e ra r.  Y 

Por  prim era  vez  en  la  historia  europea,  la 
República  Constitucional  se  presenta  como 
alternativa  a  la  Monarquía  Parlamentaria y a 
la  Partitocracia.  Esta  nueva  idea  republicana es 
tan  atractiva para el  suprem o  interés de  la libertad

política y de  la unidad  nacional,  que  ella misma se 
basta para proponerse com o  único m étodo  pacífi­
co  de  alcanzar  la  dem ocracia form al,  que  evitaría 
la  corrupción  y  m ediocridad  de  la clase  política,  y 
co m o   ú n ica   s o lu c ió n   al  p ro b le m a   s e c e s io n is ta  
creado  por  los  nacionalism os  de  partido.  La  d is ­
yu n tiva   M o n a rq u ía   P a rla m e n ta ria   o  R e p ú b lic a

nes  de  mirar,  oír  o  leer  las  co stum bre s  de  los fa ­
m osos  o  las  a b e rra cio n e s  de  los  in stin to s.  Q ue 
vienen a ser casi  lo mismo.  La política ha devenido 
otro  espectáculo  que añadir a  ios  que  entretienen 
el  ocio  de sociedades  políticas  pasivas.  El  pensa­
m iento  débil  y  “ prêt  a  p o rte r”  de  los  intelectuales 
m odernistas ha creado  la levedad  de la cultura ac­
tu a l,  la  b a n a lid a d  
de  la  p o lític a   y  el 
c re c im ie n to   am o r­
fo  de  las  masas  ur­
banas.
En  e ste   a m b ie n te  
social  de  incu ltura  
política y de  atonía 
moral,  me  sorpren­
d ió   q ue   un  nuevo 
C lu b   R ep u b lica n o  
me  invitara a  presi­
d ir  la  co n m e m o ra ­
ción  del  LXXV  ani­
v e rs a rio   de 
II 
República,  bajo  un 
lema,  la  R ep úb lica  
C o n s titu c io n a l,  a 
cu yo   c o n c e p to   y 
teoría  he  d edicado 
gran  parte de mi vi­
da intelectual.

la 

Si  hace  doce  años 
tu ve   el  h o n o r  de 
ro m p e r  el  ta b ú   de 
la R epública con  la 
presentación de mi 
D iscurso contra to ­
dos  los  nacionalis­
mos,  de signo cen­
tra lis ta ,  fe d e ra l  o 
secesionista,  porque  nadie tiene  legitim idad  para 
usar  la  nación  co m o   ban de ra   p a rtid ista ,  hoy  me 
enorgullece  concretar aquella prom esa de verdad 
y  lib e rta d   p o lítica ,  p ro p o n ie n d o   la  a cció n   c o n s ­
tructiva de  la  III  R epública a to do s  los dem ócratas 
que  nunca creyeron  en  la Transición,  o que se  han 
desengañado  de  las  ilusiones  puestas  en  el  neo- 
franquism o  de  Partidos  republicanos  integrados y 
subvencionados en  el  Estado  m onárquico.
No  repetiré  aquí  mi  teoría  pura de  la  dem ocracia, 
que  no  es  la  creencia angelical  en  la  dem ocracia 
pura,  sino  un  sistem a  institucional  donde  la  liber­
tad  política se  garantiza,  y  la  corrupción  se  evita, 
con  la  se p a ra ció n   de  p o d e re s  en  el  E stad o.  Su 
síntesis  está  expresada  con  fid elida d   en  el  m ani­
fiesto  del  C lub  Republicano  que  nos  ha convoca­
do,  para  pro po ne r a to d o s   los  d em ócratas  espa­
ñoles,  en este  mom ento  de  incertidum bre  política, 
la 
una  R e p ú ­
p a c ífic a  
blica C onstitucional  para defensa de la unidad  na­
cional  de  España y  para  co nq uista r de  una vez  la 
libertad  política.

in s ta u ra c ió n  

de 

La  oportunidad  del  m om ento  es  evidente.
No hay Partido  ni  m edio  informativo que no  prego­
ne  la  necesidad  de  una  reforma constitucional.  La 
C o n stitu ció n   ya  no  es  un  texto  intocable,  ni  sirve 
para satisfacer las am biciones de  los  propios  par­
tid o s  que  la fraguaron.  C ada  Partido  busca su  ta ­
jada.  Desde  la  ridicula  reforma sobre el  sexo  de  la 
C orona,  hasta  el  tratam ien to   de  C ataluñ a  y  País 
V asco  co m o   n a c io n e s   e s ta ta le s ,  p a s a n d o   p o r 
la elim inación  del  ejército  en tanto  que garante de 
las  instituciones  políticas.
Pues  bien,  frente  al  artificial  consenso  de  que  to ­
do  es  n e g ociab le   en  un  te atro   de  paz,  levanto  la 
voz  rep ub lica na   para  afirmar,  con  la  ce rtid u m b re  
de  las verdades  naturales,  que  ni  la  unidad  nacio­
nal  de  España  ni  la  dem ocracia,  por  la  propia  na­
turaleza  histórica o form al  de sus  respectivas  rea-

C o n s titu c io n a l  e q u iva le   hoy  a 
la  d isy u n tiv a  
P a rtic ió n   o  U nid ad   de  España,  es  d e cir. 
P a rtito cra cia   o  D em ocracia.  La  idea  de  p a rtir  la 
nación  sale  de  la am bición  de  repartir el  poder te ­
rrito ria l  e n tre   P a rtid o s  e sta ta le s.  Es  p a ra d ó jic o  
que  el  Estado  m onárquico  subvencione  a  los  par­
tid os que  lo diezman.
Carecería de  sentido  su stituir esta  M onarquía de 
Partidos  por su  hermana gemela,  la R epública de 
P a rtid o s .  ¿ P ara  qué  c a m b ia r  al  Rey  p o r  el 
P re sid en te   de  una  R ep úb lica   Parlam entaria  con 
m en os  p o d e r  q ue   el  V ic e p re s id e n te   de  los 
Estados  Unidos?
La  M onarquía  española  cum ple  la  misma función 
oligárquica que todas  las  Repúblicas  parlam enta­
rias.  Tan  co rro m p id a s  com o  ella,  p orq u e   no  son 
representativas  de  la so cie da d   civil,  a  causa  del 
sistema electoral,  ni  sistemas políticos adecuados 
a  la  n e ce sid a d   de  un  s ó lid o   p o d e r  e je c u tiv o   en 
una  civilización  globa liza d a   por  la  econom ía y  la 
técnica.
El  o b s tá c u lo   que  se  o p o n e   a  la  R e p ú b lic a  
C onstitucional  no está en  el  ejército,  la  Iglesia o  la 
burguesía  em presarial.  Sus  enem igos  son,  com o 
al  final  de  la  D ictadura,  los  m edios  de  co m u nica ­
ción y  los  grupos  políticos sindicados  en  el  poder 
del  E stado.  Pero  el  p rin cip a l  adversario  de  la  III 
R epública  no  es  hoy  el  partido  heredero  del  fran­
quismo,  sino  el  PSOE.  Una sigla oportunista  que, 
p o r  su  p ro p ia  
la 
id io s in c ra s ia , 
M onarquía,  cuando  la vea  en  tran ce   de  perecer, 
para  e nca be zar  la  R e p ú b lica   y  co rro m p e rla .  Su 
esnobism o de  nuevo  rico se  codea y pavonea con 
la  riqueza apàtrida,  com o  los  lacayos  dom ésticos 
con  los grandes aristócratas del  XVIII.
La plutocracia encuentra en  las oligocracias políti­
cas el  instrumento  para la continuidad de su seño­
río  del  m undo,  m ediante  guerras,  explotación  sui­
cida  de  los  recursos,  aranceles,  armamento,  arte­
fa cto s  inform áticos,  modas  extravagantes y  pasio­

tra ic io n a rá  

A.G. T revijano.  Segundo  Discurso  de  la República

13

lid a d e s ,  son  s u s c e p tib le s   de  n e g o c ia c ió n .  La 
Nación  no  puede a cordar dejar de serlo.  Y dem o­
cracia,  sin  adjetivos,  solo  hay  una.  O  existen  e lec­
ciones  para  designar,  de  m odo  d ire cto   y  separa­
do,  a  los  rep re sen ta ntes  de  los  ciud ad an o s  y  al 
Presidente  de  la  República,  o  no  existe  dem ocra­
cia.  Es  e s c a n d a lo s o   q ue   en  E u ro p a   el  P a rtid o  
que  gobierna,  es  decir,  el  que  e je c u ta   las  leyes, 
tam bién las haga en  los Parlamentos.  La sola exis­
te n c ia   de  un  b a n co   azul  p ro d u c e   la  s u b o rd in a ­
ción  del  poder  legislativo  a  los  agentes  e conóm i­
co s y  m ediáticos  que  inspiran  la  iniciativa  legisla­
tiva  del  p o d e r  e je cu tivo ,  sea  cual  sea  el  p a rtid o  
g o b e rn a n te .  P or  e so   son  to d o s   ig u a le s .  Y  los 
A lto s   T ribunales  de  la  Ju sticia   dejarían  de  e sta r 
co rrom pid os  hasta  la  médula,  salvo  excepciones 
individuales,  tan  pro nto   com o  los  p artido s  no  tu ­
vie ra n   el  p o d e r  de  n om b ra r,  p o r  c u o ta s ,  a  su s 
M agistrados.
Las  A u to no m ías  han  d is p a ra d o   el  g asto   p ú b lico  
m ucho  más  allá  de  lo  que  dem andaba  la  d esce n ­
tralizació n   de  la  A d m in istra ció n   y  la  d e s c o n c e n ­
tra ció n   del  p o d e r  e statal.  Ahora,  se  hace  n e ce ­
saria  una  cesión  de  gran  parte  de  las  co m p e te n ­
cias  y  p re s u p u e sto s  a uto n ó m ico s  a fa vor  de  los 
g ra n d e s  m u n icip io s   regionales.  Llam ados  a  ser, 
la 
p o r  e llo , 
R epública y  nuestros  aliados virtuales.
P or  no  se r  una  id e a   m arxista,  la  R e p ú b lic a  
C o n s titu c io n a l  en  España  no  sería  mal  vista   por 
lo s  in te re s e s   e c o n ó m ic o s   o  id e o ló g ic o s   de 
E sta d o s  U nidos.  Y  fre n te   a  la  nece saria   fe d e ra ­
ción  de  los  E stados  E uropeos,  el  fa c to r  re p u b li­
cano  español  sería  un  p od eroso   a cica te   para  su

los  g ra n d e s   b e n e fic ia rio s   de 

re a liz a c ió n .  La  m al  lla m a d a   C o n s titu c ió n   de  la 
Unión  Europea  ha fra ca sa d o   p o r  el  te m o r  de  los 
G o b ie rn o s  a  integrarse  en  un  P oder federal  más 
fu e rte ,  y  m ás  p a trió tic o   en  el  s e n tim ie n to   e uro-

LA  PLUTOCRACIA  ENCUENTRA  EN 
LAS  OLIGOCRACIAS  POLÍTICAS  EL 
INSTRUMENTO  PARA LA CONTINUI­
DAD  DE  SU  SEÑORÍO  DEL  MUNDO, 
MEDIANTE  GUERRAS,  EXPLOTA­
CIÓN  SUICIDA  DE  LOS  RECURSOS, 
ARANCELES,  ARMAMENTO,  ARTE­
INFORMÁTICOS,  MODAS 
FACTOS 
EXTRAVAGANTES  Y  PASIONES  DE 
MIRAR,  OÍR  O  LEER  LAS  COSTUM­
BRES  DE  LOS  FAMOSOS  O  LAS  ABE­
INSTINTOS. 
RRACIONES  DE  LOS 
QUE  VIENEN A SER CASI  LO  MISMO. 
LA  POLÍTICA  HA  DEVENIDO  OTRO 
ESPECTÁCULO  QUE  AÑADIR  A  LOS 
QUE  ENTRETIENEN  EL  OCIO  DE 
SOCIEDADES POLÍTICAS  PASIVAS.  EL 
PENSAMIENTO  DÉBIL  Y  “PRÊT  A 
PORTER”  DE  LOS  INTELECTUALES 
MODERNISTAS HA CREADO LA LEVE­
DAD  DE  LA  CULTURA  ACTUAL,  LA 
BANALIDAD  DE  LA  POLÍTICA  Y  EL 
CRECIMIENTO  AMORFO  DE  LAS 
MASAS  URBANAS.

peo,  que  ellos.  Una  R ep úb lica   C o n stitu cio n a l  en 
España tendría un  rol  p ro tag o nista  en  el  proyecto 
de  unidad  europea.
Pero  donde  principalm ente  se  hace  necesaria  es

en  el  terreno  p re-político  de  la  unidad  de  España 
com o  Nación.  Ni  el  ejército  ni  un  partido  españo­
le ta   pueden  garantizarla  sin  atentar  a  la  libertad 
política ,  y  sin  p ro vo ca r  el  se n tim ie n to   anti-espa- 
ñol  que  a lim en ta   las  a m b icio n e s  fe d e ra le s  o  se ­
c e s io n is ta s   de  los  p a rtid o s   n a c io n a lis ta s .  Toda 
p erson a   c o n o c e d o ra   de  la fu n c ió n   so cia l  de  las 
in s titu cio n e s  política s  sabe  cual  es  la  solu ción   a 
este grave problem a.  Pero ni  un  solo partido tiene 
la  generosidad  de  proponerla.  Pues  esa  solución 
es  in c o m p a tib le   co n   el  m a n te n im ie n to   de  la 
Partitocracia.
Se  tra ta   de  una  so lución  institucional  que  no  ne­
c e s ita   re p rim ir  las  a sp ira cio n e s  a uto nó m ica s,  ni 
restringir  la  libertad  de  asociación  en  partidos  in- 
dependentistas.  Una  solución  que,  sin  terrorism o 
de  E s ta d o   ni  p ro p a g a n d a   e s p a ñ o lis ta ,  d e ja rá  
tra n s c u rrir  p o r  c a u c e s   p a c ífic o s   la  lib e rta d   de 
a sociación  política  y  de  expresión  cultural  de  los 
sentim ientos  particularistas,  incluso  separatistas. 
Una  so lu ción   que,  sin  fó rm u la s  federales,  e q u ili­
b ra   la  te n d e n c ia   d is g re g a d o ra   de  lo s  p o d e re s  
A u to n ó m ic o s   co n   la  te n d e n c ia   ¡n te g ra d o ra   del 
p o d e r  e je cu tivo   del  E stado.  Se  tra ta   de  co rre g ir 
el  e rro r  d o c trin a rio   de  la  R e v o lu c ió n   fra n c e s a , 
c u a n d o   o to rg ó   a  la  C o n v e n c ió n   la  fa c u lta d   de 
la  p rim e ra  
n o m b ra r  el  p o d e r  e je c u tiv o   d e  
R e p ú b lic a .  S e  tra ta   de  s u s titu ir   a  L o cke   p o r 
M ontesquieu.  R ousseau  no  es  hoy  el  problem a. 
Pero  lo  sigu e   sie n d o   el  a rtific io   re tó ric o   cre a d o  
por el  abate  Sieyès.
M e  refiero,  como ya  habrán  adivinado,  a  la 
solución  que encontraron  los fundadores de 
Estados  Unidos,  cuando fracasó su  primera

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14

A.G. T revijano.  Segundo Discurso  de  la República

Constitución  Parlamentaria.  A  p a rtir  de 
T o c q u e v ille ,  se  s a b e   q ue   el  é xito   de  la  nueva 
C onstitución  no se deb ió  a la fórm ula federal,  casi 
idéntica a  la confederal fracasada,  sino a  la nueva 
institución  de un  Presidente de la R epública elegi­
do  por sufragio  universal  de  los ciudadanos de to ­
d o s   los  E stad os  fe d e ra d o s.  El  p a trio tis m o   de  la 
nueva  n a c ió n   no  n a ció   en  su  g u e rra   de 
Independencia.  Lo  prueba el  hecho  de  que fuera 
un  inglés,  recién  llegado,  Tom  Paine,  quien  tuvo 
que  definir el  patriotism o  am ericano.  La  idea y  el 
se n tim ie n to   de  la  unida d   de  la  p a tria   en  E E U U , 
contra  el  fuerte  patriotism o  en  cada  Estado  fe d e ­
rado,  nació y creció  con  el  Presidencialismo.
Un  Presidente  de  la  R epública  Española,  elegido 
p o r  s u fra g io   d ire c to   de  to d o s   lo s  e sp a ñ o le s,  o 
sea,  de  catalanes,  vascos,  gallegos,  canarios,  an­
daluces,  castellanos y  dem ás  com unidades  a utó­
nom as,  p ro d u ciría   en  España  los  m ism o  e fe cto s 
integradores y  p atriótico s  que  en  Estado  Unidos. 
Adem ás  de  asegurar  institucionalm ente  la  d em o­
cracia form al  y  de  evitar  la  corrupción  de  la  clase 
p o lític a ,  m e d ia n te   la  s e p a ra c ió n   de  p o d e re s , 
la  in s titu c ió n   p re s id e n c ia l  d a ría   lugar,  en  m uy

FIEL  A 

PERMANECER 

UN  VERDADERO  REPUBLICANO  HA 
DE 
LA 
REPÚBLICA  HASTA  EL  FINAL  DE  SUS 
DÍAS,  CUALQUIERA QUE  SEA LA VEN­
TAJA QUE LE OFREZCA EL CONSENSO 
MONÁRQUICO  DE  LA  DESLEALTAD. 
LOS  PROMOTORES  DE  LA REPÚBLICA 
CONSTITUCIONAL  HAN  DE  SER 
INTRANSIGENTES  RESPECTO  DE  LOS 
PRINCIPIOS  ÉTICOS  Y  POLÍTICOS 
QUE  LA  FUNDAMENTAN.  SÓLO  ASÍ 
PODRÁN  SUPERAR  LA  OLEADA  DE 
OPORTUNISMO  QUE  TRATARÁ  DE 
LA
AHOGARLOS 
MONARQUÍA NOS  ENSEÑE  SUS  CUAR­
TOS  TRASEROS.  POR  MI  DILATADA  E 
INTENSA  EXPERIENCIA  ME  PERMITI­
RÉIS  DAROS  ESTE  SENCILLO  CONSE­
JO.  PARTICIPAD  EN  LA ACCIÓN  REPU­
BLICANA  PARA TENER  LA  FELICIDAD 
DE  MIRAR  LUEGO  AL  PASADO  SIN 
ARREPENTIROS  DE  HABER  SIDO  TAN 
FIELES  A  LA  REPÚBLICA,  COMO  A 
INTERESES  FAMILIARES. 
VUESTROS 
ESA  SERÁ,  AMIGOS,  VUESTRA  GRAN­
DEZA PERSONAL.

CUANDO 

p o c o   tie m p o ,  a  la  p re p o n d e ra n c ia   d el  s e n ti­
m iento  unitario español,  sobre los sentim ientos lo­
c a le s.  Y  el  te rro ris m o   s e p a ra tis ta   se  d e s v a n e ­
ce ría   en  el  vacío,  al  q u e d a r  p riva d o   de  su  base 
sentim ental.
Se  conoce  la solución,  sabem os  cual  es  el  m odo 
de  llegar a la dem ocracia política y a  la  preponde­
rancia de  la  unidad  nacional,  sin  necesidad  de  re­
prim ir  los  nacionalism os  ind ep en d en tistas.  Pero 
e sta   s o lu ció n   es  in co m p a tib le   con  la  M onarquía 
en  un  E stado  de  P artidos.  M ientras  haya  m onar­
quismo,  parlam entarism o y  partidos  estatales,  ha­
brá oligarquía,  corrupción  y separatism o.  La  única 
solución  está en  la  instauración  de  una  República 
C o n s titu c io n a l.  P re fig u re m o s  la  d e m o c ra c ia   de 
una R epública presidencialista,  divulgando su fun­
ción  unitaria del  sentim iento  español y su  trascen­
dencia garantista de  la  libertad  política.
He  de  llamar  la  atención  sobre  la  decisiva  im p or­
ta n c ia   q ue   te n d rá   en  la  c o n fig u ra c ió n   de  la 
R epública  C onstitucional,  una cuestión  de  morali­
dad social  previa a la política.  Me refiero a la nece­
sidad  de  regeneración  de  la  lealtad  en  las  relacio­
nes  civile s  de  los  e spañoles.  U na  lea ltad   que  la 
D ictadura  desarraigó  de  la  sociedad  para  edificar 
un  prim er Estado de vengadores y conversos.  Una

le a lta d   en  las  re la c io n e s   p e rs o n a le s   q ue   la 
Transición  sa crificó   al  superior valor de  la traición 
en  un  c o le c tiv o   de  tra id o re s .  El  fra c a s o   de  la 
Transición,  convoca hoy a los  leales.

La  deslealtad  ha sido el  motor y el  paradig­
ma de la Transición. Paradigm áticas y co n ta g io ­
sas  han  sido  las  tra icio n e s  del  Rey  a  su  padre,  a 
los  p rincipios  del  M ovim iento y a sus  am igos  pro­
m oto res  del  23  F.  La  de  Suárez  a  la  Falange.  La 
de  Fraga y tantos otros franquistas a sus juram en­
to s   de  re p re s o re s .  La  de  F elipe  G o nzá lez  a  los 
p o s tu la d o s   s o c ia ld e m ó c ra ta s   que  le  llevaron  al 
G o b ie rn o .  La  de  S a n tia g o   C a rrillo   a  los  ide ale s 
que  le  dieron  personalidad  política.  La de  los  nue­
vos cargos  públicos a sus d iscretas esposas y an­
tig uo s  amigos.  La de  los  intelectuales y  artistas  a 
sus  cre d o s  o  vocaciones.  Y  lo  peor  de  to da s  es­
ta s  d e sle a lta d e s  no  es  la  crue ld a d   de  la  ruptura 
con  el  m undo  de  los  a fe cto s  anteriores.  Lo  peor 
es que tan  brutal  incoherencia moral  haya sido en­
señada,  en  los  m edios  inform ativos  y  en  las  uni­
ve rs id a d e s ,c o m o   la  p rincipal  virtud  política   de  la 
TransiciórçS à clave del  m ilagro  español.
Un verdadero  republicano  ha de perm anecer fiel a 
la  R epública  hasta  el  final  de  sus  días,  cualquiera 
que  sea  la ventaja que  le  ofrezca el  consenso  m o­
nárqu ico   de  la  d eslea ltad .  Los  p ro m o to re s  de  la 
R epública  C on stitu cio na l  han  de  ser  intransigen­
te s  re s p e c to   de  los  p rin c ip io s   é tic o s   y  p o lític o s  
que  la fu nd a m e n ta n .  S ó lo   así  pod rá n   su p e ra r  la 
oleada  de  o po rtu n ism o   que  tratará   de  ahogarlos 
cuando  la  M onarquía  nos  enseñe  sus  cuartos  tra ­
seros.  Por  mi  d ila ta d a   e  in te n sa   e xp e rie n cia   me 
perm itiréis  daros  este  sencillo  consejo.  Participad 
en  la acción  republicana  para tener la felicidad  de 
m irar luego al  pasado sin arrepentiros de  haber si­
do tan fieles a  la  República, com o a vuestros  inte­
reses fam iliares.  Esa será,  am igos,  vuestra  g ra n ­
deza personal.
En  la  obra  de  arte,  no  es  el  tam año  sino  la expre­
sión  e sté tica   lo  que  la  hace  grande.  Igual  ocurre 
con  los  actos  creadores.  La reducción  de este fo ­
ro se agranda con  la grandeza de su  expresión  re­
publicana.  Pasados  los  sueños,  ha  llegado  el  m o­
m ento  de  la  a cció n   para  las  almas  nobles  y fu e r­
tes.  Pero  solo  el  a rtista   hace  cam ino  al  andar.  En 
la  realización  política   solo  se  avanza  si,  y  solo  si, 
se  and a   e n ca m in a d o .  M is  in ic ia tiv a s   de  a c c ió n  
contra la D ictadura obedecían a la estrategia de la 
ru p tu ra   d e m o crá tica .  F racasada  e sta   e stra te g ia  
por la traición  de  los  partidos,  el  consenso  monár­
q uico  me  desterró  al  exilio  interior.  Y  gracias a es­
te   retraim iento,  pude  cre a r  la te oría   de  la  d e m o ­
cracia form al y de  la república constitucional,  con­
tra   la  cultura  política  dom inante  en  Europa,  to d a ­
vía  d e p e n d ie n te   de  aqu el  17  de ju n io   de  1 7 89 , 
q ue   llam ó  A s a m b le a   N a c io n a l,  y  no  A s a m b le a  
Popular com o  propuso  M irabeau,  a  la  reunión  de 
los  tres  órdenes,  cuando  la  N ación  aún  no  había 
s id o   a lu m b ra d a ,  ni  d e s c a b e z a d o   el  Rey  q ue   la 
encarnaba.
C on  este  arm am ento  intelectua l  pude  rom pe r  el 
tabú  republicano  en  la  presentación  del  D iscurso 
de  la  R e p ú b lic a .  A h o ra   vu elvo   a  la  a c c ió n   para 
prom over,  co ntra   la  P a rtitocracia  y  la  M onarquía, 
la  restauración  nacional  de  España y  la  c o n s titu ­
ción  de  la dem ocracia política,  m ediante  la instau­
ración  de  la  R epública C onstitucional.
No  p u e d o   te rm in a r  e ste   a c to   de  esperanza,  sin 
com prom eter  mi  palabra  con  un  breve  d ia gn ósti­
co  sobre  el  tem a  que  o cupa  la  atención  del  m un­
do,  salvo  al  parque  de  bom beros  que  daría alto  al 
fu e g o   en  un  s u p u e sto   in ce n d io   vasco.  C om o   lo 
advirtió  M aquiavelo,  la  clave  del  progreso  no  está 
en  la  Paz  sino  en  la  Libertad.  El  terrorism o  no  es 
esa  guerra  unilateral  que  inventan  los  adversarios 
de  la  paz.  Los  Bush,  B lair y Aznar de  las  Azores. 
Un  final  del  terror,  n eg ociad o   por  los  te rro rista s 
con  el  G obierno,  no  anuncia el  fin  de  un  conflicto

la  v iv e n c ia   de 

bélico  inexistente,  ni  presagia  una  repetición  de  la 
o p e re ta   ro m á n tic a   del  E s ta tu to   n a cio n a l  de 
C ataluña.  Lo  que  se  proyecta  es  una  am putación 
orgánica  de  la  libertad  constituyente  de to do s  los 
españoles.
La  su m a   de  d o s   d e b ilid a d e s , 
las  que  ETA  y  el 
Estado  m onárquico  se  atribuyen  mutuamente,  só­
lo  augura  la  p re ca rie d a d   de  la  n e g o cia ció n .  Las 
v íc tim a s   d el  te rro r  d e b e n   s e r  c o m p a d e c id a s   y 
asistidas,  pero  no  seguidas  en  sus  indignadas  in­
trom ision es  en  la  política.  D ecía Juvenal  que  “ en 
d efecto  de  genio,  solo  la  indignación  hace  el  ver­
so ”.  Sin  genio y  sin  indignación,  la flaqueza espa­
ñola del  gobierno  no  hará verso épico  con  las mu­
letillas del  hacha etarra. Veremos si  lo  hace elegia­
co  de  la desgracia terrorista o  de  la muerte  agóni­
ca del  Estado español.
los  fu n d a d o re s   d el  C lu b  
En 
Republicano,  en  la historia cultural del Ateneo,  en 
la  biografía de to do s  los asistentes a este acto,  in­
cluso   en  la  de  los  que  discrepen  de  mis  tesis,  se 
integrará el  orgullo de  haber participado  en  la cre­
ación  del  punto  de  orientación  y  la senda  política, 
p o r  d on de   podrán  d is c u rrir  las  a c cio n e s  d is p e r­
sas  del  p lu ra lism o   id e o ló g ic o ,  h a sta   c o n v e rg e r 
en 
fu tu ra   R e p ú b lic a  
C o n s titu c io n a l.  A q u í  s o lo   hem os  d is e ñ á d o   su 
cauce.
Declaro,  para terminar,  mi  eterna  gratitud  a  los  vi­
vos  que  participen  en  la  realización  p ráctica de  la 
R e p ú b lica   C o n s titu c io n a l.  D ebem os  responder, 
con  in te lig e n c ia   y  c a rá c te r,  a  la  c ris is   de  e sta  
M onarquía  de  P artidos.  A  la  que  d en un cio   com o 
proyección fascista de  Estado  Parcial.  Por mi  par­
te, to d o s saben  que siem pre  haré un  poco  más de 
lo  que  un  hom bre  co n se cu e n te   pueda  hacer  por 
la  R epública  que  alborea.  Un  sistem a  integrador 
de  la  voluntad  política  nacional  en  la  realidad  his­
tó rica  de  España.  Y  única fórm ula política que  ga­
rantiza la libertad  política.
G racias,  am igas y  am igos,  p o r  haber  e scuchado 
con  atención  y  em oción  la voz  de  un  español  re­
publicano.  Es  la voz  del  porvenir  la  que  advoca  la 
R e p ú b lic a   C o n s titu c io n a l.  El  p rim er  paso  no  es 
proclamarla,  sino  convocarla.  Y ese  paso  al  frente 
lo  hemos  dad o ”.

in s ta u ra c ió n   de 

la 

la 

Fotos:  Carlos  Castilla