2001-07-26.LA RAZON.AGT ANALIZA EL DEBATE AUTODETERMINACION VASCA
Publicado: 2001-07-26 · Medio: LA RAZON
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LA RAZÓN JUEVES, 26 - VII - 2001 7 OPINIÓN PASO CAMBIADO AZNAR, IBARRECHE, EL TODO Y LAS PARTES A hora que Aznar e Iba- rreche van a verse las caras en otra versión del duelo a muerte en OK Co- rral, bueno es recordar qué re- presenta cada uno, cuáles son los límites a los que están obli- gados, cuáles las ambiciones que les son permitidas y cuá- les las aventuras o renuncias que pueden concederse. Sólo con ánimo de refres- car la memoria, deberían pen- sar que, como dirigentes polí- ticos insertados en una generación concreta, carecen de derecho alguno para poner en cuestión el patrimonio que gestionan. Ni tie- nen derecho tampoco para hipotecar el que deben dejar en herencia a las generaciones posteriores. Para decirlo en pocas palabras, España no es suya, ni en parte ni en todo, para hacerla o deshacerla a su capricho. Es obvio que a Aznar ni siquiera se le ocu- rriría, pero como algunos de sus consejeros periodísticos se empeñan en impulsarle a la tentación de utilizar la fórmula de «se puede discutir de todo, sin terrorismo», tal vez en al- gún momento pueda caer en la duda. Pero no es cierto. Hay cosas que no se pueden discu- tir, porque no tienen autoridad alguna para hacerlo quienes ahora gobiernan, aunque crean que pueden reinventar, deconstruir o di- namitar el pasado, o jugar a aprendices de brujo con el futuro. En el caso de Ibarreche, por el contrario, ese ejercicio es poco ingenuo. Se basa en la ambición de poder por envidia del Estado. Por eso, si unos aceptan discutir España por s e . n o z a r a l @ s i t n e s j debilidad, los nacionalistas lo hacen por rapiña. De ahí que sea tan falaz la polémica de los «dos nacionalismos» que aparece cuando alguien se per- mite criticar la fiebre secesio- nista que algunos padecen paradójicamente en estos tiempos de globalización. Por- que cuando a alguien se le ocurre denunciar a los nacio- nalismos identitarios, exclu- yentes y casi racistas que han surgido como setas en la Es- paña de la Transición (aunque hicieran sus pi- nitos aprovechando otros momentos de des- concierto del Estado), rápidamente recibe el endoso de ser «nacionalista español». Una vez más es confundir el todo con las partes y los sentimientos con las realidades. De las úl- timas, España no es una cuestión sentimen- tal, sino de inserción en la historia, de hecho político, cuya vulneración sólo es posible a través del conflicto, generalmente bélico. In- dependientemente de cómo se sienta un vas- co, es español, como independientemente de cómo se sienta un español, terminará por ser parte de la Unión Europea, si es que esa rea- lidad política tiene el éxito futuro que ha te- nido España como Nación. A partir de ahí, a Ibarreche le puede gustar el mus, el ciclismo o ser del Alavés. Puede agitar la bandera del equipo que desee, pero la Liga es la Liga. El equipo de Ibarreche no tiene derecho alguno a dinamitar la Institución, porque su legitimi- dad se encuentra en ésta.Y Aznar no puede ni debatirlo sin caer en la indignidad. CONFIDENCIAL Feliz cumpleaños A más de uno le hubiera gustado estar en la lista de invitados al ágape que se celebró la noche del pasado martes en el Palacio de la Moncloa. Son bastantes los que llevaban incluso tiempo dedicando esfuerzos a ganarse el honor de figurar en ella, más bien dilapidándolos, teniendo en cuenta el «sexto sentido» de la anfitriona para detectar amores interesados. Pero, al final, era su fiesta de cumpleaños y estuvieron los que tenían que estar, no muchos, sólo los más íntimos. Unas cincuenta personas entre las que se encontraban los dos vicepresidentes RRooddrriiggoo RRaattoo y MMaarriiaannoo RRaajjooyy,, o el titular de Presidencia, JJuuaann JJoosséé LLuuccaass. En la reducida cuota de «amigos» del partido, también se vio a AArreennaass,, y esposa, saboreando los canapés con los que Ana festejó su día. No faltaron tampoco empresarios, como JJuuaann AAbbeellllóó,, ni intelectuales ni algún que otro personaje del mundo del espectáculo. La esposa del presidente guardó incluso sitio en su fiesta para los más próximos del ámbito de la comunicación y para antiguos colaboradores que mantienen la lealtad pese a no prestar servicios ya para la casa. Se quería algo íntimo, pero divertido, y así fue. Los presentes sólo echaron de menos una cosa: a CCeelliiaa y a su marido. Y es que acudieron contando con que iban a disfrutar del gracejo de la ministra. Pero ¡no se puede tener todo!. Por cierto: ¿qué periodistas asistieron? JJoosséé AA.. SSEENNTTÍÍSS EELL SSUUBBMMAARRIINNOO LAS CARAS DE LA NOTICIA e f E n ó z a R a L n ó z a R a L GGaarrccííaa TTrreevviijjaannoo aannaalliizzaa eell ddeebbaattee ddee llaa aauuttooddeetteerrmmiinnaacciióónn vvaassccaa Antonio García Trevijano analiza hoy en su artículo «No perdáis toda esperanza» el de- bate sobre la autodeterminación vasca y con- cluye que las diferencias de los Gobiernos de Aznar e Ibarreche sólo se limitan a una «cuestión de prioridades» políticas. (Pág. 22) OOlliivveerr:: ««AA llooss ssuussttiittuuttooss nnooss ttooccaa ssaallvvaarr llaa tteemmppoorraaddaa ccoonn ddiiggnniiddaadd»» Miguel Ángel Oliver, que reemplaza en ve- rano a Gabilondo en las mañanas de la SER, declara a LA RAZÓN que «a los que susti- tuimos a los grandes comunicadores nos toca salvar la temporada con dignidad» y elogia la calidad de la radio española. (Pág. 76) PPaalloommaa PPeeddrreerroo:: ««EEssccrriibbiirr tteeaattrroo eess ccoommoo lllleevvaarr uunn ccaabbaalllloo»» La dramaturga Paloma Pedrero, colaborado- ra de LA RAZÓN, dijo en los cursos de ve- rano de la Complutense que «escribir teatro es como llevar un caballo. Tienes que sujetar las riendas, pero debes saber soltarle para que te lleve por caminos desconocidos». (Pág. 29) ACOTACIONES LA «KALE BORROKA» SE AGRAVA L a «kale borro- ka» si- gue producien- do sus efectos en el País Vasco y demostrando además, como se ha visto en Torrevieja (Ali- cante), que ha sido y es cante- ra de terroristas activos. La de- ducción es bien simple en el sentido políti- co de la palabra. Significa todo esto que des- pués de las elecciones vascas del 13 de mayo la situación no se ha modificado lo más mínimo. La impunidad de ese movi- miento independentista y, por supuesto, te- rrorista, permanece. No hay noticias de que el señor Balza, confirmado como consejero de Interior del Gobierno de Vitoria, haya da- do órdenes de efectuar detenciones suscep- tibles de concretarse en cifras dignas de apreciación. El suceso de Torrevieja coincide con los primeros contactos institucionales de Iba- rreche en Madrid después de su «reedición» como «lehendakari». Primero el Rey, y en el plazo de pocos días Aznar, dan con sus au- diencias al jefe del Ejecutivo vasco la medi- da de lo que suele llamarse normalidad ins- titucional. Pero hablar de normalidad en las presentes circunstancias no deja de ser un perfecto sarcasmo. Normalidad y coheren- cia sería que tales entrevistas vinieran acom- pañados por verdaderos síntomas de cola- boración entre Madrid y Vitoria, o por mejor decir, entre Vitoria y Madrid, ya que bien se sabe de dónde debe partir la iniciativa de la lucha contraterrorista en los aspectos que conciernen a lo que dio en llamarse –ahora ya no– terrorismo de baja intensidad. Una intensidad que, como concepto, debería tra- ducirse por entrenamiento para empeños mayores. Las relaciones entre los Gobiernos de Ma- drid y Vitoria son objetivamente malas. Lo primero que trascendió de las elecciones del 13 de mayo fue el propósito nacionalista de acelerar el proceso conducente a forzar un episodio de autodeterminación. Y la res- puesta del Gobierno central, a través de las declaraciones de Mariano Rajoy, vicepresi- dente primero y ministro del Interior, ha sido que tomaría «medidas». Nadie puede igno- rar que esas medidas están prefiguradas en el artículo 155 de la Constitución, pensado para el caso de que una Comunidad Autó- noma atentare gravemente contra el interés general de España y, lógicamente, incum- pliera sus obligaciones constitucionales. El problema radica no sólo en la voluntad política de poner en marcha las presuntas medidas, sino en la manera de articular el procedimiento. Naturalmente, por mucho que se amenace y se amague con plantear la consulta al pueblo vasco, sería absurdo ig- norar sus dificultades técnicas y políticas, salvo que el Gobierno vasco y su partido matriz se volvieran literalmente loco y asu- mieran el riesgo de plantear el gran desafío al Estado español. En tal caso estaríamos an- te un supuesto límite. LLoorreennzzoo CCOONNTTRREERRAASS