1991-11-05.ABC.500 CLAVES TRANSICION.CAMPMANY

Publicado: 1991-11-05 · Medio: ABC

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MARTES 5-11-91

OPINIÓN

ABC/  19

MÁS  SUMISIÓN

cesas  y marginación  presupuesta-
ria de los intereses  nacionales. La
posible  identidad o similitud de  los
intereses  franceses  o  españoles
es  una materia  deseablemente
discutible,  en igualdad  de condi-
ciones.  La táctica  gubernamental
practica el seguimiento  sin contra-
partidas  visibles,  que cobra  unas
proporciones de sumisión  indirecta
si  se recuerdan  las reducciones,
patéticas,  que está  sufriendo  el
presupuesto de defensa.

El almirante  Ángel  Liberal  Lucini
nos  recordaba  días  pasados
(ABC,  28-10-91)  que «hasta  1985,
el  presupuesto  de  defensa  se
mantuvo  algo  por encima  del 10
por  100 del presupuesto  del  Es-
tado y del 2 por 100 del PIB.  Con
estos  valores,  moderados  si se
comparan con los de otros  países
de  la Alianza,  las Fuerzas  Arma-
das  españolas  consiguieron po-
nerse  a un nivel  suficiente  para
ser  tomadas  en consideración por
sus  aliados»  (...) «A partir  de  esa
fecha, el decrecimiento ha sido es-
pectacular.  Las cifras  anteriores
han  pasado  a ser el 5,5 y el 1,4
respectivamente  para  1992.  En
estas  dos últimas  anualidades, in-

cluso  ha ido decreciendo  en valo-
res  absolutos,  aunque  el presu-
puesto  del Estado  ha aumentado
un 20 por 100.»

La crueldad  gráfica de las cifras
subraya  varios  procesos  políticos,
sociales  y diplomáticos,  cuya gra-
vedad  no puede  ocultar  la política
declamatoria  del Gobierno,  no  sin
cierta irresponsabilidad moral.

La  política  presupuestaria gu-
bernamental  reduce,  margina y
concede  una importancia  decre-
ciente  a la  política  de defensa,
cuando  la  diplomacia  guberna-
mental  dice  defender  unos  objeti-
vos  europeos.  Esa contradicción
reduce  la  credibilidad  nacional,
instalando los intereses  nacionales
en  la  estela  de los países que
practican una política presupuesta-
ria  consecuente  con sus objetivos
estratégicos europeos.

Defender  una política de seguri-
dad europea,  reduciendo el 'presu-
puesto  de la defensa  nacional, es
hacerse  una idea  patéticamente
modesta del puesto de España en
Europa, instalándola en la posición
del  sujeto  pasivo  de una historia
que  otros  escriben,  recurriendo a
los argumentos  clásicos en las  re-
laciones  entre  Estados:  las muy
diversas  manifestaciones  de la
proyección exterior de la fuerza.
Juan Pedro QUIÑONERO

ZIGZAG

Consumo
Resulta  cuanto  menos  curiosa
la  postura  de los Ayuntamientos
socialistas  en lo que se refiere a
la  penalización  del consumo de
drogas. Apoyan la ley de Seguri-
dad  Ciudadana  en lo que se  re-
fiere  a este  punto,  y por tanto
son  partidarios  de la penaliza-
ción,  y  rechazan  las mociones
del  Partido  Popular  en esa línea
porque  íntima y formalmente son
contrarios.  Los principales  perju-
dicados  por esta  contradicción
son  los ciudadanos  que ven
cómo se pone en marcha una le-
gislación  sin el  apoyo  moral de
muchas  de las instituciones pú-
blicas  gobernadas  por socialis-
tas.

Guerras  futbolísticas
Lo más apasionante  del fútbol
español  de hoy no es precisa-
mente  la  belleza  y  emoción del
juego,  sino la guerra de sus diri-
gentes  entre  sí o con algún fa-
moso y combativo cronista. El  in-
terés ha huido de los rectángulos
de césped  para refugiarse en  los
despachos  de los directivos, en
las  páginas  de los periódicos  y
en  los micrófonos  de las emiso-
ras  de radio.  Truenan  los presi-
dentes, protestan los arbitros, re-
claman  los socios,  se enzarzan
los  entrenadores,  y  hasta  la Fe-
deración  empuña  el  garrote y
golpea  con insospechada  ener-
gía  sobre  alguna  cabeza

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- Escenas  políticas •

«LA  CLAVE»  500

LA  clave»  de José  Luis

Balbín ha llegado a los
quinientos  programas,  y eso
merece  una enhorabuena no
sólo  para  él, sino
también  para  noso-
tros,  espectadores,
beneficiarios  y go-
z a d o r es  del i n-
vento.  Nació  en la
televisión  pública,
cuando  no  había
otra,  y  allí  vivió y
fue  creciendo  en
fama  y en audien-
cia  hasta  que los
socialistas,  por la
mano  de José Ma-
ría  Calviño,  le die-
ron  el  hachazo  y
acabaron  con el debate pú-
blico  más plural  y  más libre,
mejor  dirigido  también,  de to-
dos  cuantos  se  habían en-
sayado  en la  pequeña  panta-
lla.  Nuestros  socialistas  empe-
zaron  ahí a dar muestras de
no soportar  las críticas, y apli-
caron vetos y censuras  por  las
que  Balbín no transigió. Socia-
lismo es libertad, decían ellos.

No  sólo  la gran  hoguera li-
beral  de Montesquieu.  Fueron
otras  muchas  chispas de liber-
tad  las que nuestros  socialis-
tas  han ido apagando.  En el
campo  de la información  y la
comunicación,  estos  chicos
dejan  atrás  una larga  lista de
cadáveres,  desde  «La clave»
inicial  y  televisada  hasta «El
Independiente»  terminal  e im-
preso.  Su fama,  como  la de
Napoleón,  se alza  sobre una
eminente pirámide de muertos.
Después  de  muchas  sema-
nas de destierro y letargo, «La
clave»  ha vuelto  a las panta-
llas,  pero  para eso hemos ne-
cesitado  que,  ¡por  fin!, se  per-
mitiera  la  vida,  aunque  haya
sido tarde y a regañadientes, a
las  televisiones  privadas. Y
ahora,  cuando  muchos  espa-
ñoles  pueden  enriquecerse de
nuevo  todas  las semanas con
las  opiniones  libérrimas  de  los
tertulianos  de «La clave», da
casi  tanta  risa  como  pena re-
cordar que aquel hachazo con-
tra  la libertad  de opinión  y de
expresión  fue descargado por
un  mindundi,  un fifiriche, un
monigote  o un dominguejo, al
que,  de pronto,  los socialistas
le dieron, poder de horca y  cu-
chillo  y cuyo  nombre  sólo se
escucha  mezclado  entre  los
depredadores de la libertad in-
formativa.  Allá  donde  muere
ahogada  una voz de libertad,
es  posible  encontrar  cerca  a
Calviño,  ese especialista del
oscuro, del siniestro silencio.

En  el  programa  de «La
clave»  que hacía  el  número
500  pude  escuchar  algunas
opiniones  considerables  y di-
versas,  convergen-
tes  o  contradicto-
rias,  según  las  ve-
ces,  a c e r ca  de
diferentes  facetas
de  la transición po-
lítica  española.
Charlaban  allí Ra-
món Tamames,  An-
tonio  García-Trevi-
jano,  Pablo  Sebas-
tián,  José  Mario
Armero,  Antonio de
Senillosa,  y tal vez
algún  otro, y, como
es natural, unas ve-
ces  coincidían  y  otras  veces
discrepaban.  En un determi-
nado  momento  se planteó  el
asunto  que más nos quema a
los  periodistas:  nuestra  liber-
tad.  Nuestra  libertí d para in-
formar y para opirar.  Y se dijo
algo  dramático  y terrible, no
sólo  para  nosotros,  sino  para
todos los ciudadanos y para la
democracia  misma.  Existen
ahora  mismo  periodistas que
se  sienten  menos  libres que
antes,  menos  libres  que hace
unos cuantos años.

No  es el poder  empresarial
sino  el  poder  político  quien
amenaza  en estos  momentos
la libertad de información y de
expresión. Enel  Gobierno, que
administra  en  su  provecho,
descaradamente,  los  medios
públicos,  la televisión,  la radio
y otros  medios  públicos, reside
el  peligro  mayor.  Y en esas
oscuras  operaciones  de dinero
público o parapúblico que incli-
nan medios de comunicación a
la loa oficial, o van derribando
los  últimos  refugios de la inde-
pendencia  informativa.  Y  ade-
más,  las leyes.  Hace  tiempo
que  el poder  político  merodea
a l r e d e d or  de  una ley de
Prensa  encubierta,  diseminada
en  pequeñas  leyes,  disfrazada
en  normas  administrativas
(como la LOT, Ley de Ordena-
ción  de las Telecomunicacio-
nes) o de protección del honor
y la intimidad, que pode y  mu-
tile  una libertad  sin la  cual
cualquier  referencia a la demo-
cracia  resultaría  una engañifa.
Bueno, de momento  podremos
seguir  contemplando  «La
clave»  y  felicitando  a  José
Luis  Balbín.  Pero ya hay algu-
nos  que no pueden  escribir
más que en las paredes.

Jaime  CAMPMANY

ABC (Madrid) - 05/11/1991, Página 19
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