1978-07-01.REPORTER.41.IDEOLOGIA DE LA MODERACION-AGT

Publicado: 1978-07-01 · Medio: REPORTER

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IDEOLOGIA DE LA MODERACION
REPORTER 41. 1 JULIO 1978
ANTONIO GARCÍA-TREVIJANO
España ha ofrecido un modelo bastante original en el modo de pasar de un régimen totalitario y reaccionario a otro régimen político de carácter liberal y moderado. Una de las razones que hace difícil la comprensión del sentido histórico de nuestra actual situación consiste en la falta de referencia con otras situaciones similares en tiempos o lugares diferentes. No podemos compararnos con nadie. Ni siquiera con nuestra propia historia.
Ningún país europeo pudo zafarse de las dictaduras que provocó la reacción fascista y nacionalista sin la ruptura del Estado que las encarnaba. Para lograrlo todos ellos necesitaron el empleo de la violencia armada. En Europa transpirenaica fue un agente exterior, el Ejercito norteamericano, quien aseguró la ruptura de los Estados totalitarios y la restauración de las libertades. Portugal tuvo que recurrir a una sublevación militar para acabar con el régimen salazarista. La peripecia española se distingue a los ojos de todo d mundo porque ha pasado de la dictadura a las libertades sin ruptura en la continuidad del Estado que las suprimió.
La operación de convertir al Estado totalitario en una Monarquía liberal (Restauración) ha sido el fruto de dos factores convergentes: la presión de las potencias occidentales sobre el aparato estatal de la dictadura y la reacción «termidoriana» de las fuerzas democráticas contra la continuidad del terror represivo del Estado.
De estos dos factores, el más original y menos analizado es el segundo. El factor internacional ha estado presente en todas las restauraciones, y carece, por tanto, de originalidad histórica. En cambio, es inédito en la historia de nuestro país, y en la de casi todos los países, que las fuerzas interiores que han sufrido la represión del régimen anterior colaboren para asegurar la continuidad en el poder de sus antiguos verdugos, convertidos en moderados. Un hecho moralmente tan monstruoso no hubiera sido posible sin el triunfo de la ideología de la moderación.
Esta ideología no consagra d valor de los ciudadanos coherentes, y consecuentes con las ideas que siempre han profesado, aunque sean ideas moderadas sino el valor moral de la incoherencia. Se es moderado no por el temple o el carácter con que se defienden ideas moderadas, sino por el desenfado y la desenvoltura con que se abandonan ideas extremistas largo tiempo practicadas. El mérito social corresponde a quienes aprenden a hablar después de haber ladrado, a quienes comienzan a comer después de haber devorado, a quienes se inician a caminar después de haber brincado. Desde un punto de vista moral lo lógico sería respetar a los que siempre han sabido hablar, comer y caminar. Pero eso no sería una novedad. Y la continuidad del Estado totalitario, convertido en Monarquía liberal, necesita aparecer revestida de novedad.
Para esta finalidad no hay mayor novedad que la que produce toda proclamación de autodisidencia. La clase estatal reniega de sí misma, de su pasado. Los secuaces y discípulos de los jefes de antaño ocupan las plazas vacantes en el Estado condenando a sus antiguos maestros. La moderación es, de este modo, la disidencia de un régimen de terror politico. Disidencia de los terroristas y disidencia de las víctimas. El miedo y el deseo de aprovechar la oportunidad de vivir relajados son los aglutinantes de la convergencia en la moderación de todas las clases políticas. Desaparece todo vestigio de oposición. La política se convierte en una fiesta, un espectáculo. Todos son igualmente respetables, admirables. La lucha de clases es asimilada al antiguo régimen de terror. Una cuestión de mal gusto. Algo que se debe olvidar.
El moderado no es un personaje de carne y hueso, sino un arquetipo. El del político sin pasado. El rechazo del pasado, de su pasado, es la antesala que garantiza la entrada en los salones de la sociedad y del poder. La civilización y la inteligencia de cada personaje público se mide por su capacidad de disidencia de sí mismo y de lo que antes representaba.
Todo este cuadro moral tiene un nombre en la historia de los acontecímientos y de las ideas políticas. Se llama "reacción termidoriana". La originalidad del "Thermidor" español, frente al portugués de Mario Soares, y frente al clásico «Thermidor» de la Revolución Francesa, está en que el cansancio de la izquierda no se produce por los excesos revolucionarios (terror rojo), sino por la excesiva duración de un régimen de represión (tenor blanco). Pero las consecuencias sociales de la moral termidoriana son las mismas. Las fuerzas productivas, más ajenas que hostiles al Gobierno, entran en una fase de apatía que modera el descontento popular a la vez que desbroza el camino a otro periodo de orden impuesto. La opinión pública se desentiende de la política. La excentricidad de la moda, el gusto por el erotismo, la pasión del juego y la ambición de dinero no corresponden tanto a una voluntad de hacer de la vida un proyecto voluptuoso, como al mismo sistema de gobierno.
La disolución social, cuando no es consecuencia de una solución distinta que arraiga por su propia capacidad de producción y de creatividad conduce a otro régimen de fuerza. Napoleón es hijo directo de la moderación termidoriana.