1977-08-23.REPORTER.14.IMPROVISACIÓN PREMEDITADA AGT
Publicado: 1977-08-23 · Medio: REPORTER
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IMPROVISACIÓN PREMEDITADA REPORTER 14. 23 AGOSTO 1977 ANTONIO GARCÍA-TREVIJANO El presidente del Gobierno parece dispuesto a juzgar por la superficialidad de los contactos políticos que mantendrá en su próxima visita a distintas capitales europeas a tratar los asuntos de política internacional del mismo modo que suele hacerlo con los de política interior. Ante una oposición embarazada por el temor y por la falta de claridad en sus ideas, las maneras toscas y desenvueltas del presidente le dieron "buenos" resultados. Fulgurante desarme ideológico del movimiento democrático y consolidación en el Estado de la Restauración de la misma clase que detentó el Estado de la Dictadura. El éxito de sus improvisadas negociaciones con la oposición, de antemano rendida sin condiciones, desliza al presidente por la peligrosa senda de la improvisación como método permanente de gobierno. La improvisación en política es siempre necesaria. Ningún plan preestablecido puede prever todos los detalles y sobre todo las modificaciones que la ejecución misma del plan provoca en las circunstancias previstas. Pero una cosa es improvisación que la intuición añade a las ideas extraídas de un análisis riguroso de la realidad, y otra cosa muy distinta la suplantación del análisis y de la idea por la improvisación premeditada. En el plano de la política interior esta riega confianza del señor Suárez en su "buena estrella" no está justificada. Si bien es cierto que su intuición acertó al detectar la falta de vigor y de solidaridad de la oposición organizada respecto a las condiciones que verbalmente exigía para tomar parte en las elecciones, también lo es que se equivocó estrepitosamente en sus intuiciones electorales. En el plano de la política internacional la confianza en su capacidad de improvisación puede resultar catastrófica para España. Es evidente que este repentino viaje del presidente, a los pocos días de la presentación oficial en Bruselas de nuestra solicitud de ingreso en el Mercado Común, y con tan escasos minutos dedicados a unas audiencias que no han sido preparadas con la antelación que exige el estudio de los complejos problemas planteados por nuestra solicitud, no está motivado por razones de política internacional sino por preocupaciones domésticas: presentar a su partido en las próximas elecciones con la imagen de marca europea que en las anteriores tuvo el PSOE. Ante los gobiernos de Europa occidental la exposición negociadora del presidente Suárez es exactamente la inversa de la que tuvo frente a la oposición interior. El embarazo y la falta de ideas están de su lado. Los laterales apretones de manos, las sonrisas ladeadas a diestra y siniestra, y los recibimientos protocolarios, no disimularán el hecho de que es la España de la Restauración, y no este anecdótico presidente, la que acude acomplejada, sin fuerza propia ni prestigio, a una Europa mercantilizada, que aprovechará nuestra debilidad política para meternos en el redil económico de "sus" intereses agrícolas e industriales. España necesita ingresar en las comunidades europeas para asegurar el desarrollo de sus propias capacidades productivas. Pero nuestros intereses económicos y culturales, y la misma personalidad política de España, quedarán mutilados si no se acude a la negociación como advertí en mi libro "La alternativa democrática", con una actitud precavida y consciente. Precavidos de que a los gobiernos de Europa occidental y, en menor medida, a los órganos de las comunidades, les preocupa más el reparto del mercado de consumo español y la utilización de nuestra mano de obra como ejército de reserva de la expansión industrial de Europa, que la complementariedad productiva de nuestra capacidad agrícola e industrial en el mercado europeo. Conscientes de que, tal como hoy está concebida, la política europea no puede encauzar el dinamismo democrático, ni el deseo de independencia de los pueblos que no deben su libertad o sus conquistas sociales a la intervención de alguna de las dos potencias vencedoras del totalitarismo germánico. Sin embargo, estas advertencias están ahora fuera de lugar. No porque hayan dejado de ser necesarias, sino porque ya no son suficientes. Lo decisivo en toda negociación es sentirse apoyado en una fuerza propia de convicción. Y justamente de lo que carece el Estado de la Restauración es de una fuerza autónoma, de carácter moral o material, ante Europa. Esta autonomía, tan indispensable a la hora de negociar nuestro ingreso en las comunidades europeas, era inseparable de la ruptura democrática. Por ello, las fuerzas políticas y económicas dominantes en el Mercado Común han hecho todo lo posible para que no se consumara la larga marcha hacia la libertad que nuestro pueblo había emprendido. En su lugar nos han impuesto, a través del PSOE, unas libertades restauradas, es decir dependientes de los restauradores, como las libertades europeas dependen de quienes las restauraron militarmente, es decir, de los norteamericanos. De este modo colocados en una misma y mediocre especie de libertad, es la fuerza material de orden económico la que predetermina nuestra situación de "filialismo" ante Europa. El presidente Suárez, que cuenta con el apoyo norteamericano, va sin embargo a los países europeos para disputarle al PSOE su particular zona de protección. Estos celos provincianos pueden evitar un serio revés a nuestra economía. Es cierto que las comunidades europeas han nacido bajo la hegemonía del atlantismo. Pero también lo es que el capitalismo industrial y comerciante de Europa está en contradicción con los intereses objetivos del atlantismo. Desde este punto de vista, y a la hora de una negociación egoísta, es inteligente acudir a ella con un reparto de papeles. Suárez, apoyándose en el capitalismo americano. Felipe González, haciéndolo en el capitalismo europeo. Lo cual, si bien es lo mismo para las cuestiones decisivas, no deja de abrir unas posibilidades tácticas nada despreciables para conseguir ventajas inmediatas. Esta maniobra será imposible si el presidente Suárez intenta ocupar en Europa el lugar del PSOE, como lo está intentando en España. Y como en cualquier caso es un lugar de servidumbre, si yo tuviera que aconsejar al presidente, hipótesis disparatada porque de mí no pueden salir más que consejos de libertad, le recordaría, mejor dicho, le leería este pensamiento de Voltaire: "Puesto que es necesario servir, pienso que más vale hacerlo bajo un león de buena estirpe, y que ha nacido mucho más fuerte que yo, que bajo doscientas ratas de mi especie."