1977-08-16.REPORTER.13.EQUILIBRIO Y EQUILIBRISMO POLÍTICO AGT
Publicado: 1977-08-16 · Medio: REPORTER
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EQUILIBRIO Y EQUILIBRISMO POLÍTICO REPORTER 13. 16 AGOSTO 1977 ANTONIO GARCÍA-TREVIJANO El jefe del PSOE, como le llaman los propios burócratas de esta máquina electoral, acaba de hacer unas declaraciones, en la inauguración de una escuela de cuadros pidiendo respeto para su partido. Fundamenta esta petición dos consideraciones. Una, que el PSOE ha conseguido un equilibrio de fuerza con el partido del poder. Otra, que este equilibrio puede ser roto, en favor del PSOE, con las elecciones municipales. En las referencias que ha publicado la prensa no se especifica qué sectores sociales o a qué formaciones políticas se dirige en demanda de respeto. Pero, a juzgar por la deferencia y el casi apoyo que la derecha le brinda, es fácil deducir que estas declaraciones van dirigidas a los partidos situados a la izquierda del PSOE y, en general, a todos los ciudadanos interesados en el triunfo de la democracia. Resulta, por de pronto, bastante anómalo que un líder socialista pida respeto a una organización o a unas personas y no a unas ideas, a un programa o a una estrategia determinadas. Este tipo de relación entre los dirigentes y los dirigidos ya lo hemos experimentado durante cuarenta años. El acatamiento y el cheque en blanco a un partido y a un jefe eran lo típico del fascismo. Mucho tendremos que esforzarnos para eliminar los resabios y residuos que estas prácticas alineantes de la conciencia ciudadana han dejado incluso en las organizaciones democráticas. Pero lo más pernicioso de las declaraciones del primer secretario del PSOE no está en el aspecto carismático de la respetabilidad que solicita, sino en la frivolidad y ligereza con las que formula los análisis en que funda su pretensión. Ni el PSOE ha conseguido, con las elecciones, librar la relación de fuerza entre el poder y la oposición, ni el equilibrio existente puede ser roto, en favor de la oposición democrática, con unas elecciones municipales celebradas en el contexto político actual. Es cierto que los votos contabilizados por el PSOE igualan sensiblemente a los obtenidos por la Unión de Centro Democrático. Pero, en política, la noción de equilibrio no expresa un concepto mecánico y cuantitativo de igualdad de fuerzas contrarias, sino un concepto dialéctico y cualitativo de estabilidad en la relación de dominio que constituye el poder. Las situaciones políticas están equilibradas no porque las fuerzas políticas opuestas sean iguales, sino porque la relación de dominio de clase es estable. A distintos grados de estabilidad, corresponden diferentes modos de equilibrio. El inmovilismo de las tres primeras décadas de la dictadura se basó en la más estable de las situaciones. Aquella en la que el adversario de la clase que constituye el Estado está ausente del campo político. La aniquilación bélica del movimiento obrero y de todas las organizaciones democráticas dio un equilibrio inmóvil y estático a la Dictadura. El Estado adquiere en esas situaciones la estabilidad del fósil. Pero a medida que la libertad de acción y de organización va ganando terreno en los sectores sociales dominados, el equilibrio de la situación de poder se hace más y más inestable. Llega un momento en el que la clase tradicionalmente dominante pierde la capacidad de dirigir al conjunto de la sociedad, sin que esta capacidad la ganen todavía los grupos sociales dominados. Se produce una situación de equilibrio particularmente inestable, que Gramsci calificó de "catastrófico", en el que las clases opuestas se disuaden mutuamente de un enfrentamiento suicida que las aniquilaría a ambas. Este equilibrio inestable, excluida por hipótesis la solución revolucionaria y el golpe reaccionario, tiene dos posibles salidas estabilizadoras: la democrática y la liberal. En la primera, la clase monopolizadora del poder estatal acepta la pérdida de su dominio político a cambio de la conservación de su predominio económico. En la segunda, la clase política dominada acepta la conservación del poder político y del predominio económico por parte de la clase estatal que los detenta, a cambio de compartir con ella, en una posición subordinada, las tareas legislativas en el Estado y el poder ideológico en la sociedad. Pues bien, entre estas dos posibilidades estabilizadoras de la crisis política, el PSOE ha elegido, y tras él todo el resto de la oposición organizada, la salida liberal. El equilibrio liberal. Ha sido la oposición, encabezada por el PSOE, quien ha estabilizado un nuevo equilibrio en la relación de poder institucionalizado, en beneficio del capital financiero y en perjuicio de las clases industriales. Por tratarse de un nuevo tipo de equilibrio de poder, que podemos llamar institucional, un hipotético triunfo del PSOE en las próximas elecciones municipales y, más aún, en las siguientes elecciones legislativas, no desplazará un ápice el centro da gravedad del poder estatal, que continuará residiendo en el capital financiero. El PSOE está en su derecho de pedir respeto a los banqueros y a las clases tecnoburocráticas del franquismo que controlan hoy el Estado de la Restauración y el estado de la opinión diaria Tampoco es discutible la legitimidad de su pretensión de administrar con lealtad, desde el Gobierno, el Estado del capital financiero. Es un honor que se ha ganado. Lo que el PSOE no puede esperar, a no ser que cambie de dirección política, es el respeto de los demócratas, ni el de los empresarios y obreros conscientes de su porvenir, y que, por ello, no han renunciado a la transformación democrática del poder estatal mediante una inversión de la hegemonía política y económica en favor del capital industrial, a la que se subordine el capital financiero. Entonces, sólo entonces, será posible la democracia en España, y, con ella, una verdadera superación de la crisis económica a base de inversión, productividad y trabajo. Y puesto que se nos habla de equilibrio político, conviene recordar a la opinión dotada de conciencia crítica, aunque sea hoy tan minoritaria, la diferencia radical que distingue a la política equilibrada, que no se separa en su acción del centro de gravedad de unos ideales realizables, de aquella política equilibrista, que vive en el permanente espectáculo de la exhibición de la destreza de sus actores para danzar y hacer piruetas sin cuento en la cuerda floja del oportunismo. Espectáculo, por otra parte, de corta duración, ya que no depende de la voluntad del artista, sino de interés que tenga su empresario, a la sazón el capital financiero, en darle cuerda. Y el interés durará mientras la cuerda no se desgaste ante la vista de los empresarios, a la derecha, y de los trabajadores, a la izquierda. Que son las víctimas del ilusionismo que ha conducido a la restauración política de las clases moral y materialmente especulativas.