1997-03-11.ELMUNDO.101 DÁLMATAS UMBRAL
Publicado: 1997-03-11 · Medio: ELMUNDO
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101 DÁLMATAS EL MUNDO. 11-03-1997 FRANCISCO UMBRAL http://fundacionfranciscoumbral.es/articulo.php?id=346 Como tenemos escrito aquí, y aprovechando el título de moda, los partidos políticos van a consistir pronto en 101 dálmatas. Es decir, cien sumisos con pintas y Uno que será el que piense y decida. Con este porvenir, no es extraño que los carnets sean cada día menos. La gente vota o no vota, pero afiliarse, ya no se afilia casi nadie. La realidad de un partido político, hoy, en Europa y mayormente en España, es que suele tener más jefes y jefecillos que bases. Y esto por la sencilla razón de que sólo se apunta el que le dan un cargo. Mi amigo García-Trevijano se pasa la vida denunciando este sistema partitocrático que se ha quedado antiquité como una cornucopia de los tiempos de Jovellanos. Uno ha creído siempre en la necesidad democrática de los partidos, aunque nunca he militado, salvo como compañero de viaje y tonto útil, y me parece que el sistema de partidos era la forma más racional y eficaz de articular la democracia. En realidad lo sigo creyendo (más que en la democracia asamblearia, por ejemplo), pero la verdad es que los partidos se van muriendo, en Europa, como consecuencia de tres enfermedades: la corrupción, la manipulación ideológica y la financiación. Tres enfermedades, por supuesto, que también son muy españolas. Nuestro Gran Dálmata va a ser Felipe González. Los afiliados (al PSOE, al PP, a cualquier cosa) comprueban que cada día se cuenta menos con ellos, y cuando tres o cuatro se reúnen para formar una corriente alterna, pero respetuosa, son marginados, expulsados o sometidos al ojo crítico. Dentro de un partido moderno todos tienen que fumar el mismo tabaco. De modo que hay muchos que se están quitando del vicio: y no digo sólo del vicio de fumar. Los que quedan en el PSOE son cada día más monolíticos, al menos a la hora de hacer la instrucción, porque muchos se plantean la sustitución de Felipe González, pero sólo a la hora de rezar sus oraciones. Luego, en Ferraz, vuelven a ser 101 dálmatas. En el PP es igual o quizá peor, ya que Aznar suple personalidad con autoridad y controla hasta los ceniceros. Un partido monolítico no es un partido, porque los monolitos no piensan. Lo que pasa es que a los grandes líderes ya no les interesa su propio partido, salvo cuando hay que poner en marcha la carreta electoral, para que se vayan engrasando los ejes. Hoy el político sabe que el mejor partido es la televisión, el mejor afiliado. El periódico afín difunde ideología o «mera mecanografía», que diría Truman Capote, y, mientras, la televisión afín difunde imagen. Con eso es con lo que se gobierna, más los banqueros asimismo afines, de modo que el gran albondigón ya rueda solo y el hombre de la base, con el carnet entre pecho y bronquitis, ya no pinta nada, es un decimal humano, puro quebranto de moneda. ¿Fallecen, entonces, los partidos políticos? No es necesario, porque prácticamente están muertos. Ya ni siquiera eligen al jefe. A Aznar lo puso Fraga y a Felipe lo puso Willy Brandt. Pero los partidos convienen geométricamente, estéticamente, diríamos, porque son bloques de disciplina que hacen bonito y nos dan una democracia geométrica. Un carnet gratifica mucho. Lo único que tienen que hacer es no pensar. Todo está ya pensado previamente por el jefe, que tiene su equipo de pensadores, con frecuencia ajenos al partido. ¿101 dálmatas? Sólo les falta Cruella de Vil. Pero Cruella de Vil es el Bundesbank, que protege y fustiga, o sea.