1977-07-19.REPORTER.09.VAMOS A GOBERNAR AGT

Publicado: 1977-07-19 · Medio: REPORTER

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VAMOS A GOBERNAR
REPORTER 9. 19 JULIO 1977 
ANTONIO GARCÍA-TREVIJANO
Pocas veces se puede asistir al curioso espectáculo de un Gobierno que en su declaración programática manifieste como intención fundamental la de gobernar. Conocíamos el precedente de Clemenceau. Recién nombrado presidente del Gobierno, durante la primera guerra mundial, responde a la pregunta de un periodista británico que el programa de su Gobierno es "hacer la guerra". Esta sorprendente respuesta no era absurda. Francia estaba dominada, militar y políticamente por el "derrotismo". Tampoco es una perogrullada que el Gobierno del presidente Suárez declare ahora, tras un año en el poder, que su intención es la de gobernar. Gobernar es dirigir y no, simplemente, dominar. Desde que Franco entró en su decrepitud mental España está dominada pero no dirigida. Precisamente el objetivo fundamental de la política era el de dotar a las clases dominantes de una fracción dirigente que pudiese gobernar, manteniendo la unidad del mismo bloque franquista en el poder del Estado. Mediante unas elecciones sin libertades previas, y por tanto, sin conciencia ciudadana, este bloque social ha conservado su Estado, es decir, el instrumento de su dominio, y ha dirimido exclusivamente la cuestión del Gobierno, es decir, la cuestión de la clase dirigente. En un análisis escrito un mes antes de las elecciones, y publicado en el número primero de los "Grandes Temas" que la revista "Opinión" ha dedicado a la Banca, dije:
"Era Franco quien realizaba la unidad de las clases sociales dominantes. Ninguna de ellas pudo ser políticamente reinante, pese a función hegemónica del capital financiero privado dentro del bloque en el poder. Desaparecido Franco, se entabla una sórdida lucha por el poder hegemónico, dentro de las clases dominantes. Ante la ausencia de un capital industrial autónomo, que pueda aspirar a la dirección del proceso productivo, fenómeno que explica la ausencia de una organización política de la derecha civilizada (Areilza), sólo dos fuerzas económicas están en condiciones de desempeñar este papel; el capital financiero privado y el capital financiero público. El proyecto económico del primero es la reprivatización de la economía y la autonomía de las leyes del mercado, disminuyendo, y a ser posible, suprimiendo, la injerencia estatal en el proceso productivo... Es el proyecto de la Unión de Centro Democrático... Las elecciones no son banales para quien disputa en ellas la primacía en el bloque franquista en el poder. La Unión de Centro Democrático, representante político del capital financiero privado, busca en el triunfo electoral, asegurado de antemano, la posición hegemónica y reinante... La Reforma política representa, a nivel ideológico, el esfuerzo objetivo de los sectores del capital financiero por recuperar la dirección del proceso productivo. Se comprende la vacilación de los partidos convencionales de la oposición ante el reformismo, y el apoyo descarado de la potencias democráticas occidentales a la política del Gobierno, porque la oposición democrática, hasta ahora, no ha ofrecido una verdadera alternativa capaz de asumir el relevo de la oligarquía bancaria en la dirección del proceso de producción económica".
Nada más natural que la Unión de Centro Democrático, convertida tras las elecciones en clase dirigente, diga ahora desde el Gobierno: "vamos a gobernar". Pero ¿podrá? El nuevo Gobierno es consciente de que con la actual relación de las fuerzas políticas, carece por sí mismo de la capacidad necesaria para dirigir a la nación. Por ello, tiene que procurar un nuevo equilibrio, en esa relación de fuerzas, que le sea más favorable. Y pretende conseguirlo, a juzgar por su declaración programática, a través de dos medidas asociativas típicamente norteamericanas. Un medio de fuerza real y un medio de ilusión ideológica. La asociación de España a la NATO y la asociación de la oposición al poder.
Con la primera medida, el Gobierno establecería una nueva proyección atlantista de la fuerza político-militar, que desempeñaría el mismo papel, respecto a la conservación del Estado actual, que el desarrollado hasta ahora por la ya caducada proyección nacionalista del ejército. La subordinación de nuestras fuerzas armadas a la hegemonía militar del Pentágono expresaría así la verdadera realidad de lo que objetivamente se trata de conseguir con la nueva política económica del Gobierno: nuestra definitiva dependencia de las corporaciones multinacionales norteamericanas. No es ningún azar que este tema de estrategia militar norteamericana se plantee junto con la devaluación del veinticinco por ciento de la peseta, y con el anuncio de la liberación de los tipos de interés bancarios y de la supresión de los circuitos de financiación estatal a las industrias de interés nacional, que eran los temas claves de la estrategia financiera del capital extranjero sobre España.
Con la segunda medida, se importa de los Estados Unidos la ideología "funcionalista" del poder político, para seguir ocultando la naturaleza "clasista" del Estado, haciendo creer a la opinión pública que la oposición también participa del poder estatal. Lo verdaderamente asombroso, lo que no tienen antecedentes en Europa, es que este enmascaramiento ideológico de la realidad no lo inicie el pensamiento liberal, sino el líder de un partido socialista, obrero y marxista. La percha tendida por Felipe González, al declarar, el primero, que "el PSOE participa en el poder del Estado, aunque no en el del Gobierno" ha sido fulminantemente agarrada por el capitalismo, porque no es siquiera una tesis socialdemócrata, sino un postulado llanamente liberal. El vicepresidente del Gobierno para asuntos económicos, la declaración programática del Gobierno, el ministro para la relaciones con las Cortes, la televisión y todos los editoriales de la prensa, no han perdido un segundo para decir, y convencer, al país, que "la oposición forma parte del poder". Naturalmente, la derecha capitalista está dispuesta a pagar un precio muy razonable a cambio de que la izquierda organizada se asocie ideológicamente a "su" Estado, es decir, renuncie a la lucha de clases. Este precio es la reforma fiscal.