1977-06-21.REPORTER.05.LAS NUEVAS HEGEMONÍAS ELECTORALES AGT

Publicado: 1977-06-21 · Medio: REPORTER

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LAS NUEVAS HEGEMONÍAS ELECTORALES
REPORTER 5. 21 JUNIO 1977 
ANTONIO GARCIA-TREVIJANO
En un pueblo informado, libre, acostumbrado al debate de las ideas, de los intereses, de los grupos políticos, las elecciones generales son el modo normal de reflejar en la sociedad política el estado de la situación de poder, de la situación de hegemonía o de subordinación en que se encuentran las distintas clases y sectores sociales dentro del proceso productivo. Las elecciones cumplen una misión primordial. Servir de cauce institucional para que el poder social, siempre en movimiento dialéctico, se transforme periódicamente en poder político. Incluso en los países de mayor conciencia colectiva son raras las ocasiones históricas donde se ha podido establecer, como poder en el Estado, la situación de predominio bajo la que se relacionan, en el proceso productivo, las fuerzas sociales contrapuestas. Cuando, a través de las elecciones, se produce una concordancia entre la correlación de fuerzas sociales y la correlación de fuerzas políticas, el poder del Estado, a través del Gobierno, se constituye en un bloque dominante de carácter orgánico, que mantiene en equilibrio estable a la situación política y garantiza un alto grado de consenso social. En caso contrario, la situación política se caracteriza por su equilibrio inestable. El poder hegemónico en el proceso de producción económica y cultural tiende de forma permanente a convertirse en poder político estatal, y viceversa. En Chile, el Presidente Allende expresaba la hegemonía política de las fuerzas populares en una sociedad productiva y en un Estado constituido por las oligarquías nacionales e internacionales. Tuvo el valor de los mártires. No la genialidad de estratega político. En lugar de dimitir y provocar unas elecciones que estableciesen la correspondencia entre el estado de las fuerzas productivas y el estado de las fuerzas políticas, notablemente modificado en el último período de su Gobierno, lo cual hubiese permitido, dando un paso atrás, preservar intacto el poder de la izquierda, prefirió su inmolación personal y, con ella, la del pueblo chileno. Mayo francés de 1968. Otro ejemplo Ilustrador de la inestabilidad política, que arrastra desde entonces la situación francesa, a causa de la falta de concordancia entre el estado de la situación de las fuerzas sociales y el estado de la situación de las fuerzas políticas, que ocasionó la maniobra electoral de Pompidou. Pues bien, la nueva situación política introducida en España no es una situación estable, ni puede adquirir estabilidad mediante simples combinaciones de Gobierno, porque falta en ella una correspondencia suficiente entre el grado de desarrollo alcanzado por las contrapuestas fuerzas económicas y culturales, hoy existentes, y la expresión política que han logrado estas fuerzas en el Parlamento. El modo de escrutinio de la Ley Electoral ha provocado una brutal desproporción entre los votos recogidos y los escaños obtenidos en beneficio del partido gubernamental. Este recurso técnico ha producido consecuencias de inmensa trascendencia política para el mantenimiento del poder franquista en el Estado. La Unión de Centro Democrático, por los votos recogidos, no habría podido constituirse, como lo ha hecho por los escaños obtenidos, en la clase política reinante que ha de realizar la función que antes desempeñaba el propio dictador: la unidad de las clases dominantes establecidas y constituidas en el Estado. El capital financiero privado (sustrato económico y social de la Unión de Centro Democrático) ha conquistado así una hegemonía absoluta en el Estado sobre el capital financiero público (Alianza Popular), que no corresponde a la simple situación de preponderancia en que se encuentra la Banca dentro del sistema financiero. El nuevo liberalismo económico que practicará la Unión de Centro en el Gobierno chocará abiertamente contra los intereses económicos, sociales y profesionales de las capas medias y de los medios rurales afectos al fascismo, que no han votado a la Alianza Popular por su condición de clase-apoyo al Estado, representado, en esta ocasión, por el partido del Gobierno. La importancia actual de las fuerzas sociales identificadas con la reacción y el autoritarismo, aunque minoritaria ante los poderes democráticos de la sociedad civil, es muy superior a las que se han expresado políticamente con Alianza Popular.
Franco tuvo el instinto, pero no el genio de los hombres de Estado. Por su sentido de la duración personal en el poder acertó a reflejar en los sucesivos Gobiernos y en los aparatos ideológicos o de intervención económica del Estado a las clases y fracciones de clase que detentaban, en cada momento, la hegemonía en el proceso productivo. El presidente Suárez, que carece, como todos los políticos franquistas, de ese instinto del poder, ha cometido un error cuyas consecuencias, afortunadamente para la causa democrática, no tardarán en manifestarse. Su táctica electoral, concebida para eliminar a sus rivales en la derecha (Areilza, Fraga), ha destruido la hegemonía ideológica y social del franquismo en el seno de la sociedad, y ha permitido que se levante en ella un poder antagónico en la izquierda, que pone en peligro, a medio plazo, la continuidad en el seno del Estado del mismo bloque social que lo controla desde hace cuarenta años. Continuidad que el presidente Suárez necesita, sin embargo, conservar para poder mantenerse al frente del Gobierno.
Con la expresión poder antagónico no me refiero sólo al PSOE, sino al conjunto de las fuerzas democráticas, espectacularmente mayoritarias en Cataluña y Euzkadi. El PSOE, beneficiado -a costa del PC, del PSP y de los partidos socialistas regionales- por el modo de escrutinio electoral, ha recogido con el voto socialista el de la izquierda burguesa laica y el de la izquierda radical no marxista, que han preferido el voto útil al voto ético de la abstención. Incluso una parte, nada despreciable, de la derecha civilizada ha votado al PSOE para reforzar la hegemonía de este partido ante el Partido Comunista. De ahí que también en el campo de la democracia falte una correspondencia entre la correlación de las fuerzas sociales, hoy dominadas, y la correlación de las fuerzas políticas, establecida en estas elecciones. El Partido Comunista tiene mucha más representación y fuerza social que la reflejada en las urnas. Lo mismo sucede con todos aquellos partidos que no han podido concurrir en condiciones de legalidad. Por otra parte, no es la ingratitud popular, sino la falta de igualdad de oportunidades que produjo la convocatoria prematura de estas elecciones la que ha hecho sucumbir ante las urnas a hombres y grupos que el pueblo español merece por su valor y por su honestidad, demostrados cuando había que hacerlo. A ellos este pequeño homenaje de gratitud.
La situación no sólo ha cambiado porque se ha hecho más inestable, sino porque se ha producido una verdadera alteración en la relación de las fuerzas políticas, respecto a la que existía en la situación anterior, tanto a nivel nacional como a nivel internacional. Desde el punto de vista del poder político en el Estado, que es la cuestión decisiva para la democracia, la situación no ha cambiado de momento. Las mismas clases y sectores sociales que tenían el control del poder político bajo el estado franquista lo conservan, inalterado e inalterable, después de las elecciones. La garantía de la “inalterancia” del poder estatal, en mano de la oligarquía financiera, acaba de ser reforzada por los nombramientos de los cuarenta y un senadores regios. Las Cortes Constituyentes no pueden hacer otra cosa que constituir jurídicamente lo que estas elecciones han constituido ya políticamente. Las nuevas hegemonías políticas establecidas a favor de la Unión de Centro y del PSOE, respectivamente en el campo del poder y de la oposición, reflejan con bastante exactitud la relación de las hegemonías internacionales del capitalismo americano y de la social democracia alemana en España.